
Leopoldo Luque, figura de River Plate entre 1975 y 1980, analizó en Abrí la Cancha las finales de Copa Libertadores de América que jugarán Millonarios y Xeneizes.
En largo diálogo con Radio Gráfica, el goleador santafesino sostuvo «Hace un tiempito bastante largo que River encontró su identidad futbolística de la mano de Marcelo Gallardo. También con el apoyo de la gente. En River siempre es el motivo principal el compromiso que tienen los jugadores de salir campeones muchas veces, jugar bien los partidos. Es un club de un paladar muy especial».
Enfocado en las finales, Luque opinó: «es para pensar en los muchos dichos que hay en el fútbol: ‘cualquiera le gana a cualquiera’, ‘esto es fútbol’, ‘el fútbol no tiene lógica’. Todas esas cosas suceden. Podés venir con una campaña excelente, pero te levantaste un día con mal pie, o dos o tres jugadores se levantaron con mal pie por esas cosas que suceden y perdés. Porque son humanos los futbolistas»
Me pasó a mí y a un montón de compañeros que fueron superestrellas, que siempre sobresalieron donde fueran a jugar. Ahora, lo que uno tiene que hacer cuando pasan esas cosas es apoyarse en el técnico. Y en el caso de Gallardo es, aparte de lo trabajador (porque en el fútbol de hoy hay que trabajar muchísimo), alguien con mucha llegada con el jugador. Es del tipo de [César Luis] Menotti. No los quiero comparar ni nada pero noto que cuando Gallardo cambia a un jugador por otro ninguna sale con mala cara o con mal humor, o se va al vestuario sin saludar a nadie. Pone a uno o a otro según lo él cree que está bien, algo así como Menotti. ¿Sabés por qué?, porque debe hablar mucho con los jugadores y los debe hacer sentir muy pero muy bien. Como había Ángel Labruna también. Eran técnicos que hacían hincapié en que si jugás mejor que el rival, no hace falta marca personal con este o con aquel. Hay que jugar mejor. Y este muchacho, a pesar de su juventud, ha encontrado un buen camino. Todos los que somos de River esperamos que, Dios quiera, las cosas se den como tienen que darse. Porque River ha demostrado un poco más que Boca, a pesar de que Boca haya salido campeón el año pasado, en un montón de cosas, sobre todo en juego«.
Consultado sobre cómo hacen los jugadores para encarar partidos decisivos, el entrevistado explicó que «lo que sucede en esto es que no hace falta que un jugador tenga quince o diez años en Primera y que haya jugado diez años con la misma camiseta, sino que el grupo sea fuerte, que se ayude. Yo creo que este grupo de jugadores que tiene River es un grupo bárbaro. No hay ese conventillerío que hay tal vez en otros equipos. Acá sale un jugador y entra otro sin que haya malas caras. Cuando uno sale con mal modo o con gestos que no hacen a la cosa no le está faltando el respeto al técnico que te saca. Le está faltando el respeto a su compañero, que es un laburante como uno que va a entrar en lugar de uno a jugar y a tratar de ganar, porque todos tienen que tirar para el mismo lado. River tiene todas esas cosas por los jugadores que tiene, por el técnico que tiene y por todo el apoyo que tienen todos esos muchachos. Es ahí donde juega mucho, pero mucho, el cuerpo técnico con Gallardo a la cabeza y sus ayudantes. Para tratar de que tu corazón esté a full pero tu cabeza esté fría para poder decidir, frenar, agarrar, arrancar, tener la paciencia para, supongamos, mantener el resultado o para dar vuelta un partido. Ahí se ve la mano del técnico«.
La importancia asignada al trabajo del cuerpo técnico llevó a la pregunta sobre si influirá o no la sanción a Marcelo Gallardo en el partido. La respuesta abarcó una crítica al estado del fútbol sudamericano: «el técnico tendría que estar ahí. No voy a decir el fútbol mundial, pero el fútbol de Centroamérica, Sudamérica y Argentina no está pasando buenos momentos y suceden estas cosas. Creo que hay ser más comprensivo en un montón de cosas. Los que tienen que portarse bien son los que están dentro del campo de juego. No tienen que pegar patadas, no tienen que lastimar al rival, no tienen que hacer cosas antideportivas. Ahora se sanciona y no se le permite ir a un vestuario a un técnico que pega un grito, dice o protesta una cosa. La verdad que a mí me parece que nos queremos hacer los modernos con el VAR, pero seguimos con la antigüedad de que si a un técnico lo echan no puede entrar ni al vestuario. No lo entiendo. Que no entre a la cancha puede ser un pequeño castigo. Pero en estos equipos, tanto River como Boca, vienen trabajando hace mucho tiempo ambos cuerpos técnicos. Tienen la planificación, cada uno tiene su esquema, su táctica y su estrategia. Y lo único que hay que acordarse es lo que el técnico trabajaó durante todo este tiempo, lo que va a trabajar hasta que lleguen estos partidos tan importantes. Y después de alguna manera te vas a comunicar. Esto es como si tuvieras que alentar a alguien o felicitarlo por su cumpleaños y no pudieses viajar. Lo llamás por teléfono y le decís ‘Acordate que te quiero mucho’ o ‘acordate de esto también, felicidades’. Pasa lo mismo. No se dónde va a estar el Muñeco [por Gallardo], pero se va a comunicar con los jugadores. Porque es parte del grupo y tiene que ser así. Eso no me preocupa, porque él viene trabajando muy bien hace mucho tiempo. Todos estos jugadores no son ningunos improvisados, son jugadores con suficiente nivel futbolístico y como seres humanos, son muy maduros. No veo faltas de respeto entre los jugadores. Hay otros equipos donde se insultan el uno al otro porque ‘aquel no me dio el pase’ o ‘aquel no se qué me dijo’. Yo no veo esas cosas en River, porque la cabeza maneja bien el grupo y ya saben qué tienen que hacer.»
La alusión al comportamiento de los jugadores llevó al entrevistador a consultar dónde está el límite entre lo antideportivo y las cosas que tienen que hacer los protagonistas del partido además de jugar. Para Luque «si alguien empieza a pensar, sea quien sea, en lo antideportivo se olvida de lo deportivo y de lo que tiene que hacer bien para lo deportivo. Yo miraba el partido del otro entre River y Gremio, el tiempo que hacía el equipo de Brasil… El arquero se tiró no se cuántas veces. Después hay un penal porque, no se si con sabiduría o qué, el árbitro fue a ver el VAR. Y todos los jugadores de Gremio se le tiraron encima. Ahora, ¿sabés por qué pasó eso? Porque ellos se preocuparon más por lo antideportivo, como hacer tiempo, caerse, pegar patadas, insultar, un montón de cosas para sacarlo a uno del partido. Y River siguió jugando lo más bien, tratando de hacer un golcito para que haya la posibilidad de hacer otro y se dio así. Ante todo lo que hay que planificar es lo que tienen que hacer en la cancha los jugadores. El fútbol es para jugar, no es la vida ni la muerte de nadie».
La última afirmación derivó en una reflexión que combinó la importancia del partido y al mismo tiempo la necesidad de destramatizarlo: «este clásico lo quisiera jugar el mundo. Pero hay que entender de una vez por todas que se juega y que tenemos que ser agradecidos. Yo lo soy del fútbol porque me gusta tanto. Hubiera sido muy feo tener que mirar una final con los equipos brasileños. En cambio es una final con equipos argentinos. Hay temor de que vayan los visitantes a la cancha, se pide que solo vayan los locales. Todas esas cosas juegan en contra. En vez de calmar irrita más. Por eso digo que no hay que incitar a la violencia. El primero que lo haga de los que están adentro y tienen que dar el espectáculo, es el que debe ser sancionado bastante fuerte, como para que se den cuenta que la gente va a ver un partido donde juegan jugadores. Ahora, hacer gestos con las manos, con la boca, hacer la señal de que el jugador usó la camiseta del equipo rival de una hinchada, son cosas que están demás. Cuando estemos solos, festejando como se suele hacer, gritemos, cantemos, digamos, todo. Total es una cosa de puertas adentro. Cantar y expresar la alegría no tiene que molestarle a nadie porque es un juego. Se gana, se empata o se pierde. Si de esos tres resultados el mejor de todos es ganar, hay que tratar de ganar, y si lo lográs bien. Y si perdés no es la muerte de nadie, hay que esperar una próxima«.
De la mano de la desdramatización del fútbol comenzaron a barajarse los recuerdos: «es lo que a mí me enseñaron cuando empecé a jugar en Unión y cuando pasé a River, que fue algo que me encantó. Porque viste cómo sómos los provincianos, de un cuadro en nuestra ciudad y de otro en Buenos Aires. Y yo fui a un lugar del que soy hincha. Pero también me encantó el trato. Yo jugué cinco años en River, salí cinco veces campeón. Creo que en todo ese tiempo solo vi uno o dos problemas entre compañeros, pero quedaban puertas adentro y nada más. Era simplemnte gente que estaba mal en algunas cosas y punto. Después, nos ayudábamos, nos cuidábamos mutuamente en todo sentido. Yo tengo que agradecerle muchísimo al Pato [Ubaldo Matildo] Fillol, a Roberto Perfumo, al Negro J.J. [Juan José] López, a Mostaza [Reinaldo Carlos] Merlo, al Beto [Norberto] Alonso, que era la figura, el crack del momento. Me ayudaron tanto, me llevaron de la mano hasta que logré afirmarme muy pero muy bien en River. Y de los clásicos los que más recuerdo son mi debut en cancha de Boca, donde ganamos 2 a 1. Yo jugué un partido muy bueno. Llegué a River un viernes y jugué el domingo 21 de septiembre. Hice un muy lindo gol. Caí con el pie derecho. Y en el Nacional del ’76 fui integrante del equipo que perdió con Boca porque cometimos algunos errores. Asumo, y asumí en aquel momento, que yo era uno de los que estuvo muy lento en cumplir una misión, que era pararme adelante de la pelota. El Chapa [Rubén] Suñé, que era muy vivo, muy bicho, sin barrera puso la pelota y sin acomodarla le pegó. Yo venía llegando porque la orden mía era que cada vez que hubiera un tiro libre tenía que ponerme delante de la pelota mientras se formaba la barrera para que no pateen. Pero está bien, hubo que pararse, aplaudir la vuelta olímpica de Boca y nada más. Al año siguiente fuimos campeones en el Metropolitano, porque así es River. La mayoría de los técnicos, dirigentes y jugadores empiezan a mamar o a alimentarse para ser ejemplo y buenas personas».
Su condición jugador de Unión y figura de la selección campeona del mundo en 1978 motivó que se le preguntara su opinión sobre ambos equipos en la actualidad. Sobre el equipo Tatengue fue breve: «está haciendo una muy buena campaña. Encontraron un técnico que parece tener allí un lugar en la vida. ¿Cuál era su objetivo? Permanecer en Primera y de eso ya no se habla tanto. Tiene la posibilidad de clasificar a copas, está bien».
En cambio sobre la selección se explayó más al plantear que «mientras sigamos improvisando las cosas no vamos a encontrar la solución nunca. Hay un jueguito de palabras. Para que en el fútbol las cosas salgan bien el tema es si se necesita tiempo y trabajo o trabajo con tiempo. Yo ya jugué en la selección, y hubiese estado hasta contento y feliz si éramos subcampeones porque no es poca cosa. Salimos campeones y no se si éramos los mejores. Yo se que había mejores jugadores como Fillol, que era el mejor de todos en el arco. [Daniel] Passarella era el mejor defensor. Mario Kempes jugaba bien adelante, atrás, al medio. A esos tres tipos nunca los vi jugar mal. Después éramos muy buenos acompañantes, cumplíamos bien la táctica y estrategia del técnico, que era de la famosa frase ‘el juego bonito’. Pero lo que se hizo para el Mundial de Rusia, como jugar un partido preparatorio contra Haití, fue más pensado para ver de dónde se puede sacar una moneda que para jugar un partido que te deje algo. ¿Sabés con quién hay que jugar? Con Brasil, con Inglaterra, contra equipos que te exijan para ver si el técnico está equivocado o no con los jugadores que tiene. No se jugó con nadie, se suspendió un partido. El fútbol no es todo charla y ‘dale que podés’. Es trabajo, trabajo y trabajo, muchos partidos. Nosotros salimos campeones del Mundo, nos preparamos salir campeones, estuvimos concentrados casi cuatro meses. NAdie se peleó, nadie tuvo problemas con nadie. ¿Sabés por qué? Porque nuestro objetivo era llegar a la final, y después ver qué pasaba. Gracias a Dios nos fue bien. Pero hay que trabajar. En la selección sobre todo tiene que haber una planificación. Que los técnicos puedan exigir que los jugadores que están jugando en Europa vengan con un poquito más de tiempo. Algunos llegan para jugar la eliminatoria apenas la noche anterior al partido. ¿Qué hace el técnico? No tiene tiempo de trabajo. Y el fútbol es mucho de eso, de conocerse, conocer hasta la voz de tu compañero cuando están en la cancha».
Luque cerró su charla con una declaración del corazón: «soy un tipo muy agradecido por un montón de gente que me ayudó, y porque el fútbol me dio un montón de cosas buenas. Sobre todo poner super felices a los míos. Uno por ahí juega, juega, juega, y tiene amarguras propias, ve negro todo, y sufre por lo que sufre la familia. Soy tan feliz de haber sido parte de un equipo como el Unión con el que logramos el ascenso, con haber estado en River, con haber jugado en la selección. Sinceramente soy un tipo feliz, a pesar de ya pasó la parte activa«.
Entrevista realizada por Martín Gorojovsky – Abrí la cancha
MG/GF/RG