En el marco de la movilización popular organizada por organizaciones gremiales, políticas, sociales y estudiantiles, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, levantó la sesión donde el oficialismo pretendía debatir hoy la reforma previsional. Para lograr quorum, 130 diputados, el oficialismo sentó en las bancas a dos legisladores que aun no juraron su cargo. Se trata de Jorge Enríquez, que reemplaza a la candidata de Cambiemos Joanna Picetti, que no pudo asumir por sus problemas con la Justicia, y la rosarina Astrid Hummel, que ingresa por Ana Martínez. En medio de un escándalo mayúsculo, a las 14.30hs, Monzó levantó la sesión.
Desde temprano, columnas sindicales identificadas con el Movimiento Obrero (Corriente Federal de Trabajadores, CGT y ambas CTA) junto a contingentes gigantescos de las organizaciones sociales, vertientes políticas, cooperativas, empresariales y estudiantiles se hicieron presentes en la Plaza del Congreso. La misma se encontró desde ayer fuertemente custodiada por efectivos policiales y de Gendarmería nacional, en un despliegue inaudito.
La ley oficial, que restringe haberes jubilatorios y de AUH, iba a ser tratada a partir de las dos de la tarde. Minutos antes de ese horario, sin que existiera provocación, efectivos de Gendarmería iniciaron una feroz represión que incluyó gases lacrimógenos, balas de goma y el uso de camiones hidrantes. Diputados opositores salieron del recinto buscando frenar la represión. Como consecuencia, el diputado Matías Rodríguez recibió un golpe en el rostro que lo dejó inconsciente. A su vez, a la legisladora Mayra Mendoza le tiraron gas pimienta sobre su cara. Una clara muestra de debilidad del gobierno nacional.
Héctor Amichetti, referente de la Corriente Federal de Trabajadores, expresó en Radio Gráfica: «Hay que rechazar la reforma previsional en todo momento. Hay que hacer el paro con movilización, sin dilaciones. Estamos obligados a pelear esta lucha con todas las fuerzas que tenemos«.
Resulta ostensible que la instrucción oficial a las fuerzas de seguridad era evitar el desarrollo de la convocatoria, debido a su masividad. Las autoridades no lograron imponer su proyecto, ni evitar la enorme convocatoria. Entre ambos factores, se puede observar la debilidad oficial. El rechazo al programa económico antiindustrial y antinacional sigue creciendo en el seno del pueblo argentino.
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