Por Myriam Pelazas* y Úrsula Asta**
Al despuntar el siglo XX decantan, tímidas, algunas políticas sociales orientadas a las mujeres; había que mejorar las terribles condiciones laborales de las trabajadoras, sobre todo en lo vinculado a la maternidad. Con ese fin se sancionó una escueta Ley 5.291, pero aún estaban muy lejos los derechos de ciudadanía de las mujeres.
Años después, la Ley electoral de 1912 proclamó el sufragio secreto, obligatorio y universal aunque no se cumplía con esa tercera condición: las mujeres no podían votar porque no figuraban en los padrones electorales que se confeccionaban sobre la base de los del servicio militar que ellas no cumplían.
Luego, tres gobiernos radicales eludieron la causa y sólo en la provincia de San Juan las mujeres sufragaron al finalizar los años ‘20 y por muy breve tiempo. Las demás debían conformarse con los «simulacros de elecciones», únicas instancias electorales para las mujeres. En dichos comicios se imponía el Partido Socialista o el Partido Feminista Nacional de Julieta Lanteri, quien con el objetivo de que las mujeres voten, militó su propio derecho a sufragar y lo logró, aunque sólo se lo permitieron una vez. Como Julieta era persistente acató y dejó de sufragar, pero exigió ser candidata a diputada por el partido que había fundado y, efímeramente, lo consiguió. Vale la pena informar que su plataforma contaba con una enorme lista de derechos para las mujeres y otros sectores sociales desfavorecidos por lo que no es extraño que a menudo ganara los “simulacros de elecciones” y que en las “de verdad” haya contado con algún voto masculino. Pero hubo que esperar a 1947 para que por fin el Congreso sancionara la ley por la cual las mujeres pudieran votar y ser votadas.
Entonces ingresaron al Congreso Nacional las primeras parlamentarias -que en 1951 ocuparon el 15,4% del total de diputados/as y el 20% del Senado, mientras que en 1955 aumentaron al 21,7% y al 22,2 % respectivamente. Y no volvió a haber tal porcentaje hasta después de la sanción de la Ley de Cupo Femenino de 1991 que reveló que entonces sólo había un 5% de participación femenina.
Fue así que en 1993 la Cámara de Diputados mostró los resultados de la implementación del cupo que establecía una cuota mínima del 30 %, sin embargo como lo demuestran diversas presentaciones judiciales, las mujeres eran ubicadas en los últimos lugares de las listas, lo cual reducía las posibilidades de ingresar al Parlamento. De modo que el cupo en Diputados fue superado recién en 2003, con un 33,9% y en el Senado en 2001, cuando alcanzó un 37,1% la representación femenina.
Cuadro de evolución del porcentaje de diputadas en el Congreso Nacional (1951-2017)
Cuadro de evolución del porcentaje de senadoras en el Congreso Nacional (1951-2017)
Hoy esa participación representa el 39% en la Cámara baja y el 42% en la alta, y mediante la Ley de paridad de género de noviembre de 2017, en las próximas elecciones la representación femenina subirá al 50% auditándose el cumplimiento de 1 mujer, 1 varón. Lo que no es sencillo de auditar y tendrá que ver con desterrar lógicas machistas y dedazos que no son sólo misóginos es quién ocupa tal o cual lugar, asuntos que muchas veces siguen teniendo que ver con posiciones de géneros, aunque no solamente.
Una agenda de género
Las mujeres se encuentran entre las principales afectadas en un contexto de ajuste: según datos oficiales, el aumento de la desocupación es dos puntos porcentuales más alta para ellas. Para las más jóvenes, esa tasa alcanza el 21,50%, mientras que en el caso de los varones de la misma categoría se ubica en 17,30%. Asimismo, el 60% de los hogares pobres con niños o niñas a cargo son monoparentales con jefatura femenina.
En efecto, la brecha de desigualdad -ubicada en el 27% según el Indec- es consecuencia de una inserción laboral más precaria en relación a menor trabajo registrado, a puestos de trabajo con salarios más bajos y a la dedicación al trabajo reproductivo no remunerado. La encuesta del uso del tiempo del año 2013 registró que las mujeres dedican el doble de horas diarias que los varones a las tareas de cuidado -3,4 horas para ellos y 6,4 horas diarias para ellas- y que esa brecha de dedicación crece en detrimento de las mujeres cuando en los hogares hay niños o niñas a cargo.
Una agenda de las feminidades entonces debe tener en cuenta la participación del Estado en las tareas de cuidado, un mejoramiento en el sistema de licencias laborales y medidas que aseguren la equidad de géneros en el mercado laboral -también tomando demandas como la del cupo laboral trans-, en la participación política y, por supuesto, en la autonomía reproductiva. Garantizar mejores condiciones de vida es el camino para prevenir las violencias de género, integralmente contempladas por la Ley 26.485 del año 2009.
Capitanas
Al iniciar esta nota reivindicamos a una primigenia luchadora por el sufragio femenino, aquí agregamos a Evita en su doble dimensión de abanderada de lxs humildes al tiempo que de los derechos civiles de las mujeres. Y no es casualidad que fuera peronista la primera Presidenta electa que hoy, por motivos que anidarían en otra nota, se postula para vice aunque aún solita junta más votos que todos los demás varones por separado. Pero sola no se puede y así la fórmula presidencial Alberto Fernández-Cristina Fernández respeta la paridad que no respetan otras fórmulas presidenciales (1).
Otra Fernández puede convertirse en la legisladora más joven de América Latina enarbolando la lucha estudiantil y feminista. Hija de la revolución verde, no es la única representante “abortera” del Frente de Todxs porque entre otras feministas notables por el mismo distrito brilla la candidata a Senadora, Dora Barrancos. Sin embargo, si en el mencionado frente están todxs, entonces también hay pañuelos celestes, aunque nadie de este espacio reciba a Amalia Granata, abanderada blue sky, como lo hizo el Presidente, hace unos días.
Ahora bien, los asuntos de género para este Frente son verdes, celestes y multicolor ya que por esa misma lista en CABA se postula la militante trans Paula Arraigada quien nos dijo: “La ley de paridad es una herramienta interesante para sostener cierto equilibrio en las listas. Lo que notamos es que las mujeres de las clases populares que son la expresión del feminismo popular vienen esperando un espacio ahí y en todos los lugares donde se escriban las leyes y las políticas públicas para nuestro colectivo y para el pueblo en general”.
Sí, las cuestiones de género y clase se imbrican. Días atrás, las reformas jubilatorias y del sistema de pensiones y asignaciones tuvieron su rechazo callejero convocado sobre todo por mujeres sindicalistas en representación de los distintos sectores del trabajo y las centrales gremiales. Algunas de esas mujeres, como Claudia Ormachea de La Bancaria, han sido incorporadas a las listas de representantes al Congreso Nacional. En relación a esto, nos decía: “Antes parecía que sindicalismo y feminismo caminábamos por veredas paralelas (pero ahora) aun cuando las organizaciones sindicales siguen siendo patriarcales, avanzamos”.
Pisos y techos
Rimbombantemente, en marzo, al abrir las sesiones del Congreso Nacional el Presidente Macri anunciaba que se trabajaría en pos de la igualdad salarial entre varones y mujeres, desconociendo absolutamente la cuestión. “La desigualdad laboral tiene que ver con cómo se da el piso de inserción laboral, no sólo con el techo. Tiene que haber políticas de cuidado, que no sólo estén depositadas en las mujeres, porque esto condiciona el ingreso al mercado laboral. La paridad es un arranque en mejores condiciones para definir políticas públicas de igualdad”, nos decía María Rosa Martínez, concejala en Almirante Brown y precandidata a Diputada Nacional por la provincia de Buenos Aires por el Frente de Todxs, quien del asunto conoce bastante más que el Presidente. Ese día de marzo, las mujeres oficialistas -que están más partidas que las de otros partidos en torno al tema de la despenalización del aborto-, se relajaban con el anuncio porque quién no puede acordar con la necesidad de una batería de políticas de cuidados. Representantes de Cambiemos, como Karina Banfi de hecho repiten cual letanía “creemos en el empoderamiento económico de la mujer; en la apertura de oportunidades laborales, en ver cómo hacer para que las mujeres sean emprendedoras.” Para el PRO, las emprendedoras, como los emprendedores, vienen a salvar el mundo, cuando no sólo faltan oportunidades laborales, sino que gracias a su gestión las que hay, desaparecen.
Mientras tanto, la precandidata a Presidenta, Manuela Castañeira, desde el Nuevo Mas, señala que su principal medida de gobierno sería acabar con el ajuste que están sufriendo tanto los trabajadores como las trabajadoras y que priorizaría la agenda del movimiento de mujeres y el debate sobre la legalización del aborto. En rigor, no aclara mucho cómo lo haría en tanto que más allá de sus deseos, Castañeira no pasaría las PASO.
Si tuviéramos más espacio daríamos cuenta de otras posiciones, pero preferimos quedarnos con pinceladas de los testimonios que nos sirven para reflexionar. Para nosotras, la paridad es una palanca que puede activar leyes con perspectiva de género, incluso mejor que lo hicieron la ley de cupo y el primigenio peronismo que empero logró sancionar una Ley de divorcio que la Revolución Libertadora derogó y que recién 30 años después -gobiernos civiles y militares mediante- la Argentina pudo recuperar.
En este sentido, Dolores Espeja, candidata a comunera por la Comuna 14 y militante del Frente de Todxs nos decía: “La condición de mujer no es sinónimo de ser portadora de perspectiva de género, pero estoy convencida de que el ejercicio de la participación en la toma de decisiones transforma la mirada y la acción en esa dirección. Y ojalá esa mirada garantice que las conquistas de género sean entendidas como indisociables del reclamo de justicia social, que es la madre de todas las batallas por la igualdad. La agenda imperiosa es que vuelva el morfi a los hogares, que los pibes y pibas tengan escuelas, que haya insumos en los hospitales, recuperar el trabajo y la industria, reactivar el consumo y salir de la emergencia en la que nos hundieron estas políticas neoliberales a las que les resulta funcional que la lucha feminista se presente como causa disociada del resto de las luchas urgentes que hay que dar”.
En fin, que la paridad pueda parir algunos de los tantos derechos que las mujeres necesitamos depende de cómo se llenen los salones del Congreso y de la Rosada, porque, como en las calles del pre-sufragio y como en las plazas peronistas, eso dependerá de nuestros convencidos movimientos en las calles y de qué boletas ingresemos en las urnas que a las mujeres nos fueron tan esquivas.
(1) En efecto, de las nueve candidaturas al Ejecutivo Nacional, sólo tres incluyen mujeres: la del Frente de Todos y las dos de la izquierda, el FIT y el Nuevo MAS que lleva como candidata a Presidenta a Manuela Castañeira.
* Docente de Historia Argentina y Latinoamericana y del seminario Leyes y políticas públicas en Comunicación, género y sexualidades, PACGES, Comunicación, UBA. Lic. Comunicación, UBA. Mag. Historia, UNTREF, Doctoranda Cs. Sociales, UBA.
** Lic. en Relaciones Públicas e Institucionales. Posgrado en Políticas Públicas para la Igualdad en América Latina. Maestranda en Comunicación y Criminología Mediática. Periodista en Radio Gráfica, trabajadora en políticas públicas de género y militante.
Artículo publicado en Revista Zigurat
Bibliografía:
Feijoo, M. del Carmen: Las feministas en la vida de nuestro pueblo; Buenos Aires; Centro Editor de América Latina; 1978.
Gil Lozano, F.; Pita V.; Ini m. G. (dir.): Historia de las mujeres en Argentina II; Buenos Aires, Taurus; 2000.
Iturriza, Mariana y Pelazas, Myriam: Imágenes de una Ausencia. La presencia de la mujer en la fotografía argentina de prensa 1920-1930.; Buenos Aires, Prometeo, 2001.
Toppi, Hernán Pablo: Políticas públicas y derechos políticos: Del voto femenino a las cuotas de género como respuestas a los problemas de representación política de las mujeres en la Argentina; revista Perspectivas de Políticas Públicas, Universidad Nacional de Lanús, enero- junio 2016.
CEPA, El impacto del ajuste en las mujeres: la dinámica del empleo y el Presupuesto 2019; octubre 2018.
Varios de los testimonios se extrajeron de entrevistas realizadas en Radio Gráfica FM 89.3