Mónica Berrutti es trabajadora de la línea H del subte y forma parte de la comisión directiva de Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP – Metrodelegados). Visitó Radio Gráfica y dialogó en el programa Feas Sucias y Malas en el marco del conflicto que tienen con el Gobierno de la Ciudad y Metrovías por la paritaria del 13 por ciento en tres tramos que estos cerraron con el gremio minoritario UTA.
“La marca no hace más que visibilizar la represión que hemos vivido los trabajadores del subte”, comenzó la metrodelegada sobre la trompada de parte de la Policía que recibió en el ojo cuando se abalanzó sobre el cuerpo de un compañero suyo para que las fuerzas de seguridad no le pegaran. Fue una jornada que terminó con la detención del Adjunto del gremio, Néstor Segovia, y 16 trabajadores más.
“La represión principal empieza psicológicamente cuando a las 4 de mañana vemos que toda la estación estaba siendo militarizada. Hace un mes que venimos visibilizando nuestro reclamo a paritarias sin techo, con una inflación que ya sabemos que va a llegar al 30 por ciento. Veníamos haciendo apertura de molinetes con entrega de café y jugo, lo que nos abría un espacio con los pasajeros”, relató sobre las medidas de fuerza que realizan.
Señaló que tuvieron un “balance muy positivo” ya que “el problema con las paritarias del subte, no es sólo un problema del subte, sino de todos los trabajadores”. “Hay mucha solidaridad de los trabajadores con nosotros. La gente entiende el problema que pasamos, porque les está pasando a todos. Es un reclamo genuino, del pueblo trabajador”, expresó. La apertura de molinetes la estaban haciendo de a una línea, es decir, rotando. “Nuestra intención nunca fue parar todo el subterráneo y premetro”, planteó.
“Todos los años nos pasa que estamos tres meses antes pidiendo que nos atiendan. Hasta que no se para el subte parece que no les llega”, reflexionó sobre el accionar de Metrovías ante la discusión paritaria. Y siguió su relato: “Luego de las 5 de la mañana del día de la represión ya empiezan a bajar los efectivos de Infantería, junto con la Policía de la Ciudad. Yo me voy al tren, ese es mi lugar de trabajo, la cabina del tren. En uno estaban tres compañeros conmigo, lo mismo en el otro y después llega Segovia”.
“Nos empiezan a rodear horizontal hacia el frente del tren, primero Infantería y luego Policía de la Ciudad. Realmente cuando vi más o menos 300 efectivos, me sentí una célula de Al Qaeda. Eran 300 uniformados, la Infantería con cascos, de solo verlo te das cuenta lo que viene. Nos estaban tratando como delincuentes. Siempre lo había visto, pero esta vez nos estaba pasando a nosotros. Sentía en carne propia lo que les había pasado unos días atrás a los de Cresta Roja. Porque hacía muchos años no se veía una represión semejante, tan encarnizada, en el subte. Creo que desde el paro de las 6 horas”, recordó y describió.
“Acá tengo la oportunidad de refutar todo lo que nos demoniza la prensa a los trabajadores y en a particular Segovia. Querían llevarnos presos porque tenían que vender a la sociedad a un Néstor Segovia apresado, que fue con 16 más. Y muchos de ellos eran de otras líneas del subte, y eso les molesta, porque tenemos un vínculo muy fuerte, un vínculo de lucha”, sostuvo.
Tomando las palabras de parte de la prensa, ella misma dijo: “Yo trabajo hasta las 00.30, nosotros los delevagos trabajamos. La perversidad es contra el trabajador que lucha por sus derechos. Ellos vendieron en la televisión que mis compañeros estaban cortando la vía y fue el revés, ellos se pusieron en frente a la formación y mis compañeros se pusieron atrás de ellos. Entonces el comisario dió una orden, giraron y empezaron a correrlos. Ahí hubo balas de goma, gases y yo lo vi desde el tren”.
Además, agregó que le habían pedido al comisario que les mostraran la orden judicial y que nunca pudo mostrarles nada, porque iba recibiendo órdenes por el teléfono. “Parece que nadie había firmado un papel”, planteó Berrutti.
“Cuando nos hacen bajar del tren, después de cuatro veces que me habían tirado gas pimienta, soy la última en bajar y digo unas palabras abrazada al tren. Creo que le dije a la policía que ellos nunca conocerían la dignidad de un trabajo como este. Pienso que el que acata una orden inmoral, inmoral es. Nos empujan a mí y a mi compañero, nos empujan y veo que mi compañero se cae o lo tiran y en el piso noto que le están pegando. Mi instinto es tirarme sobre mi compañero, con esa imagen de que al ser una mujer, lo van a dejar de hacer (ríe). Cuando estoy agachada, yendo hacia el piso, de abajo me pegan la piña. Un policía me pega una piña de abajo y nadie lo ve”, detalló.
Mónica Berrutti, que hace 10 años trabaja en el subte, fue entrevistada en múltiples ocasiones luego de eso: “Hay gente delante de un micrófono que no puede manejar el inconsciente. Hay periodistas que no pueden manejar el inconsciente –repitió-, uno me llego a preguntar qué le hice al Policía”.
Una de las premisas que se sostiene desde algunos sectores, es que el gremio de Metrodelegados no es legal. Ella lo refutó: “Cuando abríamos molinetes nos llegaron a mandar 90 telegramas, ahora ya tenemos 150. Y a todos los que tenemos fueros nos mandaron telegramas de inicio de desafuero. Insisten con que no somos legales, pero por otro lado tengo un juicio de desafuero ¿Por qué el 10 de abril nos llaman a firmar el acta de paritaria que había acordado la UTA? Es ambivalente su postura con nosotros. Obviamente no firmamos ningún acta”.
Sobre la situación política y la reforma laboral también sentó postura. “Quieren vender un nuevo sistema de trabajo. A mi todo esto, junto con el Fondo Monetario me hace revivir los 90. Esta es una película que ya vi, y es una película de terror, con un final que ya viví. Siento que tengo que salir porque están mis hijas. En los 90 hay una anécdota: íbamos con una amiga y sus hijas a cambiar al trueque. Mi hija de grande, con 14 años, me dice ´me acuerdo cuando íbamos a ese galpón a jugar con los chicos´. Y ahí se enteró: ´no íbamos a jugar, íbamos a cambiar milanesas de soja´. Esto que vuelvo a ver ya lo viví, se el final”, reflexionó.
También consideró que lo sucedido el 25 de mayo indica que las y los trabajadores van por buen camino y que eso molesta. En esa línea, compartió anécdotas. Cuando llegó la columna del subte al obelisco “la gente se abría y se solidarizaba”. En la apertura del molinete de subte cuando un joven se acercó a preguntarle cómo estaba y la abrazó: “Me hizo emocionar, él se iba a poner a llorar”. Una pareja que estaba de paseo, eran de Corrientes, preguntó por ella en el subte y esperó a que llegara en su horario habitual para saludarla tras la represión: “Lo único que querían era solidarizarse”.
“Soy una enamorada del tren. Soy técnica ferroviaria, mi familia es ferroviaria, así que tenemos un particular sentido de pertenencia con el tren. Yo amo mi trabajo. No sólo se trata de salario. Los trabajadores de subte tenemos sentido de pertenencia, cuando vamos a discutir paritarias, también hablamos de condiciones de trabajo”, continuó Mónica consultada sobre cómo es trabajar en el subte. A partir de lo cual también contó que el 90 por ciento de las trabajadoras y trabajadores están afiliados AGTSyP – Metrodelegados.
En diálogo con Úrsula Asta y Valeria Rodríguez, trazó líneas sobre las políticas públicas necesarias para fortalecer este transporte público. Rechazó la tarifa a $12,50 con un trazado de 60 km de subte: “Hace 10 años habían prometido 10 km por año. La tarifa tiene que ver con el servicio que das”. Y analizó que “la Argentina está castigada en materia de subterráneo” ya que “tiene 103 años y no tiene grandes comunicaciones, como hay en otras partes”. “En todas las grandes ciudades el subterráneo es muy tomado en cuenta, por todo lo bueno”, expresó y enumeró “no sólo rapidez, sino a nivel ecológico” y “a nivel accidentes de tránsito”, porque los reduce.
En ese sentido, concluyó: “El gobierno de la Ciudad debería realizar la inversión necesaria. Como mínimo debería llegar a la General paz, por no decir hasta Ezeiza. Acá hay una falta de predisposición sobre donde se va a invertir. Dejemos de hacer piletas pintadas. Hagamos cosas concretas que solucionen el transporte y la vida del ciudadano”.
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