abril 21, 2025

Una luz azul en el camino

nota: Gabriel Fernandez

Asumió Barack Obama y se puede inferir con claridad lo que conviene a nuestros pueblos: aprovechar todas las circunstancias sin esperar nada.

Lo cual no es otra cosa que la ratificación del rumbo hacia la unidad subcontinental que se viene desplegando con ritmos dispares pero intensidad sostenida.

El morocho de Honolulu

El frío intenso que aborda Washington resultó horadado, al aire libre, por miles de esperanzados que comprendieron la trascendencia que para ellos puede tener el cambio presidencial.

Saben que los presupuestos públicos norteamericanos se manejarán con otro estilo, que la inviabilidad de la vida cotidiana en Atlanta se atenuará, que los informativos darán tres noticias en lugar de dos y que habrá expresiones culturales que lograrán un recoveco sin padecer persecuciones extremas.

Frente a la verticalidad absoluta planteada por George W. Bush, el estadounidense promedio percibirá bocanadas de oxígeno vivificante que le harán sentir la persistencia del largo brazo del Tío Tom, abrazando seres en vastas direcciones.

No es imposible que el nuevo presidente confirme en los hechos estas expectativas. Tampoco es tan difícil dejar de decir a los humildes yanquis “ustedes son perdedores, vuestros dramas son el fruto de sus defecciones” y pasar al “maybe, maybe” que al menos encarna una luz a futuro.

Los morochos del Abasto

Pero nosotros somos otro tema. Ni siquiera somos los pobres norteamericanos. Somos los destinatarios de la política oficial de ese país destinada a extender por el planeta los efectos de la crisis financiera con el objetivo de obtener recursos para paliarla y seguir.

Somos los dueños de algunos productos básicos ultranecesarios para esa potencia: territorios, agua, petróleo, alimentos, minerales. Productos de los cuales ningún gobierno norteamericano podrá  prescindir si anhela reconstituir el poderío y, de paso, satisfacer algunas demandas internas.

No se trata, por tanto, de señalar que Bush y Obama son lo mismo, pues no lo son. Se trata de entender que los espacios geoeconómicos deben considerar el propio interés y así entablar vínculo con el resto en condiciones equilibradas, dentro de relaciones de poder dispares.

La consolidación de la argamasa destinada a potenciar el Sur de la región, con sus acuerdos comerciales, sus proyectos comunicacionales y energéticos, con el Banco zonal y el respaldo conjunto a las democracias cercanas, la perspectiva de una moneda latinoamericana, son los aspectos esenciales que nos permitirán enfrentar esta nueva etapa sin esperar qué haga o deje de hacer el morocho de Honolulu.

La morocha del Bosque

Ahora bien, es significativo que Cristina escogiera estar en Cuba durante el acto de traspaso. Más allá de los acuerdos con la isla, del reclamo por el cese del bloqueo, de la continua condonación de la deuda, la presencia misma de la presidenta configura un gesto valorable que podría haber merecido un par de líneas en las informaciones de la izquierda argentina.

Y como para corroborar el eje de este texto, y el acierto de la acción kirchneriana, Obama señaló que el presidente venezolano Hugo Chávez y su par boliviano Evo Morales difunden “el temor” por la región y perjudican su progreso. Piense un poco lector, y observará porqué, al menos en estos tiempos, las cosas están en su lugar en el Sur del continente.

Sin embargo, después de este primer año agitado de gobierno la Argentina tendrá que ir más allá de la integración regional, o mejor, más acá, para resolver puertas adentro el perfil del nuevo Proyecto Nacional.

Y como la interioridad define los pasos que trascienden el umbral, vamos a señalar un par de aspectos, a modo de digresión dentro de un material disparado por la asunción del demócrata entre la nieve.

Vale considerar la acentuación de la presencia del Estado en el rumbo marcado por medidas como la readquisición de las jubilaciones y la nacionalización de Aerolíneas, ampliar las recientes medidas económicas para integrar a las franjas populares a niveles de consumo aceptables, considerar dentro del esquema económico el rol decisivo que pueden tener las cooperativas y los movimientos sociales, derivación de la experiencia histórica del movimiento obrero argentino. Y también, brindar un fuerte impulso cultural que afirme la autovaloración abierta, sin rastros chauvinistas, asentada en programas educativos nacionales centralizados y proyectos comunicacionales inteligentes y potentes.

Entre la integración latinoamericana y el desarrollo interno se cuenta la combinación que nos permitirá tomar en cuenta lo que haga Obama, sin aguardar soluciones que surjan de su mano izquierda y sin temer los aprietes que manen de su diestra.

Al costado de la carretera

Los hombres no somos todos hermanos, ni siquiera cuando tenemos el mismo color de piel. Puras macanas, si se las evalúa como absolutas en los tiempos que corren. Aunque pueden evolucionar en verdades a futuro

(Igual, no está de más tomar en cuenta la iniciativa de formar comités de solidaridad con los pueblos israelí y norteamericano para protegerlos de los gobiernos teocráticos y dictatoriales que los oprimen. )

Finalmente, una metáfora para quienes desean tanto que las soluciones vengan de afuera, que terminan haciendo el ridículo.

Resulta que un fanático de los ovnis, de esos que esperan el salvataje ofrecido por una civilización superior, venía manejando en una ruta alejada, sin tránsito, en una noche brumosa.

A lo lejos vio una tenue luz azulada, envuelta en el halo que ofrecía la humedad. Su corazón comenzó a palpitar con fuerza y se dijo “’los encontré al fin! ¡llegaron y puedo hablarles!”

Convencido, salió de la carretera siguiendo la luz. Bajó del auto y caminó un par de metros. Cerca de la fogosidad azul un pequeño ser, oculto por las sombras, apenas se movía. Parecía un hombre acuclillado, pero la oscuridad lo mostraba cual un fenómeno.

Nuestro esperanzado intentó comunicarse. Y dijo: “Soy Alberto Jiménez, del planeta Tierra, vivo en la Argentina, tengo el corazón lleno de paz y le doy la bienvenida. Espero que su sabiduría nos ayude a ser mejores y que se sienta cómodo entre nosotros. ¿Me comprende? Este es un momento muy importante para mi y para el género humano ¿Cuál es su nombre?”.

Después de moverse unos instantes, como acomodándose, y tras lanzar un imperceptible gruñido, la figura respondió: “Juan Rodríguez, chofer de Costera Criolla, una luz azul en el camino, cagando al costado de la ruta”.

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