Por Emiliano Vidal *
No se ven pero están. Son esas intenciones en la historia que fluyen como lava en pos de que evitar el crecimiento de la Argentina y sus intentos en el camino a la liberación nacional. ¿Cómo dejar de ser un estado periférico y consolidar la figura argenta en un estado centro y protagonista de las grandes decisiones del mundo?; ¿El reciente viaje de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner a China está en esa línea?… interrogantes pensadas desde la óptica del creador de la Teoría de la Insubordinación Fundante , el politólogo e historiador argentino Marcelo Gullo.
La política nacional vuelve a tener la puerta entornada entre un pasado que impone mandatos y un futuro que preanuncia grandes cambios, probablemente similares a los períodos de 1810/1816, 1910/1916 y 2010/2016.
Explicar esas claves, cada vez que el pueblo tuvo en sus manos su propio destino, debe ser la intención de los medios de comunicación populares. Una tarea que la prensa tradicional no realizará nunca porque transita otro camino: el de defender sus propios intereses que vienen desde el triunfo unitario tras la batalla de Caseros, la patria “chica” de la ciudad/puerto, nacida tras la larga guerra civil por quienes no ahorraron sangre de gauchos ni de indios.
Eso es lo que hoy está en cuestión, del mismo modo que el propio relato de la historia. Y esa batalla histórica, política, cultural y económica está transcurriendo hoy.
La identidad reclama descubrir el pasado, reinterpretarlo, declarar la guerra a la mentira impuesta contra las mayorías por quienes escribieron una historia oficial. Construyendo el pasado se piensa el futuro.
Barajar y dar de nuevo…
Insubordinación fundante
Marcelo Gullo es un politólogo argentino, dueño de una interesante teoría para los Estados y construcción de poder… la Insubordinación fundante, plasmada en un libro que viendo siendo editado continuamente desde su publicación en 2008. Con esa “insubordinación”, este pensador estudia y explica las relaciones y como los estados construyen poder centrando la discusión en la situación de Sudamérica y de cómo la región podrá superar su condición periférica y convertirse, como lo hicieron otros países – en un importante interlocutor internacional independiente, desde tres aspectos principales: 1) su relevante sistema de categorías analíticas; 2) su amplia información histórica, y 3) su tesis central de que todos los procesos emancipatorios exitosos resultaron de una conveniente conjugación de una actitud de insubordinación ideológica para con el pensamiento dominante y de un eficaz impulso estatal.
La Argentina tuvo su primera insubordinación ideológica con el peronismo que retoma las luchas de comienzos de 1900, con hombres como Manuel Ugarte, que nace en el Río de la Plata y se fue expandiendo por toda América latina.
La idea de la Patria Grande soñada por José de San Martín, Gervasio Artigas, Simón Bolívar y Manuel Belgrano, fue destruida por Inglaterra, valiéndose de personajes como Bernardino Rivadavia, Carlos María de Alvear a los actuales operadores de las embajadas inglesas y estadounidense, tan bien descriptos por el periodista Santiago O’Donnell en su obra Argenleaks.
El viaje de la Presidenta a la potencia emergente que es China retoma esa línea en la misión de reconstruir la unidad americana que continuaron Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Lula y Evo Morales. En palabras de Gullo: “equilibrar al monstruo que son los Estados Unidos de América del Norte. Porque todos los americanos de este lado son lo mismo. Y la debilidad latinoamericana está en la desunión”.
Juan Domingo Perón lo intentó y casi logra transformar a la República Argentina en otro estado decisor del rumbo del mundo. El yrigoyenismo, FORJA, el industrialismo, los militares nacionalistas, derivaron en ese primer peronismo que pergeño una insubordinación al poder de turno en el intento de fundar una nueva nación mientras la potencia de la otra América, la del Norte, se consolidaba tras la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial. Esa intentona nacional naufragó con el golpe militar de 1955 y las bombas de la Revolución “fusiladora”.
¿Cómo fundarse, barajar y dar de nuevo?
Inglaterra, China, India, Japón, Alemania, Rusia, ejercieron una insubordinación al pode real en el camino de las armas. Sin embargo, todo proceso emancipatorio exitoso transita por la insubordinación ideológica; esa es la primera, que debe ser apoyada desde un fuerte impulso estatal.
La insubordinación en los Estados Unidos fue muy poderosa además de ser la primera fuera de Europa. Y comenzó tras las ideas de un joven muchacho de 33 o 34 años, Alexander Hamilton, a cargo del Tesoro de la incipiente nación norteamericana de 1776 que acompañaba a George Washington. De esa rebeldía ideológica nació la teoría de la industria naciente, comenzando en el Norte contra el Sur librecambista y agrícola que terminaría en una de las más sangrientas guerras civiles.
También existe la insubordinación pacífica. Y fue ahora, en Canadá, quien se puso firme frente a su vecino Estados Unidos, al construir una industria automotriz tras el derrumbe económico de localidad de Detroit. Corea del Sur es otro ejemplo de crecimiento, a pesar de estar ubicada frente a la potencia que es Japón. Su fórmula: generar políticas con proyección de futuro y prohibir la entrada de capitales japoneses.
En este contexto mundial, una nueva ventana se abre para los argentinos aunque se caiga Europa. La crisis de los países centrales no es crisis para la Argentina que siempre creció cuando los otros estaban en problemas. ¿O no fue así en 1810 con España en guerra?
Esta oportunidad actual no la tuvo Perón a fines de la Segunda Gran Guerra. Se trata de entender que el comprador principal no es la potencia hegemónica, con severos problemas en la administración Obama. Es China, donde en este momento está realizando actividades políticas y económicas la Jefa de Estado Nacional. El país asiático aún no es la potencia principal, pero quiere serlo y así también ser el dueño de las estructuras hegemónicas.
Eso fue lo que sucedió ante la insubordinación fundante en épocas de Perón.
Ahora se abren posibilidades que nunca en la historia nacional habían ocurrido.
“Por eso hay que apurar para que la ventana no se cierre ante la insubordinación posible”, dice el pensador Gullo.
Marcelo, es abanderado de que “hay una crisis estructural del poder norteamericano, que no existía desde el final de la Guerra Civil en ese país, cuando hay una coincidencia entre la burguesía industrial y el Estado. Lo que es bueno para uno, lo es para el otro. Esa es la insubordinación fundante norteamericana. Y hoy, eso está partido. El traslado de producción industrial norteamericana se está trasladando a otras partes del mundo y ya no confía en su propio Estado. Hay un proceso agravado contra la industria. Hay traslado de industria a Asia, precisamente a China”.
Perón era consciente que Inglaterra era el imperio en decadencia cuyo lugar ocuparía Estados Unidos. Es el momento de pensar la insubordinación en torno a Sudamérica. Pensar junto a Brasil y Venezuela más los otros países. Seguro será difícil sacar a México de al lado de los Estados Unidos. ¿Pero como pensar una insubordinación sin los otros países latinoamericanos?
Hoy la Argentina tiene ese margen de maniobra para insubordinarse. Pero antes debe replantearse ideológicamente y sacarse de encima las líneas impuestas en los años 90 paridas tras la dictadura cívico/militar de 1976.
Sí, hubo insubordinaciones pacíficas. Ahora, la Argentina tiene su oportunidad. Un viento favorable para realizar una insubordinación ideológica, cuando están en crisis los Estados Unidos y parte de Europa.
“Hay complejidad de procesos con relación a la rentabilidad, capital de origen, y el desarrollo que está por venir. Existen 134 multinacionales que mandan en 13 mil empresas multinacionales y en ese mundo la Argentina debe manejarse. La ventaja mundial argentina, después de años de recuperación del Estado, es que puede volver a tener una industria fuerte”, dice el economista Miguel Cuervo.
Reflexiones en el camino hacia el Bicentenario de la Independencia nacional en 2016. Una insubordinación ideológica debe transformarse en insubordinación industrial, recuperando los ferrocarriles y los recursos naturales.
Volver a San Martín quien junto a Fray Beltrán pensó en una nación industrial, tal el pensamiento del abogado y periodista Manuel Belgrano. Pensar en el movimiento obrero organizado como actor de esa identidad histórica tras el 17 de octubre 45. La ventana actual se puede cerrar en el 2018 o en el 2020. Ese es el tiempo para encarar la voluntad de insubordinación fundante. Eso es comprender la matriz, la formación e identidad nacional. Y en ese camino, a pesar de esas intencionalidades que no se ven pero están para evitar el desarrollo nacional, es el correcto.
(*) Abogado y Periodista – Conductor de De Acá Para Allá / Radio Gráfica