Por Omar Zanarini*
Y aparecieron nomás las «bombas de humo». Un militante (ex) del PRO quiso entrar a la Casa Rosada, para entrevistarse con el mismísimo presidente Macri. Ante la negativa de los custodios, que confirmaron que el muchacho no tenía cita con el mandatario, arrojó el maletín que llevaba a la explanada y salió corriendo.
Los medios informaron, y el hecho derivó en que hubo una amenaza de bomba. A las horas, otra «amenaza» se registró en el anexo del Congreso. Nada ocurrió, más que el tiempo que los medios le dedicaron para tapar la derrota aplastante en la provincia de Córdoba.
Pero eso duro un ratito. Porque la realidad es tozuda y se nos impone con la fuerza del movimiento que se inició ya con la primer derrota electoral, en la provincia de Neuquén, y se consolida con el aplastante triunfo de Juan Schiaretti.
Ya todos están alertados. Macri se va. Si no es ahora, será en diciembre. O por lo menos eso parecen interpretar desde la propia fuerza de Cambiemos.
Desde la UCR ya hablan que el próximo 27 de mayo, en la Convención Radical, cristalizaran lo que ya se manifestó en las distintas provincias: si no habilitan unas PASO para disputarle a Macri -si no se baja primero- ellos se irían de Cambiemos. Se verá que surge, por lo pronto, las bases no pueden sostener la militancia porque ya la figura de Macri es insostenible en sus propias filas. Y en la calle, según nos cuentan, las recriminaciones son permanentes.
Elisa Carrió ya rompió lanzas y salió a despegarse de la derrota en Córdoba: «un Gobierno que no puede obtener resultados económicos y de eso no tienen culpa los candidatos a gobernadores».
Pero cómo un super héroe que busca evitar lo inevitable de la debacle, aparece la Corte Suprema que, aunque dubitativa, se deja apretar por el gobierno y le sirven la mesa. Saben que Macri va de salida y solamente Carlos Rosenkrantz, le responde en la soledad de su presidencia. Pero no lo dejan solo. Por ahora. Finalmente, la causa de «Vialidad», la cual lleva a Cristina Fernandez de Kirchner a juicio oral en plena campaña electoral, no se suspende. Quizas creen que la foto de CFK en el banquillo les puede jugar a favor. Pero la realidad es tozuda. Y se impone. La góndola no miente.
Casi en simultaneo, todos los planetas (?) se alinearon y el universo atentó contra cualquier pretensión continuista de Cambiemos. Aunque su apuesta es seguir desgastando la figura de la ex presidenta, la unidad de la oposición es prácticamente un hecho.
Y si la estrategia de Durán Barba fue apostar a fragmentar al campo nacional y al movimiento obrero, el análisis de situación abrió la puerta a la madurez política.
Y es que CFK se presentó en el Congreso del PJ y se puso a disposición del partido para que cuenten con ella, de ser necesario, para ser candidata a presidente. De la partida estuvieron varios precandidatos a presidente. Pero la foto fue de unidad.
La CGT, tampoco quiso quedarse atrás y se puso a la altura de las circunstancias. Leyeron la necesidad de los trabajadores en clave patriótica. Hicieron de la necesidad virtud y se corrieron de cualquier especulación prebendária. Llamaron a un paro general para el 29 de mayo. El quinto que se le hace al gobierno desde la central.
Queda poca lana en el ovillo. La UCR, la Coalición Cívica y la Justicia, aliados hasta hoy en las políticas de saqueo, van bajando por tirante de un barco que atracado en puerto, se hunde. La unidad de la oposición ya habla del lanzamiento de un gran Frente Patriótico Nacional, para derrotar a Cambiemos en primera vuelta. La CGT va a jugar su papel.
Todo parece indicar que se van. Y que el último apague la luz.
(*) Periodista, productor general de Radio Gráfica.