
Por Daniel Mojica*
Es importante reflexionar sobre los objetivos del golpe perpetrado a instancias del secretario de estado Henry Kissinger. No sobre las causas o excusas para llevar adelante ese plan sistemático de exterminio de una generación de militantes políticos.
Argentina es uno de los países más ricos de nuestra América, en muchos aspectos. En extensión territorial, en diversidad de climas, en riquezas naturales sobre y debajo de la tierra. Una de las mayores fuentes de agua dulce y un gran potencial industrial, técnico y científico.
Si hacemos un poco de historia, nuestra América siempre fue un territorio codiciado por las diferentes potencias colonizadoras que asolaron el planeta. España (S. XVI), Gran Bretaña (S. XVIII) y Estados Unidos (S. XIX).
Será tarea de historiadores determinar la comunión/conjunción de intereses británicos y norteamericanos en su voracidad colonial contra la Argentina. Lo cierto es que corrimos a los ingleses con aceite hirviendo. Pero contraatacaron y “en 1809 conquistaron económicamente el mercado de Buenos Aires(…) y aseguraron la posesión económica de América del Sur” (Julio C. González “Los Tratados de Paz Por la Guerra de Malvinas”, 2005) Esta disgresión viene a cuento para establecer la sincronía de afanes de dominación de nuestro país.
Existe un recorrido conjunto que une el golpe genocida de 1976 y la guerra de Malvinas, motorizada por la misma genocida dictadura.
[Según el Memorándum de Entendimiento entre Gran Bretaña y Argentina del mes de agosto de 1968, las partes habían llegado a un acuerdo (de conformidad con la Resolución 2065 de la ONU) para el reconocimiento por parte de Gran Bretaña de la soberanía de Argentina sobre el territorio en disputa.]
Fue muy conveniente a los intereses coloniales de Gran Bretaña, la incursión de las fuerzas armadas en nuestras islas Malvinas usurpadas. Al poco tiempo que siguiendo directivas de Estados Unidos voltearon al gobierno democrático argentino. ¿Fue un plan pergeñado entre ambas cancillerías extranjeras?
No olvidemos que el ministro de economía de los genocidas fue un descendiente directo del José Martínez de Hoz, que la corona inglesa nombró en la Aduana de las Provincias Unidas en 1806.
Así como existe una continuidad económica con las planes implementados en 1976 (primera etapa) en 1990 con Domingo Cavallo (segunda etapa) y desde diciembre del 2015 (tercera etapa) favoreciendo la destrucción de la industria, el desmantelamiento de la ciencia y tecnología alcanzada y en vías de crecimiento, la devastación de los derechos laborales, sociales, de salud y el avance en la destrucción de la educación. La entrega de las riquezas naturales y de parte del territorio a terratenientes foráneos.
Por estas y muchas más razones alineadas en el mismo camino colonizador debemos más que nunca reivindicar la memoria para saber por qué y para qué se ensañaron con nuestros treinta mil hermanos, verdad para podernos mirar a los ojos con las nuevas generaciones y justicia para que de una vez por todas dejemos de ser colonia y construyamos de una vez la patria grande que soñaron nuestros héroes y mártires de todas la épocas.
(*) Conductor de Tejiendo Redes