Por Omar Zanarini*
Tras la internación de Alberto Fernández en el Sanatorio Otamendi por una tos que «hace varias semanas» venía aquejando al precandidato presidencial, aparecieron especulaciones y operaciones que circularon por televisión, redes sociales y principalmente lo que todos tienen a mano, whatsapp. Durante las cuarenta y ocho horas que estuvo internado, Sergio Massa logró visibilidad y volvió a estar en escena.
La operación orquestada consistió en habilitar por decreto una colectora para que intendentes peronistas puedan llevar la boleta de la candidatura a gobernadora de María Eugenia Vidal.
La indefinición de Massa, de cómo va a jugar en las elecciones, a escasas semanas del cierre definitivo de listas, habilitó al propio presidente Mauricio Macri a cambiar de rol y operar como un alfil en un tablero donde la pieza más preciada es Vidal. Esto no es casual: las encuestas no serían tan optimistas, ya que varias indican que si las elecciones fueran en estos días, Cambiemos perdería la provincia de Buenos Aires.
Sin duda la jugada consistió en forzar un pronunciamiento de Massa y de sectores del peronismo que ahora buscan distanciarse de la política económica del gobierno. Así, el ex intendente de Tigre salió a desmentir que haya existido la intención de reunirse con Vidal y el diputado del Frente Renovador, Diego Bossio, desechó cualquier posibilidad de que exista una colectora con la gobernadora de la provincia. “No aceptamos a Vidal en una colectora. Nosotros tenemos un proyecto que es crítico del gobierno de Mauricio Macri, y la gobernadora Vidal integra ese proyecto», remarcó.
Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey también salieron a distanciarse ante un posible acuerdo electoral con el gobierno. Miguel Ángel Pichetto, por su parte, no deja de coquetear con todos (menos con el kirchnerismo) y sale a sostener la candidatura de Urtubey, sin descartar posibilidad alguna, ante los dichos del gobernador salteño de señalar que no tienen candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires.
El macrismo entiende que en provincia de Buenos Aires los intendentes del Frente Renovador no toman la máxima del peronismo «primero la patria, después el movimiento y por último los hombres» y buscarán renovar sus intendencias a como sea. Sembrar la discordia es un juego que el duranbarbismo y el marcospeñismo saben de memoria. La estrategia consiste en buscar el punto de quiebre. Y ese punto de quiebre está dado por la falta de claridad política del peronismo no kirchnerista.
Lo cierto es que la indefinición de Sergio Massa y el rol claro que en este proceso está jugando el Peronismo Federal, los hace objeto de especulaciones varias. El intento de seducir a los intendentes que dudan de la capacidad de acuerdo del tigrense pone al equipo de campaña del gobierno a operar a fin de generar confusión en el electorado.
(*) Periodista, productor general de Radio Gráfica