Por GABRIEL FERNÁNDEZ *
Una muchedumbre vibrante. No menos de 300 mil personas se aproximaron a la convocatoria de las diversas vertientes sindicales argentinas para rechazar el ajuste y los despidos dispuestos por la política económica del gobierno macrista. El acto, que duró más de hora y media, sirvió para canalizar la demanda social y mostrar, a sólo cuatro meses de asunción, el malestar gestado por la acción liberal.
Pese al feroz hostigamiento mediático y la falsificación en los puntos de la convocatoria, los trabajadores de distintos puntos del país, especialmente Capital Federal y Gran Buenos Aires, dieron el puntapié inicial a la construcción de nuevos escenarios políticos. A partir de ahora el interrogante está en derredor de cuál de los probables será el que se imponga en el mediano plazo.
Si las exigencias obreras son rechazadas de plano, es probable que se marche hacia un paro general, como deslizaron los oradores, con fuerte contraste callejero. Si las mismas son admitidas, puede abrirse un período institucional de cierta estabilidad. En ese cuadro de situación será interesante observar la elaboración de una mesa de enlace que unificaría a las centrales convocantes hacia una acción conjunta. Lo veremos más adelante, en este artículo.
Recorrimos el acto por toda la avenida Paseo Colón y pudimos constatar el entusiasmo de los presentes, conscientes de la situación y bien alejados de “los 500 pesos y el choripán” con el cual se autodevalúan los grandes miserables medios de comunicación y la zoncera promedio de la sociedad. Las banderas y las consignas eran inequívocas en cuanto al repudio a cesantías y transferencia de recursos en general.
Luego participamos del encuentro de la Corriente Político Sindical Federal en el edificio de la Federación Gráfica Bonaerense. Allí, los titulares de los sindicatos industriales alineados en ese espacio manifestaron su satisfacción por la masividad alcanzada. También indicaron que aunque faltó energía en varios discursos, todos terminaron exigiendo respuestas concretas y advirtieron sobre la posibilidad de un paro general.
Al encuentro improvisado, donde el anfitrión fue el secretario general de la FGB, Héctor Amichetti, se acercaron ex funcionarios del gobierno nacional popular, como Carlos Tomada, Axel Kicillof y Mariano Recalde. En diálogo con nuestro medio pusieron de relieve la multitud presente y la convicción obrera para rechazar los planes que promueven la transferencia de ingresos de las franjas populares hacia los poderosos.
Las puertas de la historia se abren de nuevo. Aún no de par en par, pero la multitud hizo fuerzas para que los goznes chirrien y el aire comience a transitar zonas neblinosas que pueden ahogar el futuro de nuestro pueblo. Es la realidad social la que imprime el desajuste de las previsiones neoliberales. Como lo anticipáramos en estas páginas meses atrás, el movimiento obrero, más rápido de lo esperado, dijo presente con una voz potente.
INTERROGANTES. A partir de una tríada importante de actos multitudinarios (24 de marzo, retorno de CFK y 29 de Abril) se abre la perspectiva de nuevos escenarios. En principio digamos una cosa: son convocatorias complementarias, no se trata de un mismo “elenco” que va a todas partes. Los más variados sectores populares se han manifestado contra la política macrista en sus distintas variantes. Estos tres encuentros masivos han estado acompasados por luchas parciales diarias e intensas.
Luego, los escenarios: 1 El gobierno tiene su razón de ser en el ajuste, contrasta y niega las demandas. 2 El gobierno cede parcialmente y abre el juego a negociaciones. 3 El gobierno cede integralmente y modifica el eje de sus políticas. Es parte del sentido común descartar la tercera opción pues la misma indicaría un tránsito hacia una gestión macrista “nacional y popular”. Pero las otras dos, ameritan consideración.
En el primer caso, la lucha se generalizará hasta derivar en conflictos agudos, probable represión y quiebre institucional. Paro general, grandes movilizaciones, helicóptero. En la segunda instancia, la pugna persistirá pero se dará espacio a un juego político que derivará en las elecciones regularmente establecidas, con una oposición –si sabe aprovechar las circunstancias- fortificada. Se puede vencer al macrismo, pero tras cuatro años el daño económico social resultará muy profundo.
Este es el panorama de trazo grueso. Hay variantes y matices: cuál será la incidencia sobre el voto antinacional del ajuste económico y la persistencia de las protestas; qué nivel de acuerdos pueden lograr las vertientes kirchneristas y peronistas; qué rol asumirá el movimiento obrero organizado en el orden político; ¿tomará el macrismo la decisión de abrir el juego a su aliado “político”, el radicalismo, o seguirá la tendencia gerencial? Hay más interrogantes para seguir planteando y pensar para actuar.
Por ejemplo, dentro de la primera hipótesis escenográfica: el nivel represivo ante el contraste pleno ¿puede derivar en el establecimiento de una dictadura sangrienta? Aquí la pregunta no se asienta en la voluntad del oficialismo, ya que muchos de sus impulsores han participado otrora en asonadas lamentables, sino en la densidad cívica de la sociedad argentina y la capacidad resistente de su pueblo. Podríamos aventurar que ante un régimen de esa naturaleza las complicaciones del poder serían insuperables.
Sin embargo, es preciso estar atentos. En el nivel de hiperlanzamiento antisocial de los grandes medios todo es posible, hasta el absurdo integral. ¿A qué nos referimos? Son bien capaces de insistir las 24 horas sobre la necesidad de fomentar el control social; de hecho, pese a las interesantes perspectivas de análisis que ofrece el presente argentino, la campaña sobre la “Corrupción K” y el multiuso Lázaro Baez han fatigado las mentes en un contraste ridículo, pero no por ello menos continuo.
Ante este desafío probable, la labor de nuestros medios se intensifica. Por un lado, la necesidad de informar adecuadamente, poniendo en palabras aspectos centrales de la realidad misma. Por otro, analizando a fondo para ayudar a la reflexión. En ambos casos, con un lugar de mirador adecuado, desde las entrañas mismas del interés nacional popular. Se trata de un buen momento para desplegar esas instancias: la voz de los trabajadores se reposicionó en las calles. Ese vigor opaca la zoncera y desarma las manipulaciones.
El futuro está ante nuestros ojos; pero a veces, la mirada se ciega. Es preciso entender los datos que se pueden observar.
- Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica.