mayo 02, 2025

Acuerdos de Madrid o la diplomacia como continuación de la guerra por otros medios (parte 3)

Acuerdos de Madrid o la diplomacia como continuación de la guerra por otros medios (parte 3)

Por Guillermo Caviasca (*)

Tercera parte del informe sobre los “Acuerdos de Madrid” de 1989 y 1990.

Las Fuerzas Armadas

Comenzaremos esta parte con un balance de la evolución material de las FFAA. Esto es necesario ya que la contundencia material que queda en evidencia es una constatación de la implementación por parte de nuestros gobiernos de la hoja de ruta de Madrid, aunque con una voluntad que suponemos supera las más promisorias ilusiones inglesas. Nos centraremos en la aviación por ser más fácil de cuantificar y ser un instrumento indispensable para un ejército eficaz.

Antes de comenzar el conflicto la Fuerza Aérea contaba con 68 aviones A-4 y 45 Mirage de diversos modelos o sea 113 aviones de combate efectivos para una guerra interestatal. En total la FA disponía de 216 aviones y helicópteros, entre ellos Pucaras y Camberras. La aviación naval disponía de 10 A4 y 5 Súper Etendard. O sea 15 aviones de combate efectivos más 25 de otros modelos menores. En total Argentina podía tener en condiciones de volar más de 250 aparatos Los que se ajustan a una fuerza aérea media para un país como de América latina, o sea no era una fuerza especialmente grande.

Se perdieron en la guerra 19 A4 13 Mirage con un total de 47 aviones, mas 3 A4 de la marina y otros 9 de diverso tipo, en total 59 aviones. Quedando el material utilizable reducido a unos 190 aparatos a los que se incorporaron al terminar la guerra otros 9 Súper Etendard (con un Exocet para cada uno), entregados por Francia al levantarse el bloqueo impuesto por la OTAN. Tema que merecería un capitulo aparte para explicar algunas irracionalidades que implicaron una imprevisión de parte de las autoridades militares. Salvo los Súper Etendard y una parte de los Mirage, los aviones ya eran de una generación que iba quedando obsoleta y poco a poco quedaron la fuera de uso.

Es interesante destacar que la fuerza aérea y la aviación naval, perdieron parte de sus aviones porque quedaron en Malvinas luego de la rendición. Y que los británicos perdieron 34 aviones, 8 buques de primera línea hundidos, 7 con averías importantes (entre ellos un portaaviones) y 5 con averías menores. Debemos comprender las severas pérdidas británicas (mucho mayores a las argentinas en material e irrecuperables en lo inmediato en una expedición de larga distancia) para entender una parte del desmantelamiento del potencial bélico argentino por la política y la diplomacia. Y para entender la Segunda Declaración de Madrid, donde se especifica la cuestión del control y vigilancia.

Después de los Super Etendard (que eran el remanente de compras preguerra ya pagadas, otras compras de A4 hechas a Israel durante la guerra se transformaron en una estafa) sólo se incorporaron 36 viejos A4 comprados a EEUU modernizados y se actualizaron los Mirage Dagger. En la época de Menem las FFAA se pusieron al servicio de necesidades operativas encuadradas en la nueva alianza estratégica con los enemigos de Malvinas. Allí su función se redujo a apoyo a misiones de paz o invasiones. Y se firmó un acuerdo para ser “aliado extra-OTAN”, cuyo significado fue más político que militar. En el marco general de la diplomacia de “realismo periférico” y apoyo al libre mercado, se desmantelaron las fábricas militares, y todas las industrias civiles concebidas como parte de la defensa nacional, cuya base era la posesión y desarrollo de “industrias básicas y estratégicas”. Entre ellas la fábrica de aviones, que otrora nos diera los generosos prototipos del Pulqui, y que en esa época fabricaba los Pucará, fue siendo abandonada y finalmente privatizada durante la gestión menemista.

El deterioro de la Fuerza Aérea fue progresivo en relación con la salida de servicio por vejez de sus aparatos. Sólo se adquirieron aviones de entrenamiento a hélice, algunos Tucanos brasileños (son 27, buen avión, pero para entrenamiento o apoyo táctico) y helicópteros también de apoyo. El principal equipo de vuelo lo constituyen 30 Pucarás, más acordes con una guardia nacional que con una fuerza aérea en condiciones de combatir o implicar algún tipo de desafío en el Atlántico Sur. De hecho se destinan a apoyar a gendarmería en la lucha contra en narcotráfico. Hay 7 viejísimos A4 no aptos para el combate. Se suman a esto 20 Pampas,  22 aviones de transporte, cisternas, etc. Y 12 Texan de apoyo y entrenamiento que se esperan recibir este año. Lo demás son avionetas. El único avión moderno en servicio hoy de los mencionados son los 4 Saab suecos, que no son de combate. Y son realmente útiles dos grandes helicópteros rusos para apoyo de campañas antárticas adquiridos durante le gestión kircherista. O sea más de 100 aviones y avionetas y unos 35 helicópteros, todos de apoyo y para vuelos menores, o para combates de tipo guardia de fronteras. Claramente no es necesario insistir que no es una Fuerza Aérea. Creemos que es clara la política seguida desde 1982 y especialmente desde 1989 de desarme de todo lo que pueda implicar una “amenaza” hacia un potencial enemigo exterior.

La segunda declaración de Madrid y las FFAA

Las medidas que organizan el tema militar en el sur del nuestro país comienzan a delinearse en la “Segunda declaración de Madrid” de 1990. Es bueno recordar que hasta estas “Declaraciones” no existían relaciones diplomáticas, ni había algún acuerdo de partes (más allá de la rendición no incondicional firmada por el gobernador militar, general Menéndez en 1982) que regulara la cuestión militar en la zona, de hecho la situación de conflicto militar continuaba en lo “formal”. Tampoco había una política clara para las FFAA, esta se implementó después de la resolución de las internas militares y la asunción de un gobierno plenamente neoliberal. Respecto del Atlántico sur la primera declaración abarcaba un conjunto de temas que debían estructurar la relación argentino-británica; pero la segunda se centraba en el ríspido tema militar, llave para la seguridad y estabilidad inglesa en la zona.

Implica un conjunto de medidas del ámbito militar para aplicación en el área disputada (en realidad en un espacio mucho más grande), que se especifican como anexos a la Declaración Conjunta. Se construyó un “Grupo de trabajo sobre asuntos del Atlántico Sur” que se reunió en reiteradas oportunidades para tratar el tema militar. Las medidas de la segunda declaración fueron revisadas y progresivamente simplificadas a través de las Declaraciones Conjuntas del 25 de septiembre de 1991 y del 12 de julio de 1993 y del Comunicado Conjunto del 19 de julio de 1994 emitido por la tercera reunión del grupo de trabajo. Ninguna de las declaraciones subsiguientes altera nada significativo respecto de la original de Madrid. Lo interesante es que los “Grupos de trabajo” se llaman de: asuntos “del Atlántico Sur”, no de Malvinas/Falkland como aparece en las declaraciones originales. Esto implica la clara atención inglesa, no están “discutiendo Malvinas” entre dos países que se las disputan, sino el “Atlántico Sur” entre dos países que tienen intereses en el mismo, otro retroceso.

En los artículos anteriores señalamos algunos puntos, aquí nos centraremos en la cuestión militar específica, cita en el punto 5 de la declaración. Estos son los dos ítems claves:

A) “Sistema transitorio de información y consultas recíprocas” sobre los movimientos de las unidades navales y aéreas en la zona.

B) “Sistema de comunicación directa”, para aumentar el conocimiento militar entre las partes. Los demás hablan de cuestiones de salvataje y seguridad de la navegación en la zona.

El “Grupo de Trabajo sobre Asuntos del Atlántico Sur” que surge de la declaración, abordó en forma permanente durante los años posteriores los puntos 5 (militar, que garantiza seguridad estratégica de las inversiones y disminución de los gastos británicos) y 7 (pesca, el fundamental para el sostenimiento de las islas en ese momento). La Declaración abarca también en los anexos 1 y 2 la forma concreta de como sería en control militar. Implicando a las unidades dependientes del Área Naval Austral (Ushuaia) y a la Novena Brigada Aérea (Comodoro Rivadavia). Del lado británico la contraparte es el Comandante de las Fuerzas en Malvinas.

Los detalles relevantes son: -comunicación radial directa abierta las 24 hs. –“Las partes se proporcionarán recíprocamente (…) con una anticipación mínima de 25 días información por escrito” de: movimientos de fuerzas navales y aéreas de 4 o más buques o aviones, ejercicios militares de 1000 o más hombres en que despeguen más de 20 veces aviones, todo tipo de ejercicios anfibios o aerotransportados que desplieguen 500 hombres o 20 salidas de aeronaves. – Se aceptará la presencia de un buque observador de la otra parte. – Hasta 50 millas de las costas se deberán dar datos detallados de cada unidad y sus jefes con, al menos 48 hs de anticipación. – Se acordarán “visitas recíprocas” a bases militares y unidades navales. –Se evitará cualquier movimiento que pueda ser considerado hostil (y el acuerdo detalla una serie de puntos para precisar esta cuestión).

La zona de vigencia de los acuerdos está detallada en el punto 3 del anexo 1. La zona bajo control se extiende desde la costa patagónica hasta el este de las islas Sándwich, y desde unos pocos km. el norte de las Islas Orcadas, hasta el paralelo 40. Un inmenso territorio, de hecho casi todo el Mar Argentino, el acceso a la Antártida, el acceso a los pasos interoceánicos. Todo el territorio marítimo que Argentina reclama como propio y que recientemente fue adjudicado por la ONU a la Argentina (con la salvedad del conflicto con Inglaterra que, de hecho, lo deja en suspenso en su mayor parte), básicamente unos 4 millones de Km2. Para Argentina el control Británico disminuye por el oeste hasta el término medio de la distancia entre Malvinas y la costa.

Es imposible que las fuerzas argentinas se muevan sin penetrar en este rectángulo. Y no sabemos cuantas veces se informó o como funcionó en la práctica este acuerdo. Sí que existieron reuniones para ajustar su implementación concreta. Y también otras dos cosas. Una que se registraron incidentes menores con barcos de bandera argentina, (inclusive privados) y con el rompehielos Almirante Irizar por realizar maniobras de inspección sobre pesqueros. Y dos, que en las siguientes declaraciones y comunicados del 91, 93 y 94, los británicos manifiestan su conformidad plena con el cumplimiento argentino “teniendo en cuenta el aumento de la confianza mutua” como se declara el 12 de junio de 1993. De esta forma en las siguientes declaraciones se disminuyen los días de anticipación para los informes de movimientos de tropas a 14 (dentro del rectángulo mencionado), y se disminuyen las distancias de alerta unas pocas millas.

Sin embargo son claros un par de temas. Uno, que Argentina cede a Gran Bretaña un control sobre sus fuerzas militares en un inmenso territorio que no estaba en discusión y que no había por qué colocar bajo ese sistema que de hecho restringe la libertad de las FFAA en el mar mucho más allá de Malvinas. Otro, que no sabemos si Argentina en algún momento intentó ejercer la vigilancia sobre los movimientos de unidades inglesas en las islas, que sí se hicieron numerosos y en cantidad. Quizás por que las FFAA argentinas carecen de la minima capacidad de vigilar y de mover unidades al nivel que la declaración indica, como mencionamos al empezar este capítulo. O sea, 4 unidades no se disponen en condiciones de operar por parte de nuestro país, y no hay recursos para realizar 20 despegues de aeronaves, ni aeronaves que tengan la categoría bélica suficiente.

Entonces, si la clave técnica de este acuerdo es el “control recíproco”, nos preguntamos ¿es realizable? ¿A quién beneficia? ¿Argentina controla las fuerzas británicas en Malvinas, los ejercicios militares de la OTAN, el entrenamiento de tropas que pasan para las guerras de intervención y que en algunos casos allí se aclimatan? ¿Argentina controla el dispositivo militar de las islas o la llegada y salida de buques? Claro que no.

Pero en sentido opuesto ¿lo hace Inglaterra? Y allí es donde debemos desprendernos y salir de la letra fría del acuerdo. ¿Qué significa el “aumento de la confianza” que declaran los ingleses? Va de la mano de dos cosas. Una, el progresivo deterioro de la capacidad de defensa, la baja del presupuesto que se dio en grado notable con Menem. El presupuesto militar Argentino estaba en un 2,125 en 1988 cifra en la que rondó durante el gobierno de Alfonsín. Se derrumbó al 1,135 en 1998 cifra que redondea el gasto en defensa menemista, a lo que hay que agregarle el desmantelamiento de la industria militar y de defensa, civil o militar con su “irreversibilidad” producto de proceso de privatizaciones y de cierre de empresas del área de defensa. Con el kirchnerismo cayó nuevamente a un promedio del 0,8, cifra que hace insostenible cualquier fuerza armada. Bajo el actual gobierno se encuentra en el 0,9 porcentaje casi igual al del último año kirchnerista. Casi todo el presupuesto se gasta en salarios (que son bajos) y hace imposible que las fuerzas operen, mantengan sus unidades y menos se equipen. Aunque se manifestó durante el kirchnerismo la intención de rehabilitar algunas industrias del área de defensa (sólo el astillero se “comenzó” a mover, la posibilidad de avanzar en satélites y el intento de un vector), todo quedó en algunas intenciones iniciales, que actualmente se están revirtiendo.

Eso está en relación al deterioro y desaparición de escena del equipo militar más importante. Y no dudamos en arriesgar mucho si decimos que se relaciona con la desaparición del submarino ARA San Juan y que las otras dos unidades submarinas estén varadas sin posibilidad de moverse. Es sorprendente también la evolución opuesta tanto del gasto, del numero y equipamiento (y cambio de roles), de efectivos de seguridad respecto a los de defensa. El promedio de gasto militar en la región es bajo, del 1,6%, el mundial 3% y lo que recomiendan organizaciones especializadas es 2%; el nuestro menos del 1%.

Segundo, la clara incorporación de la Argentina a las hipótesis geopolíticas de los EEUU y la OTAN en la época de la caída del muro de Berlín y la hegemonía unívoca de los EEUU. Eran los tiempos de nuestra incorporación como “Aliado extra OTAN” (categoría que aún detentamos) y la intervención de nuestras fuerzas en la expedición punitiva contra Irak. El brutal alineamiento de Argentina junto al imperialismo y en contra de los pueblos y naciones soberanas, marcó un cambio radical de todas las políticas anteriores, hayan sido conservadoras, peronistas, radicales o militares.

Pero, ambas cosas no deben desenmarcarse de una situación general que las sobre determinan. Es el “consenso de Washington” en el que nuestro país es incorporado como neo colonia, o como un nuevo tipo de país dependiente, del cual es ejemplo y modelo, a un hipotético imperio global (tal como Lenin había puesto a Argentina como modelo de dependencia antes de la primera guerra mundial). El librecambio asociado a “democracia política”, las privatizaciones, y la subsunción de la soberanía nacional en el “realismo periférico”. ¿Que significa esto último? La doctrina diplomática y geopolítica del “realismo periférico” (teorizada entre otros por Carlos Escudé y puesta en práctica por Cavallo-Di Tella-Menem) implica que la autonomía de las naciones débiles debe limitarse a intersticios que dejan las naciones dominantes. Ya que enfrentar esa situación daría mas perjuicios a la larga, y la dependencia en definitiva es beneficiosa. Esto sólo puede tender en lo militar la eliminación de las FFAA como una fuerza destinada a afirmar la soberanía en diversos campos, y menos aún en desafiar a algún país central.

Los “Acuerdos de Madrid” son la expresión más acabada de esa doctrina y, específicamente, el “Paraguas de la soberanía” cuya implicancia militar es “olvidar” que una enorme porción de territorio está ocupado militarmente por otro país y que este país mantiene una presencia militar notoria destinada a amenazar al nuestro. A eso se respondió con muestras inequívocas de voluntad estratégica de no luchar y, durante el menemismo, de incorporarse a la esfera geopolítica y militar imperialista.

Como dijimos las recetas del Consenso de Washington implicaron la privatización generalizada y esto afectó gravemente a las FFAA argentinas. Las FFAA modernas de nuestro país se construyeron desde una hipótesis de defensa nacional con la producción nacional y estatal de materiales estratégicos y la disposición de industrias que fueran el sustento de la autonomía. Estas eran la “base” de la defensa nacional. Ajustando el foco a lo militar, las FFAA argentinas debían parte de su poder en la estructura social argentina a su rol en la industria. El “Consenso de Washington” dejó a las FFAA sin la mitad de su razón de ser desde que el general Mosconi creó YPF. Las retrotrajo a la época del libre comercio, pero en una época en que los Estados-nación clásicos pasaron a ser considerados una traba para las líneas fundamentales de acumulación de capital mundial. Así el presupuesto militar cayó en un tobogán que no se detuvo hasta el colapso de las FFAA en este nuevo milenio. Es de destacar, para tener en cuenta desde los sectores progresistas, que esta caída (única en el mundo) del presupuesto militar y el desguace de la industria de defensa nacional siguió a rajatabla, en todas las administraciones, las recomendaciones del Banco Mundial y el FMI, que “recomendaban” todos los años su disminución porcentual y la eliminación de “empresas del estado deficitarias”, específicamente las de defensa.

En que situación nos encontramos hoy

Es en este paquete completo que encontramos las razones de la confianza inglesa. Toda su política se orientó a garantizar la seguridad de su establecimiento colonial al menor costo. Y lo logró con creses. Todas las declaraciones diplomáticas en foros mundiales favorables a la Argentina, más o menos contundentes, no implicaron ningún corrimiento de la línea inglesa en su afán de consolidar su dominio ni, mucha menos, alguna dificultad o sanción para esa potencia. Salvo cuando el gobierno alteró su discurso y tomó algunas medidas tendientes a dificultar y no a favorecer el desarrollo económico de las islas durante el gobierno kirchnerista (con el sencillo objetivo de sentar a Inglaterra a negociar), que tampoco afectaron el balance financiero isleño, ni hubo algún ruido en el tema Malvinas que valga la pena atender como vimos. Pero la seguridad militar de las islas y su bajo costo económico están garantizados por la nula presencia militar argentina en la zona. Y esa es la clave de los acuerdos de Madrid en el tema militar: darle confianza a los ingleses para mantener su base al mínimo posible de efectivos acorde con una hipotética amenaza desde el continente. En este camino de consolidación inglesa, en diciembre de 2007, los entonces 27 países miembros de la Unión Europea consintieron la inclusión de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur en el Tratado de Lisboa. Ignorando todos los países del bloque las decisiones de la ONU, lo que debería ser un llamado a la reflexión sobre cierta “ingenuidad” de nuestra política exterior. Situación que deberá repensarse con el alejamiento inglés del bloque, pero que dudamos que nuestro actual gobierno sepa, quiera o le interese, aprovechar.

Recodemos la frutilla de la torta para Gran Bretaña: Argentina carece de “hipótesis de conflicto” según la definición oficial de nuestros gobiernos. Siendo aún más paradójico que sí lo es para otros países latinoamericanos, inclusive nuestro hermano Uruguay. En Sudamérica, nuestros vecinos cuando desarrollan sus planes anuales de instrucciones e hipótesis a atender por sus fuerzas militares, Malvinas aparece como un asunto de atención claro y grave. Y que está burda declaración hecha por el kirchnerismo, la realizó con clara conciencia de estar en un mundo con amplios conflictos y enormes apetencias de las más diversas potencias que se despegan militarmente para hacerlas efectivas, y teniendo en cuenta que el conflicto de Malvinas es el más grande en términos de territorio que existe en el mundo. Cosa que es sorprendente y contradictoria con el discurso y el mensaje hacia la población y en foros latinoamericanos, donde se impulsaron medidas correctas y un marco de alianza acorde a la soberanía, como también con ciertos cambios desarrollados por el canciller Jorge Taiana como vimos en la primera parte de este informe. Sin embargo el correlato material del discurso en la práctica no se realizó, o se hizo en forma casi simbólica. Si se pensó la defensa se hizo sin FFAA, el Ministerio de Defensa permaneció atado a una concepción “negativa” respecto al tema militar.

Como contraparte los ingleses mantienen una presencia clara y no simbólica orientada a amenazar la Argentina y sus discursos son claros en los más altos niveles de la metrópoli. Están basados en Monte Agradable 4 cazabombarderos Typhoon, un avión muy moderno, un Avión cisterna y un Hércules C 130. También desde el 2007 hay 2 helicópteros Sea King y 2 helicópteros civiles Sikorski S-61. Las unidades de tierra incluyen 3 unidades de señales y un destacamento de misiles Rapier de la Artillería Real. Hay equipos de ingenieros de la RAF y del Cuerpo Real de Logística en la capital y en Monte Agradable. Monte Agradable tiene dos pistas de aterrizaje, una de 2590 metros -la única pista que tiene el Aeroparque Jorge Newbery es de 2100 metros- y la otra de 1.525 metros. El emplazamiento podría albergar para operar correctamente en una guerra a 80 aviones de combate. Por el lado del mar, las fuerzas británicas alternan diversos buques, aunque sólo uno está permanentemente en la zona. Son fragatas modernas y un destructor que no están en forma permanente ni dos juntos, sino que a lo largo de los años van cambiando, o vienen cuando hay prácticas masivas, además de buques patrulleros para control policial del mar. En general la marina británica destina un submarino nuclear con misiles crucero al Atlántico Sur. Entre personal civil y militar hay unos 1300 hombres, que para una población de 2000 habitantes son la vida de las islas. En el 2018 Gran Bretaña anunció la instalación de nuevos misiles de estratégicos para apuntar contra nuestro país. Esto bajo el “Paraguas de la soberanía” y el “control recíproco” sobre 4 millones de Km2, en las puertas de la Antártida, en la boca de los estrechos que comunican al Pacífico y con un gran esfuerzo de conseguir inversores que se arriesguen con el petróleo. Y mientras nuestros gobiernos manifiestan que “no tenemos hipótesis de conflicto”.

No es evidentemente una fuerza formidable y el gasto de mantenerla sólo es de unos 65 millones de libras, nada frente a los ingresos que las islas le proporcionan en estos momentos de amplia distensión. Es de indicar que cuando Argentina manifestó cierto interés en adquirir aviones rusos, (o sea aviones no sometidos a ninguna limitación por alianza o veto ingles) el gobierno británico anunció aumento del gasto hasta los 100 millones. Argentina automáticamente desactivó cualquier intento de volver a tener fuerza aérea, siendo que sólo eran unos pocos aviones Sukhoi. Los misiles tierra-tierra anunciados por Inglaterra sólo tienen destino posible a la Argentina. La política inglesa es permanente y está destinada a la hipótesis de guerra.

Con el actual gobierno de Macri nos encontramos en la etapa final de un largo proceso. Este sin duda puede ser adjudicado a la claudicación diplomática y política que se materializó en los Acuerdo de Madrid de 1989/90, pero que no la podemos comprender si no la pensamos como uno de tres que se realimentan y son uno (como la trinidad cristiana). Los Acuerdos que venimos estudiando, son la primera: la rendición efectiva, que hoy Macri pretende completar sepultado definitivamente a las FFAA como organización militar para la defensa nacional y transformándolas en un complemento para luchas de seguridad interior.

El segundo, la existencia de una ideología que abarca desde la izquierda, el progresismo, la derecha, el neoliberalismo, la clase media  y las clases burguesas, de que no se necesitan fuerzas armadas para la defensa nacional, porque países como el nuestro no “tienen hipótesis de conflicto” y no pueden pensarse con capacidad de defensa militar. Eso es común a Macri su equipo y todo el espectro progresista. El actual gobierno se prepara para crear una nueva fuerza militar tipo “guardia nacional” para “nuevos  conflictos” orientados al orden interno, conflictos de tipo policial. Es el fin del ejército que una vez organizó el general Richieri, sería el surgimiento de un nuevo tipo de fuerza armada muy distinto al ejército que estudiamos del siglo XIX, o que conocimos en el siglo XX.

El tercer elemento también es ideológico y se basa en considerar a las FFAA una amenaza a la democracia, cuyo fortalecimiento va en relación opuesta a la libertad civil y los derechos humanos. Por eso cuando las muy auspiciosas políticas de defensa pensadas en clave latinoamericana en UNASUR dieron unos titubeantes pasos, los militares argentinos solo pudieron hablar de DDHH, no de Malvinas o del cinturón de bases inglesas en el Atlántico sur, o como compartir tecnología para desarrollar aviones de combate efectivos, o si hay que tener proveedores y socios rusos o israelíes, etc. sino de DDHH. Tema justo para todas las áreas (por ejemplo debería ser más aún necesario en nuestra deshumanizada economía) pero que hace poco a la defensa concreta. Eso va en relación casi simbiótica con la derecha neoliberal para la cual las FFAA son solo un “gasto”. No podemos entender el grado de coincidencia en el aspecto del deterioro objetivo de la defensa nacional entre el progresismo y el neoliberalismo si no vemos estas tres fuerzas que operan como estructurantes de las ideas de defensa en el plano militar. De la misma forma que no podemos entender los acuerdos con Inglaterra, el éxito, la satisfacción y seguridad inglesa sin comprende esto.

Para cerrar esta tercera parte del informe volvamos a la Fuerza Aérea. En 2018 se denunció una de sus peores crisis que se cristalizó en el éxodo masivo de pilotos, una reducción presupuestaria, bases aéreas semiparalizadas y una flota de aviones de cero potencial de combate, que además se encuentra fuera de actividad por problemas de equipamiento y mantenimiento. Hay sólo 45 pilotos operativos y quedaron 270 en la fuerza. NO es necesario decir más nada.

(*) Historiador, integrante de Barricada TV, docente de UNLP y UBA.

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