
En la última semana de noviembre, la Legislatura porteña homenajeó al decano de los periodistas parlamentarios, Armando Vidal, con la otorgación del premio .
«Personalidad Destacada en el ámbito del Periodismo». Vidal trabajó 42 años en el diario Clarín, hasta que en 2009 se jubiló como cronista parlamentario; con un breve paréntesis como vicepresidente de la agencia de noticias Télam, en el año 2003, al inicio de la gestión de Néstor Kirchner y en el peor momento político y económico del país.
El evento fue el 26 de noviembre pasado, en el Salón San Martin del cuerpo legislativo de la Ciudad. Entre los disertantes estaba el histórico dirigente peronista Lorenzo Pepe, una de las figuras más destacadas de la primera conformación del Congreso Nacional una vez regresada la democracia y elegidos por los votos sus integrantes.
Ese día 10 de diciembre de 1983 sistema democrático retornó pero no tal había sucedió una década atrás tras la fuerte presión de Juan Domingo Peón desde su exilio que derivó en la presidencia de Héctor Cámpora sino concedida por una dictadura militar en retirada.
Este 10 de diciembre se cumplen 31 años del retorno de la democracia, y una perspectiva es ver su camino desde el Parlamento de ese 1983, haciendo hincapié en Diputados, único poder de la República integrado por oficialistas y representantes de la oposición, en la piel de Juan Manuel Casella, Jorge Vanossi, Leopoldo Moreau, y por el justicialismo, Norberto Imbelloni, Miguel Unamuno, Héctor Dalmau, ello bajo la presidencia del recordado Juan Carlos Pugliese y la presencia de la histórica dirigente radical Florentina Gómez Miranda.
Hace 31 años, el radical Raúl Alfonsín asumió la presidencia de la Nación en el día de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y fue ante ese primer Congreso Nacional conformado por los votos tras la noche de terror de siete años de la dictadura cívico/militar tras el golpe del 24 de marzo de 1976.
Un Poder Legislativo de la Nación que tenía por oposición a un peronismo derrotado y a un radicalismo en el gobierno que lentamente comenzó a marchitar las medidas que había prometido realizar.
Las primeras propuestas de un Parlamento conformado entre otros por: fue
anular la ley de facto con la cual la dictadura pretendió cubrir sus espaldas, la Ley de autoamnistía (1983), luego modificar al ya inexistente Código de Justicia Militar para juzgar a las tres primeras juntas (1984) y, después, sancionar las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
Pasó mucha agua bajo el puente. Arrinconado tras tomar medidas impopulares, la presión de los medios y el aparato justicialista en la versión menemista, Raúl Alfonsín entregó el poder seis meses antes de la finalización de su mandato. La ola privatizadora permitió a Carlos Menem lograr modificar la Constitución Nacional de 1853 y ser reelecto en 1995. En marzo de 1998, el Parlamento sancionó la ley 24.952 de nulidad de las leyes de Punto final y Obediencia debida y el 21 de agosto de 2003, con Néstor Kirchner en la Casa de Gobierno, el Congreso de la Nación las declaró «insanablemente nulas», dando por final a los efectos protectores sobre los represores culpables, que persistían luego de la derogación de cada una de ellas y los indultos menemista.
Seguramente, las generaciones venideras recordarán a ese primer Parlamento de la democracia, hace 31 años, por la sanción del juicio a las tres primeras juntas militares de la dictadura.
El Parlamento del año pasado, de flamante conformación tras las elecciones legislativa de su mes de octubre, recordó a esos primeros diputados, cargo que refiere a los representantes del pueblo porque los senadores, defienden los intereses de sus provincias.
Quizás hubiera sido acertado un minuto de silencio por los muertos de la democracia. Un minuto de silencio por los muertos de la dictadura o por los muertos de la miseria de un país que supo ser rico y fue empobrecido por dictadores y malos gobernantes funcionales a otros intereses que no son los de acá.
La excepción, entre idas y vueltas, fue la política sobre derechos humanos que con la anulación de las leyes de la impunidad en 2003 devolvió la situación existente en 1983. El tiempo siempre es un buen ordenador y más cuando regresa a sus principios. Ya lo dijo la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner en la apertura de sesiones ordinarios del Congreso Nacional de ese año 2013, a 30 años de la recuperación de la democracia…“que al próximo Presidente que le toque hablar en este mismo lugar, el 10 de diciembre del 2015, no tenga que estar arrastrando todavía la rémora de los juicios por las tragedias que nos pasaron a todos los argentinos”.
Congreso Nacional, el único poder del Estado en cual combinan representantes del oficialismo y de la oposición. Es útil tener presente su primera conformación de 1983 y las primeras normas sancionadas democráticamente en la dinámica realidad del Bicentenario, periodo que vale remarcar se extiende hasta el 9 de Julio del año 2016.
(*) Abogado y periodista – De acá para allá / Radio Gráfica