
En primera persona, Jorge Moreno, trabajador despedido del ingenio El Tabacal de Salta, dio testimonio por primera vez a días de haber sido liberado. Estuvo un mes preso junto a su compañero Martín Méndez. “Es la primera vez que me toca poder expresarme”, comenzó en Radio Gráfica en el programa Feas, Sucias y Malas.
“Hemos estado manifestándonos en la ruta casi más de 30 días después de los despidos. No tuvimos respuesta de políticos ni de la empresa. Entonces, al ver que no había respuesta, decidimos con los compañeros dirigirnos hacia la empresa y manifestarnos, expresar el descontento y ver la manera de que el cien por ciento de los compañeros se solidarice con los despidos buscando generar una huelga de brazos caídos dentro de la empresa”, comenzó en diálogo con Úrsula Asta y Valeria Rodríguez.
“Tabacal siempre intentó reducir este tipo de huelgas haciendo denuncias, colocando cámaras y buscando que el trabajador tenga miedo. Sin embargo, nos dirigimos allí, accedemos a la empresa y en el momento que nos disponíamos a convocar, no pasaron ni 5 minutos que nos rodeó la gente de seguridad privada, que pertenecen a Prosegur, y apareció un móvil de la policía con algunos efectivos. Nos rodean, nos acorralan y nos empiezan a amenazar”, siguió.
“En ese momento decidimos correr hacia el sector de tanques, que es un lugar abandonado, prácticamente desolado, no tiene luz, señalización ni normas de seguridad. Yo conozco la fábrica porque hace 15 años la conozco. Ellos nos siguen y también suben a los tanques. Nosotros les dijimos que queríamos hablar con los compañeros por los despidos: `Creemos que es injusto, tenemos que mantener a nuestros hijos´. Además, Tabacal salió a decir que nos había pagado bien la indemnización”, continuó el relato de los hechos.
El trabajador, por su parte, retomó lo que públicamente dijo la empresa, que pertenece a la corporación internacional Seabord: “El Tabacal estigmatizó todo diciendo que somos terroristas, que íbamos a volar un tanque de alcohol que tienen ahí, que teníamos bombas molotov, gases. Tabacal usó todo el arco político, sobre el que tienen influencia, y medios de comunicación también”.
A la vez, planteó que los trabajadores siempre fueron atacados y perseguidos constantemente en el trabajo. “Yo soy un activista sindical, varias oportunidades me desempeñé como presidente de la Junta Electoral, he sido delegado, actualmente soy secretario adjunto de la CTA regional”, dijo.
El argumento que convalida eso es que de los 182 despidos en el ingenio, 164 son “afiliados, activistas de la agrupación gremial, delegados o miembros del sindicato y de la CTA regional”. Como el caso de él mismo, Jorge Moreno, y del otro trabajador despedido que estuvo preso, Martín Méndez, que era delegado del sector.
Consultado sobre el poder del ingenio en la zona, expresó que tienen “cuatro localidades (que dependen del trabajo en la empresa), el pueblo donde está el Tabacal debe tener un 60 o 70 por ciento de la gente que depende del Tabacal. El grueso trabaja ahí”. Vale destacar que esa localidad, que lleva el nombre del ingenio, es una villa que fue creada justamente por Tabacal Agroindustria, que es el principal empleador privado de esa zona ubicada en el departamento de Orán, al límite con Bolivia.
“Tienen mucho poder político. Hay muchos políticos que no se quieren meter, no quieren dar la cara, tienen miedo a la represalia del Tabacal”, sumó Moreno.
Y continuó: “Cuando nos detienen y nos esposan, nos empezaron a golpear. Empezaron los golpes de la gente de Prosegur, de la policía y de la misma gente que trabaja en el Tabacal, porque había un encargado que nos pegaba. Ahora mi compañero tiene un problema de audición. Estamos presentando la denuncia de todo eso”.
“Nos golpean desde que salimos de la fábrica. No hubo un momento en el que nos dejen de pegar. Prácticamente nos han torturado, nos pisaban las piernas, nos golpearon en la cabeza, en la espalda. A mi compañero le quedo la mano hinchada, a mí me golpearon también la cara. Cuando nos detienen, yo tenía miedo. Miedo de que nos carguen, nos lleven a un lugar que no conocíamos, que nos iban a torturar. Nos dijeron, incluso, `nadie se va a enterar lo que les va a pasar´. Todo fue rápido”, afirmó.
A partir de lo que testificaron distintas personas, se modificó la caratula contra ambos trabajadores. En un principio era de violación a la propiedad privada y se cambió a estrago doloso. Pero sigue el proceso judicial en su contra.
“El tabacal buscó amedrentar a la gente, meter miedo. Sigue empecinado con parar el reclamo, con ejemplificar con nuestro caso que no hay que pedir por el trabajo. Pero gracias a dios, con las marchas, manifestaciones y la repercusión mediática se logró generar presión”, finalizó.
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