Susana Sanz (*)
Discurso pronunciado en el Primer Encuentro de Mujeres y Géneros del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), el 22 de septiembre de 2018.
Buenos días, compañeras, quiero agradecer enormemente la invitación a participar en este encuentro. Yo lo tomo como un don, como un regalo que me hacen ustedes, que me da alegría al alma al ver que toda esta lucha que se ha emprendido, no sólo en nuestro país sino hace cientos de años por las mujeres por su liberación va a continuar y está muy bien representada, por lo menos por las compañeras que acá veo presentes. Eso me da enorme alegría.
Y además quiero felicitarlas por la organización de este encuentro. Ustedes se preguntaban ¿por qué el primer encuentro? Y creo que las cosas se organizan cuando se necesitan, cuando estamos capacitadas para hacerlo, cuando tenemos objetivos claros. Creo que ustedes como comunicadoras sienten que en este momento estamos pasando por una situación muy grave en nuestro país, que afecta al conjunto de la población, el incremento de la pobreza y de la desocupación, donde sabemos que las víctimas principales son las mujeres.
Se conocieron los datos de que ha aumentado la desocupación, cerca del 9 u 8 por ciento y si dividimos entre hombres y mujeres, aparece por lo menos dos puntos más de desocupación de las mujeres. Y también de los jóvenes, y dentro de los jóvenes aparece el dato de que el 21 por ciento son mujeres hasta los 29 años de edad que no consiguen trabajo. Esto se mide por la gente que sale a buscar trabajo, es decir que hay muchas más mujeres que están fuera de la posibilidad de tener ingresos personales.
Este es un momento en el que nos planteamos esto, porque además no solamente está el retroceso que tenemos nosotros, sino que hay un programa de retrocesos de derechos humanos y de los derechos los de las mujeres. Es programa que podríamos citar para nuestra región, que es una línea Trump, Temer y Macri, que busca realmente retroceder con nuestros derechos, subordinar, escarmentar y aleccionar a la gente, desde no poder responder a sus necesidades básicas.
Entonces, este es un fuerte motivador, esta reunión es colectiva, estos encuentros de mujeres son una de las principales fuentes de conocimiento, de reconocimiento, de aprendizaje de nuestras propias historias, de creación de lazos en la lucha, de poder seguir insistiendo en esta organización, que ustedes pretenden llevarlo, y de discutir las propias estructuras. Lo que posiblemente sea más difícil discutir a nivel local, siempre vemos que a nivel local, aunque pareciera que está más cerca, es mucho más problemática la participación y el crecimiento de las mujeres. Esto es a nivel de nuestro país y esto pasa en toda América Latina. Cuando vemos la representación política, cómo se pudo solucionar avanzar a nivel nacional, provincial y los grandes focos de problemas que se arman a nivel local.
Este es el escenario perfecto y esto las va a enriquecer de sobremanera. Y yo quiero saber a qué conclusiones van a llegar ustedes al final, porque yo también necesito enriquecerme en esto para, a su vez, poder transmitir a otras compañeras. Porque esta es una lucha que la tenemos que hacer las mujeres. El otro día en una reunión en la que estaba el dirigente de Podemos, Monedero, invitaron a un grupo de mujeres para plantear el tema de qué pasaba con la movilización por el aborto. Y un periodista muy importante salió a decir: ¿No les parece a ustedes que en medio de todos estos problemas que tiene la sociedad es importante insistir con las temáticas de las mujeres y por ahí no dejarlo un poquito por detrás? Yo sentí como si me hubiera picado un bicho y pedí la palabra.
¡Esto no puede ser, este es un argumento que escucho desde los años 70! Un argumento que se da dentro de los partidos políticos, de las organizaciones revolucionarias, de los movimientos sociales. «¡Esperen, cuando se haga la revolución del conjunto, todos los problemas de las mujeres se solucionan!» Y eso es una perra mentira, la realidad lo ha demostrado (APLAUSOS). ¿Y por qué compañeras? Porque nosotras somos las principales interesadas en que esto se transforme. Hay muy buenos compañeros, que no hay que perderlos, que se suman, pero ellos tienen que hacer una renuncia de sus privilegios. Y cuesta mucho. Nosotras tenemos que pelear porque somos las únicas que realmente vamos a poder lograr esta igualdad, en libertad, en dignidad, en participación, en todos los terrenos, en reconocimiento y en ocupar cargos políticos, somos nosotras y no podemos retroceder un centímetro.
Quizás hay momentos en que tenemos que cambiar nuestras tácticas, nuestra estrategia la tenemos clara, y en este largo camino quizás tenemos que ir modificando las tácticas, porque es fundamental tener en cuenta los contextos socioeconómicos y culturales en que nos movemos, a nivel global pero también a nivel local. Es fundamental que lo tengamos en cuenta. Ustedes tienen un enorme privilegio, un mandato, un sacerdocio, que es poder transmitir para modificar, para que se vean las falacias, para hacer visible lo invisible, poder transmitir para desnaturalizar lo que consideramos que es natural en la sociedad. Entonces, lo que yo había pensado en charlar es cómo construir un nuevo sentido común.
Y qué importante la participación de ustedes, de estas redes comunitarias, y las redes sociales y de las formas de llegar, de ensamblarse con otros pensamientos. Es fundamental que tengamos bien claro que las relaciones de poder son relaciones constitutivas en la sociedad. Y de estas relaciones, también es una parte fundamental el género, que interviene en todas ellas. El otro día leyendo un artículo de Castells, un comunicador español, él hablaba del poder y los medios de comunicación, y decía que en general la gente de izquierda se dirige prioritariamente al poder político, de los organismos de Estado, que son los que organizan la sociedad de determinada manera, y no comprende que este poder no solamente se da a nivel de las divisiones públicas, sino que se extiende a toda la sociedad. Podemos detectar relaciones de poder en las familias y aun dentro de las relaciones amorosas.
Entonces hay un poder que se establece en general y que se asocia más con con un poder que se asocia a la violencia, que puede obligar, es decir, el Estado, como lo vemos ahora. Pero hay un poder de construir el pensamiento, el poder de instruir cotidianamente, el poder de cuestionar lo que vemos que no concuerda o no encaja. Únicamente transformando las grandes ideas o los grandes principios en que están sustentadas estas sociedades nuestras vamos a poder transformar la sociedad.
Quiero dar algunos antecedentes. Al patriarcado se lo puede detectar desde que se detectan los grupos humanos, cómo empiezan a organizarse, posiblemente con la maternidad y una serie de cuestiones. En todas las sociedades lo podemos detectar. Pero realmente cuando aparece con fuerza es con la aparición del capitalismo. Entonces con la Revolución Francesa y la constitución de los estados modernos, aparece este poder estructurado. Aparecen principios que se pretende que tengan carácter universal, que no son universales porque en ese primer momento eran para el hombre blanco, propietario y con determinadas características. Pero se pretende una universalidad. Aquí es cuando se constituye el feminismo, cuando puede probar que una parcialidad importante de esta sociedad no puede ejercer estos derechos, que se proclaman la libertad, igualdad, la solidaridad entre los hombres.
Precisamente la mitad de la humanidad queda excluida de estos derechos que se pretenden universales, que lo universal se traslada con lo masculino, que las mujeres quedamos como en una situación de minoridad. Nos protegen, si escuchamos o leemos a los filósofos o sociólogos de este momento, aparece desde considerarnos algunos que somos más estúpidas, menos capaces, hasta que somos las reinas del universo y no nos tenemos que contaminar. El asunto es excluirnos. En eso hay plena coincidencia.
Entonces aparece esta gran división entre el mundo público y el mundo privado. Pero las mujeres toman una herramienta importante, porque hasta eso momento vemos, sobre todo en la literatura, que las mujeres se quejan de su situación, pero no pueden explicarlo, de alguna manera. Y el hecho de aparecer estos principios universales y esta exclusión, permite entrar por la vindicación. Es decir, yo tengo algo para militar, que es vindicar mi derecho a la igualdad con la otra parte. Entonces esto es una herramienta importante y se considera que, desde el hogar, la mujer contribuye a la coherencia de esta sociedad. Y aparece lo que podríamos llamar la división sexual del trabajo, la mujer dentro del hogar, el trabajo no remunerado, el espacio público prácticamente cubierto por los hombres. Pero además de esta división hay una valoración, es decir, lo que hacen los hombres vale mucho y lo que hacemos las mujeres prácticamente no vale nada, no tiene ni siquiera un precio. Estamos hablando de sociedades en las que el mercado es importantísimo y la tarea de las mujeres no tiene precio.
Entonces las mujeres se organizan en torno al sufragismo, discuten. Pero el sufragismo es no solamente para participar, sino también de discute el derecho a la educación y al trabajo, de los cuales aparece excluida. La fuerza de de trabajo femenina es maneja de acuerdo a los intereses del capitalismo, cuando quiere se la requiere sí, cuando no se la manda a la casa, como pasó después de la segunda guerra mundial. Y vemos la lucha que se da cuando en el año ’48 nace la Organización de las Naciones Unidas y sale la Declaración de los Derechos Humanos, donde hay un trabajo de las mujeres porque se cambie «Derechos del Hombre y del Ciudadano» por el término «personas». Es un salto cualitativo. Y, además, se logra introducir como una violación de los derechos humanos la distinción, así como la raza y la clase, al sexo.
Y acá se establecen pilares firmes para seguir avanzando. Y aparecen los movimientos feministas de la segunda ola, donde se plantea que no basta únicamente con que nos permitan tener acceso a la vida política. Sino qué pasa con nuestra vida privada, con nuestra sexualidad, con nuestro trabajo, qué lugares ocupamos las mujeres. Y entonces se cuestiona este sentido de ver a la mujer como subsidiaria de los derechos del varón, por la especificidad de los derechos de las mujeres. Las mujeres tenemos derechos específicos, tenemos que hacerlos valer, tenemos que organizarnos y esta lucha, además, es política. Y es una lucha política que está relacionada con el poder.
Es son grandes saltos y después vemos cómo continuamos avanzando en los años 70, hasta llegar ahora a la actualidad. Y cuando hablamos de feminismo, tenemos que tener en cuenta que hay muchos feminismos. Ahora en la lucha por el aborto, podemos detectar que hay un feminismo neoliberal importante también.
¿Pero, a qué clase de feminismo pertenecemos nosotras? Y acá vemos una discusión a través de la interpretación de lo que es el género. Hay un feminismo que podemos denominar latinoamericano, un feminismo que ha llevado adelante la lucha por la liberación nacional y social con nuestros compañeros y, además, por la liberación de la mujer. Es distinto a los feminismos europeos, que es general un feminismo de mujeres blancas, de clase media e intelectuales. A las que el primer sentido de reacción y de la definición en torno al género es de las mujeres negras, que se sienten excluidas. Y después aparecen las diversidades sexuales y los sectores de diferencias étnicas. Entonces todo hace que en este proceso en donde vamos construyendo por aproximación y error, como construimos todo, en lo que una se equivoca, va viendo, avanzando, lo que resulta bueno o no, y por eso es tan importante la socialización. Se a avanzando en este sentido.
Es importante que miremos desde dónde nos paramos y ver en qué momento estamos hablando. Nosotras venimos de una batalla que hemos ganado de manera categórica a nivel mundial, la movilización de mujeres por el derecho al aborto ha sido algo resaltado en todo el mundo. Pero ha sido resaltado por una participación no solamente de convocantes, de sectores intelectuales, y ha venido bien la participación de mujeres famosas… y no olviden esto: las mujeres tenemos que aprovechar todos los resquicios, las puertas medio abiertas, algunas concesiones que se hacen sin la idea de que realmente sea así . Tenemos que aprovechar porque ahí avanzamos, ganamos un terreno y de ahí seguimos avanzando para adelante. No tenemos el camino abierto, sino que lo tenemos que ir construyendo. Y esta experiencia la hemos tenido las mujeres latinoamericanas y también con el crecimiento que hubo en nuestro país en los últimos años, en los que hemos ido avanzando los sectores populares masivamente que se han incorporado.
Por ejemplo, en los encuentros nacionales había con suerte 200, 400 mujeres del movimiento de mujeres y de repente, después del 2003, las mujeres de los sectores populares, de las ollas populares que iban y cortaban la calle -y donde aquí mayoritariamente hay sectores de mujeres, aunque su representación sea bastante escasa-, todas las mujeres se unen y empiezan a concurrir a estos encuentros nacionales. Y se transforman de repente en que son 20 mil las que concurren.
Hay una transformación ¿Y de dónde viene esto? De esta práctica. Nuestro feminismo se consolida a través de nuestra experiencia práctica, es de lo que intercambiamos en la lucha con las demás, porque es un feminismo activo, que reclama, que se organiza y está en la calle y sabe que estar en la calle es una herramienta fundamental para defender sus derechos. Y a éstas características -a lo mejor encontraremos otra forma de nombrarlo más adelante- pero se llama feminismo popular, que nos hermana con otros feminismos latinoamericanos. Un feminismo que va de la orilla al centro. Un feminismo que se basa en nuestras luchas, porque somos países que vienen de un coloniaje, que ha transformado nuestras culturas, y venimos de unas luchas antiimperialistas, que también transforman nuestra práctica, y son luchas de las que las mujeres hemos participado.
El otro día veía una película sobre el peronismo, donde aparece el 17 de Octubre y otras luchas. Mirándolo, es impresionante la cantidad de mujeres que han participado en esas luchas. Sin embargo estaban invisibilizadas. Entonces este nivel de conciencia que adquirimos las mujeres -y este es un reconocimiento importante que hace el peronismo, cuando se las reconoce como actoras políticas y actoras sociales a las mujeres, esta práctica que le permite participar legislativamente, ser una tercera rama del movimiento, todo esto. Hay etapas de decadencia, pero vuelve reflotar y lo toma el conjunto del pueblo-, entonces nosotras tenemos este feminismo popular que tiene como herramienta el género o los géneros, porque antes se hablaba de la mujer, ahora se habla de las mujeres, un género que está cruzado completamente con la clase, con la etnia, con la raza y con la orientación sexual.
Por eso ahora que hemos tenido una campaña extraordinaria por aborto ¿qué hacemos? ¿renunciamos? ¿nos vamos a la casa? ¿seguimos insistiendo con las formas que evidentemente no nos permitieron del todo ganar? Porque además de la influencia de la Iglesia, hay una cultura en el interior del país y también acá mismo en la Capital, que tiene determinado pensamiento sobre la maternidad, la importancia de ser madre y sobre el aborto. Tenemos que operar sobre estos sectores y a lo mejor no solamente es levantando la bandera del aborto, sino recordemos los tres slogan de la campaña: educación para decidir, anticonceptivos para no abortar. Y vemos también el retroceso enorme que tiene el Programa de Salud Sexual Integral, prácticamente no se dicta y en Capital Federal es tremendo. Esta es una bandera importantísima: Discutir qué es educación para decidir.
Porque vemos a nivel social, que las chicas hablan de la libertad sexual, ´con mi cuerpo hago lo quiero’ , ‘yo soy dueña de mi cuerpo’. Bueno, pero resulta que no hay una infraestructura que pueda sostener esta libertad de las chicas. Entonces tenemos que trabajar para eso. Ustedes saben, tuve una experiencia en una escuela de Soldati, donde se ve que los varones se niegan a usar anticonceptivos y el cuidado viene de parte de la mujer. Ella es la responsable y si falla resulta que es una trampa para engancharlos. Eran de 4to, 5to año. Y además tampoco están a favor del aborto, porque ‘si uno hace algo tiene que ser responsable’ ¿A sí -digo yo- cuántos acá son responsables de los hijos? Ninguno. Entonces creo que este es un problema que tenemos las mujeres y que es fundamental saber decir no, hay que exigir el cuidado y la responsabilidad de los hombres también en la relación sexual.
Cuando nosotras hablemos de esta cuestión del aborto, porque el año que viene no lo vamos a ganar, el Congreso es el mismo, creo que lo tenemos que enmarcar es que los derechos de las mujeres son integrales y acá tenemos que remarcar que los derechos de las mujeres son al trabajo, a igual salario, a que su trabajo no sea el del sector informal y a que el trabajo no remunerado o trabajo de cuidados no sea un mandato. La reproducción es necesaria para la revolución de las propias sociedades, por qué tiene que caer en una responsabilidad exclusiva de las mujeres. El cuidado, más que una obligación de las mujeres, es un derecho de las personas a ser cuidadas. Y al ser un derecho hay responsabilidades compartidas, empezando por el propio Estado con la creación de lugares de cuidado, de donde dejar los hijos e hijas, las salas maternales, y también es una responsabilidad compartida. Hay que tender a sociedades con paridad, que tiene que ser en el trabajo, en el hogar y en la representación política. Esto es un elemento fundamental que tenemos que conjugar en nuestros mensajes.
Y también cuando muchos compañeros hablan de género, que hablan como sinónimo de mujer, esto lo tenemos que corregir. Porque cuando hablamos de género hablamos relaciones, no es sinónimo de mujer. Si nos metemos en un vericueto, hablemos de mujeres y diversidades, sino se nos presenta confuso ante las audiencias. Mujeres y diversidades, somos personas que tenemos derecho a la igualdad y a constituir nuestra libertad.
Entonces, por una lado, tenemos la mujer en la representación política, tanto a nivel de cargos públicos como en asociaciones, trabajo, comisiones.
Por otro lado, otra área importante es la referida a su físico, que tiene que ver con la violencia y con el control de la natalidad y poder decidir libremente su maternidad. Y, como dice Rita Segato, este es uno de los próximos debates estratégicos, lo que ella llama la Guerra de las Mujeres, dice que no es solamente el daño exponencial que puedan tener las mujeres, sino que es estratégico para desarmar las demandas de los varones de las sociedades, con estas violaciones masivas o donde el violador se siente representante del mandato masculino. Entonces el cuerpo de las mujeres atacado a través de la violencia de no poder decidir sobre su cuerpo es un terreno de guerra y eso lo tenemos que tener claro.
Y, lo otro, es el derecho al trabajo y poder decir cómo y de qué manera se decide el cuidado. Yo puedo soñar con tener 10 hijos, eso es una decisión. Pero el problema es cuando no hay posibilidad, cuando no hay decisión. Y esto se nota mucho en el avance de la maternidad adolescente. En los últimos años tanto en nuestro país como en América Latina ha crecido la maternidad adolescente y de esto nos tenemos que ocupar, de por qué sucede. Hay que escuchar, ejercer la participación comunitaria, escuchar los relatos, discutir estas problemáticas.
Ustedes tienen por delante muchas tareas por hacer, pero veo que tienen el compromiso y la voluntad de hacerlo y que podemos usar distintas tácticas. Pero tenemos que tener firme la idea de no retroceder ni un centímetro de lo que hemos ganado, no sólo por nosotras, sino por la vieja historia de las mujeres que vienen peleando y por las sociedades futuras, que les seguirá costando pelear. Porque no es tan fácil. El patriarcado se disfraza, ofrece alternativas, pero resulta que la construcción sigue igual. Tenemos que modificar las instituciones, tenemos que modificar las relaciones básicas, tenemos que discutir los presupuestos para las temáticas de las mujeres.
Estoy convencida que no les va a faltar fuerza y quedo a disposición de ustedes. Muchas gracias, compañeras.
(*) Militante, feminista, abogada y docente. Susana Sanz participó de la apertura del Primer Encuentro de Mujeres y Géneros de FARCO junto a Cristina Cabral, de la Mesa Nacional de FARCO, y a Mariela Pugliese, ex presidenta de FARCO.