diciembre 19, 2024

San Juan XXIII

San Juan XXIII

canonizacionPara muchos de los fieles que llenaron la plaza de San Pedro el domingo 27 de abril, el protagonista del día fue Juan Pablo II: un Papa mediático y carismático, de mandato reciente, a quien algunos medios italianos siguen refiriéndose con el apelativo «la sonrisa de Dios».

Pero ese día, junto al polaco Karol Wojtyla, fue canonizada una figura más discreta y lejana en el tiempo: Juan XXIII, el hombre que dirigió la Iglesia católica entre 1958 y 1963 e impulsó el Concilio Vaticano II, el acontecimiento que cambió la cara de la Iglesia en el siglo XX.

Angelo Roncalli, quien recibió el sobrenombre de «el Papa Bueno» por su carácter tranquilo y su apariencia bondadosa, fue en cambio criticado durante su pontificado por los sectores más conservadores de la Iglesia, que lo acusaron de «modernista» y llegaron calificarlo de comunista.

El hecho de que, por primera vez en la historia, el Vaticano celebre una canonización simultánea de dos pontífices lleva de forma casi inevitable a la comparación entre ambos.

En este sentido, el papa italiano –nacido en una familia de campesinos cerca de Bérgamo en 1881– representa en buena medida a una Iglesia que en muchos aspectos es el reverso de la encarnada por Wojtyla.

No en vano, el corto pontificado de Angelo Roncalli fue un punto de inflexión en la Iglesia del siglo XX, el primer intento serio de modernizar una institución de siglos de historia.

Juan XXIII es uno de los papas más importantes y más relevantes de la historia del cristianismo porque consigue enterrar 16 siglos de historia y recupera lo que sería el verdadero cristianismo, que se refleja en el diálogo, no en la condena. El diálogo con la cultura moderna, con los no creyentes, con las otras tradiciones religiosas y dentro de la propia Iglesia Católica.

Roncalli introduce dentro de la doctrina social de la Iglesia la cultura de los derechos humanos y la propuesta de una Iglesia de y para los pobres.

La decisión personal de convocar el Concilio Vaticano II en 1959 fue quizá el momento clave del pontificado de Roncalli, el que más trascendencia tuvo para el futuro de la Iglesia y su relación con el mundo.

Hacía sólo tres meses que el cardenal de Venecia había sido nombrado Sumo Pontífice, cuando llamó –para sorpresa de muchos- al XXI Concilio Ecuménico, que después fue denominado Concilio Vaticano II.

Entre los objetivos de esta junta de los obispos de todos los Estados y reinos de la cristiandad estaba el del aggiornamento o «puesta al día» de la Iglesia.

Roncalli había tenido una trayectoria de más de 30 años en la diplomacia vaticana, que le había llevado a ocupar posiciones en lugares fronterizos donde la Iglesia católica convive con otras confesiones como el cristianismo ortodoxo o el Islam –como Bulgaria, Grecia y Turquía- en momentos turbulentos como la I Guerra Mundial, el periodo de entreguerras y la II Guerra Mundial.

Esa experiencia, según los expertos, fue clave en su toma de conciencia de los problemas del mundo moderno y en su espíritu aperturista y de diálogo entre las diferentes confesiones cristianas y con otras religiones.

Juan XXIII murió a los 81 años el 3 de junio de 1963 como consecuencia de un cáncer de estómago y nunca vio terminado su proyecto. Su sucesor, el también italiano Pablo VI, fue el encargado de concluir el Concilio.

Juan XXIII terminó transformándole la cara al catolicismo.

Abrió la Iglesia a un diálogo con el mundo. El papa Juan dejó de lado las condenas a la sociedad contemporánea, dejó de lado las excomuniones y buscó comprender más que juzgar. Comprender cuáles eran los problemas y las aspiraciones del mundo contemporáneo.

Con el gesto inédito de la doble canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, algunos analistas consideran que Francisco intenta reconciliar dos tendencias de la Iglesia: la más conservadora, que ve en el primero un referente, y la progresista, que reclama al segundo como un pionero reformista.

Francisco es un fruto de Juan XXIII. Desde mi punto de vista, la canonización de Juan XXIII es la repuesta del papa Francisco a los críticos del Vaticano II.

Una decisión política, un gesto de la vigencia de Juan XXIII es éste siglo.

Alicia LadoPanorama Federal / Abramos la Boca / Radio Gráfica

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