abril 24, 2025

Alejandra González | “Cada 24 de marzo defendemos el futuro”

Alejandra González | “Cada 24 de marzo defendemos el futuro”

El próximo domingo Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, una multitud se lanzará nuevamente a las calles en todas las ciudades de la Argentina para hacer de la reaparición del cuerpo popular un ejercicio de memoria colectiva. Pero cada aniversario del golpe militar es singular, nunca es igual a otro, porque esa jornada de lucha adquiere sentido en la coyuntura en que se despliega.

La Marcha que convoca a una multiplicidad de sectores sociales, políticos e ideológicos este año estará caracterizada por la profundización del conflicto con el gobierno de Cambiemos que ha hecho del hambre, la miseria, el desempleo y la entrega de la soberanía nacional las principales herramientas de control social y de subordinación de la nación al poder de las corporaciones económicas globales.

“Es un momento para pensar este acontecimiento (la dictadura) como una herida en el presente”, señaló Alejandra González, filósofa, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Avellaneda, justamente, cuando se ha establecido un estado de excepción como pretendida garantía del proyecto oligárquico que el poder político encarna desde diciembre de 2015.

En diálogo con Ariel Weinman en Panorama Federal, González recordó “las imágenes del ‘siluetazo’, aquel famoso evento en el que se dibujaron los contornos de las figuras en el piso, para después llenarlas con los nombres de los desaparecidos”, pero destacó que “lo interesante de esa expresión fue que para trazar los contornos en el suelo se ubicaban otros cuerpos del presente. Prestaban su propia corporeidad para que se recordara, después llenando con los nombres, las figuras de los que no estaban”.

“Es la conjunción de un pasado que hay que volver presente, para que no se vuelva una conmemoración hueca, sino que se vea de qué modo esas desapariciones todavía juegan en el presente, como posibilidad de que nuevamente con nuestros cuerpos podamos dar cuenta de eso que ya no está. Es decir, el pasado siempre es presente. Es lo importante para no caer en el conmemorialismo, donde se recuerde un evento que para los más jóvenes es anterior a su nacimiento”, subrayó.

Ante el drama cotidiano de la falta de trabajo, la pobreza y el hambre, “se trata de pensar en el presente las marcas de la desaparición en la comunidad en la que vivimos. Se trata del 24 de marzo de 2019. Ahora está despareciendo una parte de la comunidad, ahora se está sustrayendo nuestros cuerpos de la posibilidad de nuestra potencia de acción. Es el 24 de marzo de este año el que tenemos que pensar”, enfatizó González.

Los vestigios del pasado muestran su actualidad, por eso “las palabras de estos personajes (como las del presidente Macri) duelan tanto en el cuerpo, porque actualizan todas esas formas que creíamos extintas, de un fascismo que es lo que hay que pensar hoy. Creo que si hay algo que pensar este 24 de marzo es cómo podemos hacer la crítica del fascismo en el presente”, planteó, cuando desde el poder arrecian los enunciados que consagran un modo homogéneo y único de funcionamiento de la economía, la política, la justicia, y quienes no entran bajo ese molde son amenazados con la desposesión sistemática y la destitución compulsiva.

La investigadora también se refirió al significado y valor del testimonio en todos los juicios a los genocidas, pero además en la construcción permanente de comunidad. “Ha aparecido esa voz que en su palabra no requiere de ninguna otra verdad, testimonia la verdad sólo por el hecho de hablar. Eso para una comunidad es la propia manera para reconstruir su identidad, cuando se puede dejar hablar esas voces”, explicó.

González delineó el campo en el que confrontan, por un lado, los discursos de los trabajadores que resisten los despidos, los salarios a la baja, la precarización generalizada de la existencia, “la verdad dicha por el testigo que toca en el cuerpo” y, por el otro, la retórica de las autoridades del gobierno, “todos estos discursos banales, superficiales, estas mentiras, como el discurso del presidente en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Era para reírse a carcajadas”, ironizó.

Durante la charla con Radio Gráfica, la filósofa evocó a Hannah Arendt, quien afirmó quela mentira y el asesinato son los dos grandes instrumentos del totalitarismo. Mentir abiertamente es la figura contraria a la del testigo que sostiene la verdad en su propio decir, en su palabra y en el gesto de hablar”, y elucidó que “esto es lo que estamos confrontando en este tiempo: la palabra vacía de esta alegría superficial, de que ‘no hay desocupación’, de que ‘hay más puestos de trabajo, de que ´no hay inflación’, y la palabra verdadera de los testigos, de este ‘vaciamiento de nuestro país’, de estas ‘nuevas formas de la desaparición’, que no son sólo que llegue la policía en la madrugada o los paramilitares (como en la última dictadura), sino la desaparición del campo público cuando alguien no puede ir a la escuela o levantarse a la mañana e ir a su trabajo, donde pueda con dignidad buscar el salario para sostener a su familia. Me parece que hay una confrontación entre esos dos tipos de discursos, esas dos maneras de la palabra: la del testigo, y la de la mentira fácil del fascismo”, remarcó.

Los que vivieron su adolescencia y juventud y tienen en el cuerpo las marcas del horror de la dictadura son testigos vivos de ese temor. “Hay palabras, hay gestos, hay actitudes que nos marcan, y que no hemos podido ni queremos disolver, sino al contrario, como sostuvo Walter Benjamin, son ‘como relámpagos en el presente’, que nos recuerden todo el tiempo que siempre estamos ante la posibilidad de caer de nuevo en esas actitudes, cuando la mentira se convierte en un velo que recubre la realidad. Tenemos que estar constantemente dando cuenta de la palabra testimonial”, advirtió González.

Desde hace más de dos décadas, “en cada 24 de marzo se ven a las generaciones más grandes, a la nuestra, a nuestros hijos, a nuestros nietos. Van todas esas generaciones a testimoniar”, describió González, e ilustró que “hay un modo de reconstruir la palabra viva: eso quiere decir que hay un relato vivo que se transmite, y hace de alguna manera una especie de cadena que permite que no se disipe la memoria de una comunidad”. 

“Una comunidad es memoria, si no hay política de la memoria, la comunidad desparece como tal”, definió la filósofa.
Por el contrario, la política de estado de arrasar con las huellas, los restos, los rastros del pasado que persisten en el presente en nombre del ‘cambio’ y ‘la modernización’ pretenden establecer el olvido que es una forma de la mentira. No es que hay que estar recordándolo, sino traerlo en el presente, todo el tiempo resistiendo a ese olvido tenebroso que permitiría que el fascismo se alce nuevamente”, exhortó la docente.

Por último, González señaló que “las políticas de la memoria son una manera de defender en el presente la vitalidad de nuestros cuerpos. Estamos defendiendo el futuro cuando vamos a una marcha como la del 24 de marzo y eso es lo que tenemos que resguardar”, concluyó.

AW/GF/RG

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