Por Carlos Aira*
Es difícil escribir luego de una final. Más si la misma finaliza con derrota. Lo principal es separar la paja del trigo: el momento del fútbol argentino es buenísimo. Analicemos: clubes campeones a nivel continental, un campeonato local de jerarquía y alta competencia, y parar rematar, nuestro seleccionado disputó dos finales en menos de un año. No fueron finales cualquiera, sino de los dos torneos más importantes del mundo. Ahora, en ambos nos fuimos derrotados. Preparemos el mate, nos tranquilizamos e intentemos buscarle claves al seleccionado argentino.
¿EL SISTEMA O LOS HOMBRES? LA COMPLEJIDAD ARGENTINA EN TIEMPOS DE MILLONES
Busquemos algunas claves para comprender lo sucedido hoy. Voy a reforzar un concepto: el fútbol es un juego muy serio. Demasiado. También es un valor de mercado, donde los futbolistas tienen un número – no sólo el de su camiseta -, y por dinámica de una prensa lo suficientemente cómplice, pasaron a ser más importantes por sus contratos que sus realidades futbolísticas.
Equipo que gana no se toca, dice el viejo refrán futbolero. Alejandro Sabella dejó el seleccionado luego del subcampeonato en Brasil. El volantazo fue importante, más luego de arañar la Copa del Mundo. Gerardo Martino imprimió una nueva tónica, tal vez más cercana a una idea impuesta por Marcelo Bielsa en nuestro fútbol hace 25 años. El debate que dimos fue duro: ¿Es el mejor sistema para un seleccionado nacional? Hay debemos meternos en otra reflexión: ¿Qué está primero? ¿El sistema o los hombres?
Duro debate. Un dato para tener en cuenta. En su momento, tanto a César Luis Menotti como Carlos Salvador Bilardo, priorizaron jugadores que no eran del gusto popular para poder llevar adelante sus equipos. Alfio Basile también tuvo algo de eso. Se armaron polémicas fenomenales, pero el tiempo les dio razón: los que la cátedra cree que son los mejores, no lo son con todo sistema táctico. Menotti dejó afuera a cracks de la talla de J.J.López o Ricardo Bochini. Bilardo parecía encaprichado con Pedro Pasculli o el fallecido José Luis Cucciuffo. El ejemplo más claro fue José Luis Brown: iba a cebar mate a la concentración, y terminó convirtiendo un gol en una final del mundo…
Los tiempos han cambiado y estamos en un problema: hoy son más importantes los valores de mercado que sistemas y realidades. El fútbol cambió su matriz de negocios en 1995 con la Ley Bosman (permitiéndole a las ligas europeas un cupo casi ilimitado de extranjeros). Desde ese momento el fútbol argentino pasó a ser un hecho europeo. ¿No me creen? Dos datos de aquellos días: En 1999 Gustavo Mascardi, representante de jugadores estrella de aquellos días, pidió públicamente que Argentina jugara los partidos de eliminatoria mundialista en Europa “para que no se cansaran los muchachos con tanto viaje”. Por otra parte, el plantel argentino decidió no participar en la Copa América de 2001 invocando razones de “Seguridad”. Fuimos el único seleccionado que no participó de aquel torneo, en el cual no sucedió nada. La posta era que los “europeos” necesitaban descansar un poco más.
Desde hace una década la prensa especializada no para de denostar a nuestro fútbol de todos los días. Le pega por lo organizativo y por el juego. Pone por las nubes a Europa y a los cracks argentinos que se desempeñan allá. Los goles de Lio Messi, Sergio Agüero o Pipita Higuaín son repetidos hasta el hartazgo, desarrollando un reflejo propio de la globalización: en el país donde se le inventó el mango a la pelota, los pibes se hacen hinchas del Barcelona o Atlético Madrid. Una clave cultural para comprender ciertas cosas.
En ese marco observamos un detalle. Desde 1998, salvo en la desquiciante y anárquica etapa de Diego Maradona al frente del seleccionado, hubo poco recambio. Estamos hablando de casi dos décadas. Saque la etapa de Diego. Alta competencia, no amistosos falopa. Piense y recuerde. Hubo posiciones ocupadas por jugadores más por su “cartel internacional”, que sus realidades. Atenti.
Nadie le sacará virtudes a Javier Zanetti o Roberto Ayala, por ejemplo. Pero fíjense éste detalle. Atenti, nos va a servir para comprender otros: el Pupi no volvió a jugar a la Argentina. Cuando lo hizo Ayala, con toda su gloria y habiendo jugado un mundial en gran forma hacía poco tiempo, la realidad de Racing se lo llevó puesto: en nuestro país no podía jugar con la chapa. Lo chocó un Scania de frente.
Entonces, si mucho de los muchachos “europeos”, que juegan en grandes equipos, que son figuras todos los fines de semana, que son admirados por sus contratos millonarios, que son parte del seleccionado argentino hace años y años, ¿Por qué no logran plasmar un título? ¿Tenemos o no a los mejores del mundo?
Como lo queramos ver. Lo cierto, es que salvo alguna excepcionalidad, y esto es un punto realmente interesante, NINGUN ENTRENADOR DEL SELECCIONADO PUEDE PRESCINDIR POR DECISION PROPIA DE LOS “CRACKS EUROPEOS”. Atenti al parche.
PUCHA, ¡COMO CUESTA ESTO!
Ya se me está yendo la calentura de una final. Sigo diciendo que los penales son anti-natura, pero si llegas a esa instancia, tenés que romperle el kiosco, como decimos en el barrio. 3 de julio de 1990, estadio San Paolo. Semifinal de la Copa del Mundo más inclinada hacia un país. Italia estaba obsesionada con su mundial. Argentina iguala uno a uno. ¿Recuerdan la lista de los ejecutantes? Los voy a ayudar con dos de los cuatro: José Tiburcio Serrizuela y el Vasco Jorge Olarticoechea. Ambos le pegaron como los que saben que es la oportunidad de sumar una hazaña a sus vidas. Puta madre, volvió la calentura: me hubiera gustado ver eso en la definición de hoy. Aunque sea un ñato que haga la que hizo el Vasquito de Saladillo, que nunca había pateado un penal: tierra y pelota. Todo junto.
Volvamos. Planteo original. ¿Los hombres o el sistema? O todavía más complejo ¿Siempre los mismos hombres – por imperio del mercado – sobre el sistema? Reitero, no es lo mismo Sabella que Martino…
Argentina pierde invicta la Copa América. ¿Frustración? Como lo queramos ver. Creo necesario insistir en un punto: cuantos partidos tienen muchos futbolistas en nuestro seleccionado, y cuáles fueron sus resultados. No quiero ser cruel y volver a los más de cien partidos de Zanetti y Ayala como mariscales de la derrota.
MESSI, LA GLORIA Y LA HISTORIA
Messi es el mejor del mundo. Supongamos que sí. Vamos a darle esa chapa. ¿No mostró nada en la selección argentina? No seamos injustos: juega a lo que sabe. Sus gambetas son bien rosarinas, pero su ojo de tigre es disperso. No se le puede pedir el traje de héroe. Ese le quedaba genial a Diego.
Hoy era el partido. Tenía unas ganas enormes que Lionel fuera el héroe, individual o colectivo – daba igual – que alzara la Copa luego de 22 años. No le dio la estructura. ¿Falta de coraje? No, ni ahí. Creo que la respuesta debemos encontrarla en que no conoce nuestro paño. Habrá jugado cantidad de partidos apasionantes – llenos de millones -, pero nunca un River-Boca como los últimos de la Libertadores. En seis partidos, ¿Cuándo progresaron sus gambetas? Creo que Messi tiene que enfrentar a su peor fantasma: el de tener que demostrarle a un país, cuando el mundo lo aclama. Claro, ese mundo no sabe quienes fueron el Charro Moreno, Angel Clemente Rojas, Daniel Willington, el Rana Valencia, Ricardo Bochini, el Beto Alonso entre otros tantos cracks. Nosotros tenemos ese reflejo histórico. Fíjense que no lo nombre a Diego. Messi lo sabe y lo padece. Por eso, salvo el partido ante Paraguay, no le sale una.
TATA QUERIDO…
Como lo disfruté a Gerardo Martino. Era pibe y miraba embobado aquel equipo de Newell´s finalista de la Libertadores de 1988. Me encantaba. Un medio campo de lujo: Tata de 8, Llop de 5, el Yaya Rossi de 10 y Roque Alfaro con la 11. Cuarto volante, como decía entonces. Arriba te mataba un Batistuta de 18 años o el veterano Jorge Gabrich. Con Bielsa, ese equipo ganó los campeonatos de 1990,91 y 92. Me recuerdo adolescente, sediento de fútbol, en cancha de Ferro viendo una noche San Lorenzo-Newell´s por la Libertadores; o un partido ante Argentinos en los tablones de Atlanta. Me encantaba ese Newell`s y tenía una adoración por ese ocho exquisito. Es más, con los años el Tata jugó en Lanús. Año 1994. Con los años pude conseguir una camiseta usada por Martino en su breve paso por el Sur, que conservo con especial cariño.
Ahora, Tata querido, ¿te puedo hablar a vos? Dale, copate y explicame los cambios de hoy? Mirá, ya mucho me pelee con queridos compañeros. Me llamaron Bilardista durante toda una semana porque te pedía que cierres los partidos y no arriesgues cuando no era necesario. Pero creeme que nunca tuve mala leche. Pero no logro comprender. Fuimos a jugar una final con puntas por afuera porque nos plantamos a esperar. Es válido. Me gusta. ¿Pero porque Higuaín? Tata, vos y yo sabemos que está lento, que le cuesta muchísimo, y a menos que haya un milagro, no puede levantar lo que pifió en la final del mundo. Tata, otra. ¿Banega porque te estaban comiendo la banda izquierda? Dale Tata…Banega tiene tatuado un escudo de Newell`s en la gamba, pero seamos buenos: cuando vino a jugar acà, el año pasado, no podía levantar las piernas. Ahora tampoco. Entró e hizo todo mal. ¡Pero todo! ¡Sobre todo los relevos por izquierda! ¡Encima pateó un penal – en una final – con la desidia del que lo hace ganando 2 a 0 de local! Tata querido…
No voy a hablar de Carlos Tévez. Quedará en el cuerpo técnico las razones del ingreso de Lavezzi. Para ir cerrando este enfoque – que tiene bastante de catarsis – la reflexión final: históricamente, el fútbol argentino demostró tener “jugadores de selección”. Tipos que tal vez no brillaban en sus clubes, pero se ponen la celeste y blanca y tienen un coraje desmedido. Un par de casos al voleo: José Luis Brown, Sergio Goycochea, Jorge Olarticoechea, Chiquito Romero, José Chamot. Y también tenés a los monstruos que dejaban la vida por la camiseta: Diego Maradona o Gabriel Batistuta.
Tata, seguramente tenés la misma bronca que nosotros. Mirá el banco. No hagamos nombres. Todos los muchachos están hechos de guita. Sin dudas, todos querían la Copa, ¿Pero sabés qué?: ahora necesitas a los que tienen el Ojo de Tigre. Millones, gloria, fama, pero tres mundiales adentro con frustraciones, es demasiado. No hagamos la gran Roberto Ayala o Javier Zanetti.
Se bueno, Tata Querido…
* Desde el Barrio – Abrí la Cancha / Radio Gráfica