Por Mariela Pugliese Lacorte*
El acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea revela diferentes cuestiones. Por un lado, el perjuicio que podría acarrear a una región como Mercosur, que tiene menor nivel de desarrollo en relación a Unión Europea, en especial afectando sectores productivos que perderán mercado y fuerza de negociación. Pero por otra parte, nos permite analizar y pensar cuál es el estado de desarrollo de la producción de bienes y servicios de cada una de las regiones, sus normativas, sus mecanismos de protección e incentivo al desarrollo.
En el caso del sector audiovisual, el impacto que podría tener sobre la producción está delimitado por las fuertes medidas proteccionistas que tradicionalmente tiene la Unión Europea en relación a su producción cultural y, a su vez, desnuda la falta de incentivos, fomento y protección que tiene el sector en Argentina desde principios de 2016.
Consultado acerca de si el Acuerdo permitiría (como sostienen desde el gobierno) abrir nuevo mercados, Guillermo Tello, referente del espacio de la Multisectorial por el Trabajo, la Ficción y la Industria Audiovisual, planteó que “las expectativas son nulas acerca de la posibilidad de exportar producción de contenidos nacionales al mercado europeo”. Una de las “líneas rojas” que la Unión Europea no cruzó es la de quitar cánones a la importación de producciones culturales, porque como señaló Tello, “la Unión Europea tiene una fuerte restricción en la cuota de producción nacional o regional que tienen que incluir los canales (60% en algunos casos, 30 o 40% en otros)”; lo cual dejaría afuera la voluntad de incluir producciones extranjeras a bajos costos.
Europa, pero Francia especialmente, tiene una fuerte protección de sus industrias culturales, al punto de que logró quitarlas de las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para que no se las trate como bienes comerciales sin más, sino como de interés especial (y que queden bajo órbita de la UNESCO). Esta protección no es sólo comercial, sino que comprende a las y los trabajadores. Los incentivos, normativas y subsidios regionales y la no apertura del mercado audiovisual europeo en este tratado están vinculados con la protección para el desarrollo e inserción del trabajo técnico, artístico y comunicacional de las y los europeos.
Ese también había sido uno de los logros de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en Argentina, y de hecho, fue uno de los cambios principales que se produjeron con el decreto 267 de Macri en cuanto asumió. Se sacó el cable de la órbita de la comunicación audiovisual, se pasó a “telecomunicaciones” y ahora ya no tiene la obligación de tener una cuota de pantalla de producciones nacionales, por ejemplo.
Sobre eso también nos habló Guillermo Tello, cuando le preguntamos qué tipo de impacto podía tener el Acuerdo sobre el sector, señalando que “la problemática está instalada con la modificación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, con el Decreto 267/15, donde ser perdió todo tipo de cuota de pantalla en las señalas internacionales, al sacar de órbita a los cableoperadores, y por ende allí se perdió gran parte del trabajo o producciones importantes que se generaban en Argentina”. La obligación de cumplir la cuota de pantalla se mantiene sólo en los canales de aire, que con matices, logran cumplirla.
A esta modificación del Decreto 267/15 de Mauricio Macri, se le suman la desaparición de los concurso de fomento a la televisión digital (que se hacían desde el INCAA y el Ministerio de la Producción, pero que nunca tuvieron normativa propia y por lo tanto fueron fácilmente eliminados); que habían generado más de 3000 horas de producción nacional mientras se sostuvieron y permitieron la formación y generación incipiente de una estructura de producción y trabajo federal que tenía que crecer y consolidarse.
Esta misma situación de parálisis y vaciamiento se refleja en el enriquecimiento cultural y la generación de trabajo para guionistas, actores/actrices, técnicas/os, comunicador/as y multitud de rubros que involucran la producción audiovisual; así como en la producción de bienes de capital (hardware y software) que estaba empezando tímidamente a desarrollarse en Argentina y que se cerró ante la ausencia de mercado interno y la imposible competitividad ante industrias protegidas y subsidiadas en otras regiones.
Lo que nos hace volver a pensar este análisis (aún prematuro, por lo poco transparente del acuerdo), es que en el caso de las industrias culturales, han sido otras decisiones políticas (y normativas) las que vienen afectando la posibilidad de un crecimiento en la producción de contenidos y en el mejoramiento, incluso, de las posibilidades técnicas, comunicacionales y artísticas del sector.
Qué medidas se tomen, qué iniciativas de fomento e incentivos haya y qué caminos desde la legislación, es una de las preguntas que nos hacemos al interior de las organizaciones del sector y que deberían hacerse a los candidatos a presidentes en los próximos meses.
(*) Comunicadora, ex Presidenta de FARCO (Foro Argentino de Radios Comunitarias)