La vida de Aurora Sánchez Nadal cambió aquel 23 de enero de 1989. Ella estaba exiliada en Nicaragua desde hacía casi una década. Ese día, su hijo Iván y su hermano Roberto fueron parte de los civiles que intentaron copar el cuartel de La Tablada junto al movimiento Todos por la Patria. Ambos fueron asesinados. Sus restos fueron parte de un raíd macabro. El cuerpo de Roberto Sánchez recién fue reconocido en 2013. Aún se busca a Iván, un desaparecido más.
Aurora junto a Dora Molina, sobreviviente del copamiento, estuvieron presentes en Radio Gráfica presentando el documental «Somos Invencibles», dirigido por el ecuatoriano Pablo Arturo Suárez. La película cuenta la lucha de Aurora en la búsqueda de los restos de sus seres queridos.
Entrevistadas por Gustavo Ramírez en La Señal, para Aurora expresó: «Somos Invencibles dura 23 minutos. Fue filmada en Nicaragua, Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Lo que se pretende es recuperar la imagen de un revolucionario. Porque ellos se metieron en La Tablada pero no en una escuela o una villa a matar niños. Se metieron en la boca del enemigo. Es cierto, tomaron La Tablada en democracia; pero también es cierto que los trataron igual que en plena dictadura. A mi hijo, que tenía 20 años, gracias a las fotos de Eduardo Longoni, sabemos que lo agarraron vivo y desarmado. Luego lo torturaron, lo asesinaron, lo descuartizaron y lo desaparecieron».
Aurora contó la historia de su hijo: «Era soldado desde los 13 años. Fundador del batallón 3072 de la juventud, de los primeros que defendieron cuando entró la Contra a Nicaragua. Fue herido dos veces en guerra. Era una persona que solo pensaba en que la revolución debía ser en latinoamérica»; y agregó: «Yo a mi hijo lo vi muerto en una foto. Sé que está muerto. Yo lo parí y tengo derecho a tener sus restos. En La Tablada me mataron a mi hermano y a mi hijo. Mi hermano estuvo desaparecido durante más de veinte años. Hoy sus cenizas están en Plaza de mayo, Laguna de los Padres y Nicaragua. Ahora nuestra lucha es por mi hijo. A el lo capturaron vivo junto a José Díaz, Carlos Samojedny y Francisco Provenzano. Ninguno de ellos estaba herido, pero los mataron y los desaparecieron. A mi hijo no le respetaron la convención de Ginebra. Si era culpable de algo, debió ser juzgado y condenado a derecho. No tenían derecho a hacer lo que hicieron».
Dora Molina también dio su testimonio de aquel 23 de enero de 1989: «A mi me detuvieron fuera del cuartel junto a un grupo de compañeros. La Tablada se dio en un momento convulsionado. Los militares estaban cuestionando la democracia desde la Semana Santa de 1987. Sobre todo por el juzgamiento de sus propios compañeros. Tablada se dio en el medio de eso con el objeto de poner freno a la arremetida militar. Yo integraba el Movimiento Todos por la Patria, una organización política que surgió en 1985 con la idea de confluir todas las experiencias populares. Nosotros entendimos que la organización debía frenar estas arremetidas militares que tanto daño le estaban haciendo al país. Con ese propósito llegamos a los hechos de La Tablada».
Para Molina «el establishment nos demonizó. Lo mismo que están haciendo ahora con Milagro Sala. ¿Ella tomó un cuartel? No, pero construyó poder popular, escuelas para pibes, piletas. La demonizan como nos demonizan a nosotros. Se tapó que nosotros queríamos una vida mas digna para todos y sabemos que para construirla debíamos ir contra ese poder instituido»; y agregó: «De La Tablada se dijo cualquier cosa. Se dijo que entramos atropellando un soldado cuando no fue así. Nadie dice que a ese soldado lo mató un oficial del ejército desde el primer piso, algo que está demostrado en el juicio».
«Yo estuve diez años detenida. Cumplí condena de quince. Los compañeros que fueron detenidos dentro del cuartel cumplieron más años de cárcel hasta que les llegó el indulto en la época de Duhalde. A nosotros nos juzgaron rapidamente. En menos de un año ya estábamos condenados. Pero nosotros exigimos que se juzguen todas las violaciones a los Derechos Humanos que perpetró el ejército argentino. A nosotros nos juzgaron, pero eso lo separaron. Dividieron el objeto procesal», explicó Molina; quién remarcó: «Muchos compañeros fueron torturados y rematados. Muchos compañeros caídos fueron entregados a sus familiares. En un primer momento calculamos que ocho o nueve fueron enterrados como NN en aquel 1989. Recién tuvimos certeza de esos cuerpos hace cuatro o cinco años. Esto sucede porque se intentó tapar todo esto».
Aurora dio cuenta de lo padecido en la búsqueda de los restos de su hijo Iván: «En 2000 me confirmaron que mi hijo estaba reconocido en un 99% junto al cuerpo de Quito Burgos. Pero después nos enteramos que el cuerpo enterrado que todos creíamos que era Pancho Provenzano era Quito. Esa fue una maniobra para ocultar lo que realmente sucedió. Hay cuatro personas que las hicieron desaparecer porque se rindieron y fueron asesinadas. Hay fotos y filmaciones. Al día siguiente de la rendición de mi hijo y Díaz, hicieron desaparecer a Pancho y Carlos». La madre de Iván Díaz agregó: «Si hubieran hecho bien las cosas, esto no hubiera pasado. Pasa porque existe la necesidad de ocultar el asesinato. Cuando informaron que hay una tumba en Chacarita para investigar nos encontramos allí con todo el espanto. Cuando se destapa la misma se encontró una mezla de huesos rotos y quemados en una bolsa de Manliba que decía Mantenga Limpia Buenos Aires. Yo creo que los cuerpos los descuartizaron en Chacarita».
Volviendo al documental, Aurora Sánchez Nadal comentó como se encontró con el director ecuatoriano Pablo Suárez: «Su tía es muy amiga mía. Cuando me avisaron que iban a entregar los restos de mi hermano, ella decidió acompañarme en mi regreso al país. Vino con su sobrino Pablo que justo estaba filmando una película acá. Ella le dijo, si querés una buena historia, acá tenés una. El no sabía de que trataba. Estudió durante años en Europa y estaba muy alejado de este tipo de historias, pero se compenetró de forma tal que le cambió la vida. Me filmó en todos lados. En el Muro de la Memoria. En Plaza de Mayo cuando enterramos las cenizas de mi hermano y Quito Burgos. Filmó en Nicaragua. Ya la presentamos en Valencia, Barcelona, Lima, Bogotá y ahora iniciamos la Ruta de la Memoria, desde Buenos Aires hasta Jujuy».
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