
Un 13 de mayo de 1940 asumía Winston Churchill como Primer Ministro británico en un momento dramático por el incesante avance del ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial. En el discurso de presentación dijo una frase que ha quedado para la historia: “No tengo nada que ofrecer sino esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas”. El paso por la B Nacional de Independiente bien cuadraría en la frase de Churchill. Fue un año de padecimientos, de un campeonato que no nunca le resultó sencillo y que sufrió desde la primer fecha hasta los últimos minutos ante Huracán. Sangre, mucho sudor y bastante de lágrimas.
La corrida de Pizzini, la definición con suspenso, para poner el 2 a 0 pusieron fin a una temporada que los hinchas de Independiente recordarán con sufrimiento. Fue un grito fuerte y desde las entrañas. Es cierto, alejado de las viejas buenas épocas en donde se festejaban Copas Libertadores o títulos nacionales, pero sí un desahogo tras vivir el peor año de la historia del club, el que dejó una mancha imborrable de la cual tendrá que aprender para no repetir en el futuro.
Toda la temporada fue cuesta arriba. Desde el comienzo empezaron los problemas para un equipo al que veíamos que no le sobraba absolutamente nada. En el debut nomás sufrió una derrota como local 2 a 1 ante un débil Brown de Adrogué que hacía su estreno en la categoría. Recién tuvo que esperar hasta la sexta fecha para ganar el primer partido en donde venció agónicamente a Huracán 1 a 0 con un gol de Samuel Cáceres. Previamente había eyectado Miguel Angel Brindisi, tras la caída ante Atletico Tucumán en la cuarta fecha, haciéndose cargo del equipo Omar De Felippe.
El equipo, lentamente, fue acomodándose en la categoría, encontrando una estructura y una línea de juego. Especialmente fue logrando solidez en el fondo y efectividad en ataque. Con limitaciones evidentes le alcanzó para terminar de buena manera la primera rueda en donde, a partir de la victoria con el Globo, ganó 11 de los 16 partidos que jugó. Terminó el año en zona de ascenso directo y con una buena racha de siete partidos sin que le marquen goles.
Con el comienzo de la segunda ronda volvieron los problemas y las dudas. Apenas ganó siete de 21 partidos, con un tramo en donde estuvo ocho sin conocer la victoria. El equipo perdió la brújula y la solidez defensiva que había mostrado. En ataque era lento y previsible y en el fondo mostraba unas grietas profundas que no podía resolver con el correr de los partidos. El fondo del Rojo fue, por momentos, una zona franca libre de impuestos y tasas. Pasaba de todo sin ningún tipo de impedimento.
Los malos resultados precipitaron la salida de Javier Cantero, solo y sin capacidad de respuesta para un momento dramático del club. Allí apareció en escena la revivida Agrupación Independiente con su aporte, “salvataje” o préstamo, no ha quedado claro, para desembarcar en la vida cotidiana del club y forzar el adelantamiento de las elecciones. Cada uno sacará sus propias conclusiones, pero lo cierto es que el equipo mejoró un poco. Sobre todo se le dieron los resultados positivamente con esa seguidilla de remontadas ante Douglas Haig, Defensa y Justicia e Instituto.
Ya lo hemos mencionado, pero vale repetir el mensaje: no le ha sobrado nada al rendimiento del equipo. Llegó a esta instancia con lo justo y necesario, pidiendo la hora en cada partido. Los puntos altos han sido los rendimientos del “Ruso” Rodríguez, firme en el arco. También Marcelo Vidal, vital en la remontada de la rueda inicial. Matías Pisano, con intermitencias, fue el jugador más desequilibrante ante los habituales planteos defensivos de los rivales. Pese a que terminó dejando una imagen muy pobre, la primera rueda del “Rolfi” Montenegro también ha sido destacada siendo el cerebro del equipo, el jugador más claro y uno de los goleadores. También hay que destacar la aparición de Bellocq, de buenos partidos en las últimas fechas, y el oportunismo de Penco también en la recta final.
Para analizar lo complicado que fue para Independiente este ascenso hay que remitirse a las estadísticas. De 42 partidos, ganó 17, empató 16 y perdió 9, números que marcan una dificultad grande en un pasaje por una categoría menor para un grande como el Rojo.
Nunca convirtió más de tres goles en un cotejo y apenas pudo llegar a esa cifra en tres encuentros a lo largo de toda la temporada. Solo en cinco partidos pudo ganar por más de un gol, el resto fue siempre con lo justo y sufriendo hasta el último minuto. Hizo 49 goles en toda la temporada, con un promedio apenas superior a un gol por partido y muy lejos de las cifras de Banfield y Defensa y Justicia que marcaron 71 y 67 goles respectivamente.
El ascenso logrado es una felicidad y era una necesidad para un campeonato que estuvo lejos de ser un lecho de rosas para el club. Vuelve a la Primera División, dejando atrás la peor pesadilla en una historia gloriosa como es la de Independiente. A partir de ahora comienzan otros desafíos y se abren otros interrogantes de cara el futuro. ¿Qué pasara institucionalmente?, ¿podrá recuperar el orden y encaminarse en un trabajo serio a largo plazo?, ¿cómo solucionará el fenomenal pasivo superior a los 500 millones de pesos?, ¿cómo armar un plantel competitivo para afrontar la Primera División con equipos que se metan en la disputa por el campeonato y volver al ámbito internacional?
Dudas que quedan picando y que tendrán que ir encontrando respuestas a corto y mediano plazo. Por lo pronto hoy es un día para relajarse, disfrutar y saborear la vuelta a Primera mientras se leen mensajes desesperados de los hinchas de un equipo vecino habitualmente
derrotado en los clásicos.
Salud por la vuelta del Rojo!! Ojalá sea el despegue para un futuro mejor que el presente.
* Leonardo Martín – Abrí la Cancha / Radio Gráfica