Hacer un poco de periodismo en estos días da vértigo. La acumulación de noticias, especialmente las muy malas, es infinita. No salimos de un tema espinozo, complejo, lleno de aristas, sangre y dolor como el de los bombardeos israelíes sobre Gaza, y entramos en una minuciosa red de mentiras y falsas acusaciones con impactantes imágenes de cuerpos que cayeron desde 10 mil pies de altura junto a un avión de Malasia.
De la continua tragedia humanitaria que significa vivir en Gaza, a lo peor de la Guerra Fría en cuestión de horas. Misiles tierra-aire o bombardeos a plena luz del día en una morgue a cielo abierto son, si se me permite, los aspectos más visibles e impactantes de un extenso acontecer plagado de hechos significativos que van reconfigurando un nuevo planisferio.
Mientras nos estremece el olor a pólvora y muerte que nos llega del mundo árabe y de Europa del Este, el presidente chino Xi Jinping celebra convenios y presta dinero en América Latina, donde las principales economías emergentes crean un banco de fomento y avanzan en una integración con los países de la región. Este es también, aunque soslayado, uno de los tres acontecimientos más importantes que sucedieron en los últimos días.
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, no concilia el sueño desde hace mucho tiempo. Un inocultable gesto de preocupación se adueñó de su rostro y ya nos acostumbramos a que no luzca su sonrisa. El imprecionante lobby armamentista le dobla el brazo una vez más, y a esto se le suma el sionismo más inhumano que lo obliga a defender lo indefendible de la matanza israelí. Allí está, el presidente del imperio en decadencia luchando nuevamente por un puñado de millones con el Congreso para atender otra de las tragedias humanitarias que estalla en su frontera sur: ya no solo llegan los muertos de hambre y miedo de Centroamérica, sino que ahora mandan a sus hijos, de a miles. El Tea Party, en las sombras, se relame y espera.
Todo esto se inició con una operación que requirió atacar varios frentes a la vez. De hecho, lo vienen haciendo desde que estalló la burbuja financiera de 2008, eso que los tecnócratas dieron en llamar “la crisis de las hipotecas”. Lo manejaron ellos, desde el principio. Inflaron la burbuja, la hicieron estallar, (se) administraron los cientos de miles de millones que hicieron fluir a los bancos para detener el efecto dominó que ellos mismos echaron a correr. Fue entonces que llegaron el desempleo, los desalojos y el caos social. Como las balsas con moribundos africanos que aparecieron en las costas italianas, llegó el miedo a las masas de Europa y EEUU.
Con la jugada económica se fortaleció Alemania, que es el país comisario de los planes de ajuste europeos, el acreedor de los estados más empobrecidos y el flamante campeón del mundo. Inglaterra, como siempre, logró acomodarse. En esa plaza se negocian buena parte de los activos lícitos y no, blanqueados y no, conquistados y por conquistar. Mientras, los organismos internacionales sesionan para volver a fallar, por enésima vez, sobre las mismas cuestiones que ya sesionaron hace 50 años y jamás se atrevieron a hacer cumplir. Al bueno de Ban Ki-moon lo sacan para las fotos y cada vez se parece más a un objeto de adorno que solo ponen allí para estorbar el paso.
La contracción económica continúa y hasta la poderosa petrolera estatal mexicana Pemex, nacionalizada por el presidente revolucionario Lázaro Cárdenas en 1938, cayó en la volteada . Lo que comenzó como un golpe de mercado a escala global, se extendió a las calles de Gaza y a los cielos ucranianos. El derrotero incluyó la sucesión de golpes de estado, revueltas populares o guerras civiles que todavía se están dando en ciertos estados estratégicos del Medio Oriente, todas muy bien orquestadas por las centrales de inteligencia.
En este sucinto recorrido, aún cambiante e inconcluso, están en juego sofisticados intereses: lo que está en el subsuelo de medio mundo, pero también en su superficie, donde las balas matan y los misiles destruyen y la sangre lo tiñe todo.
MI/GF/RG
* Mariano Iñiguez – Feos, Sucios y Malas / Radio Gráfica