José Schulman, secretario de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, conversó con Desde el Barrio en el marco del acto llevado a cabo al cumplirse dos años de la detención de la dirigente jujeña Milagro Sala. Schulman caracterizó la situación de Sala como «un hecho que dice mucho acerca de la Argentina. El actual es un gobierno autoritario, que utiliza máscara democrática pero que no respeta ni la Constitución, ni las garantías, ni las leyes. Está convirtiendo al país en un territorio controlado por las fuerzas represivas como el ejército o la gendarmería»
Por eso «La cárcel de Milagro obliga a pensar a la sociedad argentina o la pone frente a un espejo para mostrarle que un sector de sí misma no está mostrando ningún compromiso con el respeto y la tolerancia. Habrá que replantear el verdadero compromiso democrático del país, que en este momento dista mucho de ser potente y real. En cuanto a los organismos de Derechos Humanos, nos plantea el desafío de pensar nuevas formas de lucha, y de mostrarle a los compañeros que se movilizan que no están solos. Si los que pelean se encuentran con que nadie se moviliza ante una detención, estamos derrotados«.
El dirigente, él miso preso político durante el Proceso, recordó que «incluso la dictadura de Juan Carlos Onganía respetó la categoría de preso político. La de Jorge Rafael Videla no lo hizo, pero desde el ’83 hasta acá todos lo habían vuelto a respetar. Pero cuando quisimos ingresar al penal de Ezeiza para ver a Carlos Zanini y a otros detenidos, el pedido fue rechazado. La cárcel siempre es dura para quien la padece. El tiempo se congela y la incertidumbre de no saber cuándo se va a salir es un instrumento de tortura. Las condicionas de hoy son muy difíciles, aunque tienen más capacidades de comunicación comparado con la época en que estuve preso en Coronda. La cárcel es un lugar de quiebre o de resistencia. Y eso depende mucho de lo que hagamos los que estamos libres, hay que demostrarle a los detenidos que no están solos«.
Finalmente Schulman evaluó que «el gobierno va quedando desnudo en más de un tema. Creo que vamos a una Argentina muy extraña, donde una parte va a defender que maten a los piqueteros, los indios, los mapuches. Hay que ser realista y asumirlo. Otra parte crece en el reclamo de libertad a los presos, y en el medio hay un sector en disputa. No hay que soñar con mayorías del 80 o 90%, sino consolidar el 30 o 35% que quiere vivir en democracia y hacerlo valer. El gobierno no va a regalar nada, no respeta el derecho, y solo con presión popular y política le arrancaremos medidas que nos favorezcan«.
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