diciembre 20, 2024

Detrás del FIFAgate

Por Leonardo Martín*

La denuncia presentada por el Departamento de Justicia de EE.UU generó un terremoto en los cimientos de la FIFA, la Conmebol y la Concacaf del que aún no podemos dimensionar las consecuencias. La avanzada de la justicia de Estados Unidos en una operación jurídico – mediática de repercusión mundial avanza sobre terreno fértil. Es muy difícil defender a los máximos dirigentes de fútbol de las principales instituciones a nivel mundial y continental. Sobre ellos y, desde hace rato, está la fuerte sospecha, en algunos casos comprobadas, de hacer grandes negocios personales alrededor del fútbol, especialmente, con la venta de derechos de televisación de diversos torneos y la designación y organización de las Copas del Mundo.

Hasta ahí perfecto, se atacaron instituciones corruptas, que por momentos parecen funcionar al margen de la ley o mejor dicho de acuerdo a su propia ley. Se avanzó sobre personajes que cobraron sobornos, coimas, que lavaron dinero y una serie de estafas más que algún día tendrían que salir a la luz. También hay muchas preguntas para hacerse acerca de la intervención del Departamento de Justicia de Estados Unidos, ¿por qué sale de allí la investigación?, ¿cuál es el objetivo detrás de la supuesta búsqueda de castigar a dirigentes que hicieron negocios espurios?, ¿por qué un país sin una gran tradición futbolera se embarca en esta cruzada?, ¿se trata solo de fútbol?, ¿por qué si investigar a la FIFA y por ejemplo hacer la vista gorda con escándalos locales como la quiebra del banco Lehman Brothers en 2008?. Preguntas que quedan rebotando y que seguramente podremos ir respondiendo con mayor claridad con el correr del tiempo, pero de las cuales ya podemos esbozar algunas respuestas.

Por lo pronto, la envergadura de la institución que lanza la denuncia no es nada menor. Hablamos del Departamento de Justicia de EE.UU con todo el peso que ello implica. Otra vez, en esta ocasión a través de su poder judicial, Estados Unidos vuelve a ocupar el rol de gendarme mundial. Loretta Lynch, flamante Jefa de los Fiscales de ese país, fue la encargada de dar una conferencia de prensa de alcance global con durísimas acusaciones sobre los popes del fútbol mundial y, especialmente de Latinoamérica. La denuncia, además, es presentada a dos días de la elección del Presidente de la FIFA en un ataque directo a las aspiraciones de Joseph Blatter por renovar su mandato por cuatro años más. Para completar la escena actuó la justicia suiza llevándose detenidos a siete dirigentes alojados en un lujoso hotel en Zurich. Los medios de comunicación tuvieron una foto potente para ilustrar las destacadas notas acerca del caso. Especialmente The New York Times, que vaya casualidad es el medio que tuvo la primicia.

Yendo concretamente a la denuncia tiene dos objetivos claros: uno es cambiar la correlación de fuerzas dentro de la FIFA beneficiando a los países más ricos de Europa, hoy relegados, a lo que hay que sumar el papel creciente que podría ocupar Estados Unidos con una limpieza de los actuales dirigentes que ocupan oficinas en Zurich. La otra es atacar duramente a la Conmebol (también a la Concafaf) apuntando a la venta de los derechos de televisación que hoy ostenta Datisa S.A. Esta sociedad, que tiene los derechos para la transmisión de las Copas Américas hasta el 2023, se conformó con la unión de Torneos S.A. cuyo CEO es Alejandro Burzaco y Full Play propiedad Hugo y Mariano Jinkis. Los tres con pedido de extradición de la justicia estadounidense.

Es evidente que Estados Unidos busca comenzar a tener un rol más ambicioso en las decisiones y negocios alrededor del fútbol. Pese a que hoy está lejos de ser un deporte multitudinario por esas tierras hay un interés creciente y sostenido. Por ejemplo, en la última Copa del Mundo, fue el país donde se vendieron más entradas a excepción, lógicamente de Brasil. Tampoco es para desdeñar un creciente y poderoso mercado latino, producto de las inmigraciones que tiene por costumbre y pasión ver como 22 jugadores van tras una pelota. En definitiva “bussines are bussines”.

A ello hay que sumarle el resquemor norteamericano tras haber perdido la elección por la organización del Mundial del 2022 en la votación final con el sorprendente Qatar. El pequeño estado situado en Medio Oriente parece que a fuerza de una billetera muy generosa ganó la oportunidad quedarse con el evento que paraliza al mundo. Hay desplantes que son difíciles de perdonar, especialmente para la primer potencia mundial.

En el medio de razones económicas y de poder, se cuela la cuestión geopolítica. En un reverdecer de la guerra fría entre Rusia y Estados Unidos, acompañado por los países de Europa Occidental, la organización del Mundial del 2018 no deja de ser un hecho problemático. Más aún si el país que perdió en la votación final para elegir la sede fue Inglaterra, aliado histórico de Estados Unidos. Como todo evento de alcance planetario, el Mundial no solo puede significar un gran negocio, sino también una atractiva pantalla para la propaganda del hoy enemigo gobierno ruso.

AMERICA PARA LOS AMERICANOS

La parte más sustancial y con valor probatorio de la denuncia presentada por la fiscal Loretta Lynch ataca directamente a los principales dirigentes de la Conmebol y Concacaf y a las empresas Traffic (de origen brasileño), Torneos y Full Play propietarias de los derechos de televisación de los torneos en América de 1991 hasta la actualidad. Traffic hasta el 2010 y de allí en adelante Full Play y Torneos. En la denuncia se informa de modo detallado los montos de las coimas, receptores de las mismas e incluso adjuntan los movimientos bancarios e instituciones por los cuales se abonaron. El argumento de la Justicia de Estados Unidos para explicar su injerencia es que muchas de esas coimas y de transferencias non-sanctas se hicieron a través de bancos situados en su territorio. El monto denunciado de las coimas alrededor de la causa es de 110 millones de dólares, de los cuales 40 ya se habrían pagado y el resto se iría abonando a medida que se jueguen los torneos en el futuro.

Los argentinos implicados son tres. Por un lado Alejandro Burzaco, CEO y accionista de la empresa Torneos, y Hugo y Mariano Jinkis, propietarios de Full Play. Estas dos empresas conformaron una sociedad llamada Datisa S.A. que firmaron un contrato por los derechos televisación de las Copas América del 2011 al 2023, incluyendo la Copa Centenario, que paradójicamente se juega en Estados Unidos.

El negocio de la transmisión tanto de los torneos continentales a nivel selecciones y clubes ha quedado fuera del alcance de los capitales norteamericanos. A lo largo de la década del `90 y parte de la pasada tuvo el manejo Traffic, una productora de origen brasileño, también con una sede en Miami. Pero con el comienzo de esta década tomaron un lugar preponderante Torneos y Full Play, de origen argentino, haciéndose de esos derechos frente a un mercado cada vez más importante y rentable como es la transmisión de fútbol. La pregunta que tendrá una respuesta con el tiempo es: ¿no será este un intento de desembarcar en el mercado latinoamericano del deporte que genera mejores negocios?, ¿allanar el camino para barajar y dar de nuevo en materia de derechos televisivos?

La historia parece recién comenzar. Todavía hay varios capítulos por delante y más figuras que pueden resultar salpicadas por las denuncias. Se abrió un terreno en el cual hay oportunidades y peligros. La oportunidad es renovar una veterana dirigencia salpicada por escándalos y transparentar instituciones como la FIFA y la Conmebol. El peligro está en que los poderosos de siempre tomen el control para defender y propiciar sus intereses. Será cuestión de esperar como se desarrollan los hechos.

(*) Abrí la Cancha / Radio Gráfica

 

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