Por Gabriel Fernández *
Por ahora, el tiempo no existe. Quizás dentro de un agujero negro, o en regiones bien lejanas del espacio, donde la expansión del Universo sobre la Nada continúa y debe hacerlo con bordes irregulares. Pero acá, en la Tierra, no se conoce algún elemento que, como el agua o el aire, pueda ser mensurado y señalado como “tiempo”.
Prepare el mate, lector. Vamos a ver. La utilización analítica del concepto tiempo para referirnos a la vida política es, sin embargo, adecuada. Es adecuada porque se entiende, aunque la precisión justa resulte ser: lo que transcurre es la materia. Vamos a afinar la puntería, y a indicar que los que nos desgastamos somos nosotros, las plantas, este teclado, aquellos anteojos, los animalitos, esa pelota que pasó cerca.
Piense. El deterioro se registra en ciertos programas económicos, muy concretos, en algunos dirigentes, identificables; pero como hablamos de ese misterio que se denomina ser humano, resulta que algunas prácticas, muy lejanas, y un puñado de personas, quizás privilegiadas por … la naturaleza (ya que estamos), reviven, rejuvenecen, se reposicionan.
Es probable que la fórmula que ningún médico aceptaría sea la clave: aquellas acciones y esos dirigentes que reciben la inyección de Pueblo justa, logran evitar el desgaste, trascender la época; en suma, y admitiendo la incorrección científica para brindar un concepto comprensible, vencer al tiempo.
El andar potente del movimiento obrero argentino y el muy importante de las organizaciones sociales, se han combinado para brindar a la dirigencia política nacional popular vitaminas de las cuales carecía. Así, tras dos años de letargo, en consonancia con el irrefrenable deterioro del plan de vaciamiento nacional y operatorias de negocios del gabinete, se ha puesto en marcha.
Como los peldaños previos alcanzados tienen el primero en lo más alto (una suerte de pole position preelectoral), la mejor del ayer es la más beneficiada por la inyección del hoy. Así, Cristina Fernández de Kirchner preocupa al poder y esperanza a la población tanto en su anverso como en su reverso. Sea cual fuere el camino que escoja.
Razonemos juntos. A esta altura de la crisis inducida y con una propaganda mezquina persistente y abarcativa, CFK puede ganar a Cambiemos como candidata o como armadora. El grupo de bandidos en el gobierno no sabe, a ciencia cierta, si le conviene encarcelarla o desprestigiarla en libertad.
Las vitaminas en cuestión han rediseñado una Cristina que, mientras encarna la oposición fuerte, elabora con inteligencia una política contenedora que agrupa vertientes y relanza esperanzas. Claro: semejante accionar origina sorpresas en los ajenos, pero también en los propios. Todos estaban cómodos en un mundo maniqueo donde coincidían réprobos y elegidos, con distinto cartel según quien los señalaba.
Tras la muerte de José Manuel de la Sota, quien fue involucrado junto a Verónica Magario y Felipe Solá en una primera línea prometedora, dijimos que esa construcción, pese al golpe recibido, iba a seguir adelante. Hoy podemos aseverar que, efectivamente, es así. Y añadimos: hay más gente de ese fantasmático camino del medio incluida en el plan.
Como el movimiento obrero y su par social proveyó el medicamento a quien estaba mejor preparada para recibirlo, la compañera, de modo indirecto, rejuvenece con su roce a algunos referentes en verdad envejecidos desde Davos hasta el presente. Aprovecha las células peronistas que quedaron en funciones, les limpia el vitiligo –generado por el liberalismo que los llevó a la decrepitud- y les ofrece un aspecto un poco más lozano.
Es ostensible que el gobierno del PRO Cambiemos UCR ayudó mucho: como su política no es otra que el gerenciamiento de una operatoria de negocios destinada a saquear la Nación en beneficio exclusivo de los asociados, no dejó lugar para nadie. La UIA, Barrionuevo, la CAME, los constructores, los comerciantes… ¡si ni siquiera las inmobiliarias que aguardaban una buena burbuja para acumular y fugar lograron beneficios!.
Sólo quedan en derredor del gobierno los grandes medios –en el piso histórico de credibilidad internacional- y esa insistente faja de idiotas con principios antipatrióticos, que inmolan sus destinos personales y hasta sus propias familias con tal de lanzar pullas contra el peronismo en cualquiera de sus variantes.
Esta semana los pobres periodistas bien pagos de los monopolios devaluarán las movilizaciones y el paro, hablarán de cómo queda la plaza después de una movilización (¿cómo habrá quedado la Bombonera y el barrio después del clásico, los petardos, los papelitos, las parrillas improvisadas y los envases de celofán?) y seguirán hablando de nuevos y viejos ejemplos de la tremenda corrupción que generan los humildes cada vez que tienen una cuota de poder.
Pero este lunes y este martes, los dueños de la vitalidad, los propietarios del futuro, los que rejuvenecen cuando se los da por muertos, alzarán la voz. Dirán presente con el objetivo de arreglar el país, ponerlo de pie nuevamente, frente a los desaguisados brutales de una oligarquía que sólo sabe destruir en beneficio propio.
Habrá un pronunciamiento contundente por una Patria Justa, Libre y Soberana, y ese decir público se extenderá una vez más hacia zonas políticas que estiman el timing como una virtud excelsa y aguardan que el conjunto agarre trote para seguirlo desde fuera de la cerca y colocarse al frente cuando su andar resulta definitivo.
Esta acción puede ser determinante en el rumbo de los acontecimientos. En los tramos previos, ya sacudieron la morosidad del espacio político. A partir de las horas venideras conmoverán al país todo. Habrá que estar muy atento para evaluar con certeza los resultados de este impacto; y habrá que despojarse de prejuicios a la hora de catalizar los efectos.
Porque lo que sucede en el campo nacional y popular es en beneficio del Señor. Aunque a veces no lo parezca porque los caminos de ese Señor, el Pueblo, suelen ser inescrutables para los que miran desde fuera, con desconfianza.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal