“Niños, piensa Art, arrancados de su sueño, que agarran sus juguetes y los abrazan. Mientras, sobre todo mientras, los fusiles rugen”
Don Winslow. El Poder Del Perro
I
Daniel me regaló el libro en el 2009. Para ese entonces terminaba de leer 2666 del chileno Roberto Bolaño. En el de Winslow mi amigo había dejado escrita una dedicatoria. Una frase de Marck Twain:
Un hombre que no lee buenos libros, no posee ninguna ventaja respecto a quien no sabe leer
Entonces como ahora me preguntaba lo mismo. ¿Cuál era el límite de la realidad? Ambos libros tienen un punto de contacto: México. Pero no ese México geográfico y lastimoso que sale de vez en cuando en algunos medios insufribles. No. Era otro México. El profundo del día a día. Ese México de pertenencia revolucionaria que siempre está por nacer. El México ahogado en un charco de sangre.
La ficción suele sobredimensionar hechos, costumbres y personajes. Pero ¿y la realidad? Entonces ¿no hay ficción? En México da la impresión que no existen estas fronteras. Al menos no como la que lo separa de Estados Unidos. ¿Está México separado de los Estados Unidos?
El universo narco representa una dimensión surrealista de un país donde las diferencias sociales son hondas y trágicas. Borra las fronteras y no precisamente como lo había soñado Lennon. Una ráfaga de balas puede ser suficiente. No hay fronteras. Todo parece esfumarse a su vez reconstruirse de manera brutal y absurda en la alquimia de la droga. No por consumo sino por comercio. ¿Es México la expresión más cínica y brutal del capitalismo?
II
Cuernos de chivo: 4k-47 Kaláshnikov.
A 140 Kilómetros de la frontera con Estados Unidos existe un pueblo mexicano llamado San Fernando. Allí en 2011 se encontraron 193 cuerpos. Ese es territorio de los Zetas. Tal vez el cártel más violento del país. Sus métodos de exterminios son más que crueles. Cada cuerpo muerto implica un mensaje. Los Zetas han hecho toda una semiología de la muerte.
Poco antes que fueran descubiertas estas fosas los Zeta pararon varios autobuses en la “carretera” que atraviesa la región. Bajaron a todo su pasaje. Es su territorio. Y hay que pagar para cruzar. El precio, un enfrentamiento de gladiadores. Cada pasajero era dotado de cuchillos y debían enfrentarse uno contra otro a muerte. El que sobrevivía era “adoptado” por los Zetas. Si se negaba, pues la solución es imaginable.
El relato es fuerte. Como todo lo que pasa en el México profundo. Roberto Saviano lo cuenta con jodida claridad en su libro CeroCeroCero, cómo la cocaína gobierna al mundo. Una vez más las fronteras. La ficción y lo real. ¡El absurdo!
III
Números. ¿Números? ¿Les vas a creer?
Los cárteles de Sinaloa y Los Zetas manejan el 80 % del negocio. Dominar el negocio es manejar al mercado. Manejar al mercado es manejar a México. Cómo se maneja a México, sembrando miedo. Desde el 2007 han sido asesinadas 150 mil personas. Más de 26 mil han desaparecido. ¿Usted, de éste lado del mundo, entiende lo que realmente es la inseguridad?
Para que el narcotráfico se mueva en país centroamericano existe una compleja red racional de organización. Es necesario entender que todo funciona de manera elaborada. Nada está librado al azar. Sobre todo porque el “narco” es el Estado. Es a partir de ese dominio que se elabora una racionalidad estatal que permite funcionar a la organización criminal.
Claro que nada de esto sería posible sin la intervención directa y divina de Estados Unidos. El país del norte es el mayor consumidor de drogas de todos los tamaños, precios y colores. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud dado a conocer en 2008, los norteamericanos son consumidores de un tercio de la producción mundial de cocaína.
En el año 2007 Clinton reconocía que en su país se consume el 50% de las drogas que se consumen en el mundo mientras que la población del país alcanza al 5% del mundo. En Estados Unidos en kilo de cocaína cuesta 139 mil dólares, mientras que en México sale 12 mil dólares.
La Junta Internacional de Estupefacientes dependiente de la ONU reveló que en el año 2011 que los “estadounidenses consumen anualmente entre 150 y 160 toneladas de cocaína”. El 90% de la droga pasa por México.
IV
Los cárteles no son un invento de la posmodernidad. Por ejemplo, el cártel del Golfo uno de los mayores importadores de marihuana y cocaína que entra a Estados Unidos, surgió para la década del ’30 contrabandeando whisky. Fue la época donde el imperio demandó de México la producción de droga para sus tropas en guerra.
Un cártel es a su vez una empresa y un ejército. Para ello establecen relaciones con cuerpos de élite militar y política. Entendiendo como funcionan algunas cuestiones en un país con una población empobrecida, los capo narcos saben que todo tiene un precio. Lo que menos vale es la vida.
Osiel Cárdenas Guillén mató en 1998 a Salvador Gómez Herrera por entonces jefe del cártel del Golfo. Así se ganó el mote por el que se le conoce en la actualidad: El Mata Amigos. Como capo del cártel, Guillén, tuvo un altercado con agentes de la DEA y el FBI. Eso lo puso paranoico. Así que decidió crear su propio ejército para protegerse. Arturo Guzmán Decena será el encargado de cumplirle el deseo al Mata Amigos.
Decena, teniente de la fuerza especial GAFE encargada de combatir al narcotráfico, junto a un poco más de treinta hombres también del GAFE. Con ellos nacerán los Zetas. Porque “Z” era el código clave que los soldados especiales utilizaban para comunicarse entre sí. Armados por fuerzas comandos estadounidenses y formados por “especialistas en tácticas subversivas de Israel y Francia” los GAFE eran especialistas en matar.
La independencia de los Zetas llega para el año 2003 cuando cae detenido Osiel Cárdenas Guillén. Quien en la actualidad purga una condena de 25 años. Los Zetas son el cártel mejor armado y más profesional para matar y comercializar mercancía. Mantienen contactos con políticos de las altas esferas y compran voluntades de policías y jueces locales.
V
La desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa del Estado de Guerrero ha conmovido a México. El país se ha movilizado para reclamar la aparición con vida de los normalistas. El clima de hartazgo e insurrección pone en jaque al endeble Gobierno de Peña Nieto. Un presidente servil a los intereses de Estados Unidos.
El caso desnuda a viva voz las alianzas entre los distintos estamentos sociales que prefiguran al narcotráfico. En México la corrupción como hecho político cuesta vidas día tras día. Vidas que no tienen siquiera valor simbólico para las estructuras de poder. Morir asesinado es parte de la naturaleza de una realidad que se asemeja mucho a una ficción literaria. Un sicario puede ganar 50 mil dólares por degollar a alguien. En México, los sicarios tienen entre 15 y 17 años promedio.
Por su parte el gobierno nacional mexicano se exculpa de la situación y reprime las protestas populares siguiendo la línea discursiva de la desaparición de los militantes estudiantiles. No es bueno para el negocio que el pueblo se levante. No es bueno para el negocio que el pueblo se organice y luche. Los 43 estudiantes desaparecidos son una realidad en un país donde los poderosos pretenden que todo sea absurdo y ficcional.
Por estas horas un clamor popular se levanta desde México y recorre el mundo borrando las fronteras de la impunidad. Clamor del cual nos hacemos eco en esta nota:
¡VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!
* Por Gustavo Ramírez – Feos Sucios Malas / La Señal Medios / Radio Gráfica