Por Ariel Weinman *
Después de 24 horas de debate en la Cámara de Diputados el proyecto de ley de despenalización del aborto obtuvo medio sanción por estrecho margen: 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención.
Sin ninguna duda, el debate de la calle impulsado por la gama heterogénea de los movimientos de mujeres produjo un acontecimiento que conmovió los posicionamientos previos de una franja importante de representantes del pueblo que cambiaron su voto en las últimas horas.
Al mismo tiempo, desarticuló la estrategia política del gobierno nacional quien propició la discusión pública sobre el aborto con la intención de desplazar de la agenda la catastrófica política económica.
La aparición de una marea de mujeres con objetivos claros, además, desmanteló el discurso patriarcal que emana por todos los poros del cuerpo de la comunicación dominante. Una vez más, algo del orden del acontecimiento, que nunca sucede por las redes sociales sino en el territorio de la calle y la plaza pública agujereó la supuesta solidez de los mandatos de subordinación femenina.
La sabiduría del conglomerado de fuerzas sociales y políticas alrededor de la despenalización del aborto logró articular esta demanda con el rechazo al acuerdo al Fondo Monetario Internacional y toda la política del gobierno nacional. «Vivas nos queremos», «desendeudadas nos queremos» decían las consignas.
Aunque sectores populares -como los curas villeros- que no se pueden desconocer, y mucho menos impugnar, se habían pronunciado en contra del proyecto de ley, el resultado de la votación en la Cámara Baja es un claro triunfo opositor a la política de Cambiemos, y coloca en evidencia que el Congreso dejó de ser permeable a las presiones del Poder Ejecutivo.
La ley contra el tarifazo hace algunas semanas y la media sanción a la despenalización del aborto manifiesta que la movilización popular está torciendo el rumbo liberal-conservador impuesto desde el estado desde diciembre de 2015, y que había tenido en el Congreso si no un acompañamiento consciente, por lo menos una inercia que colaboraba con el proyecto de entrega nacional a los poderes imperiales por parte del Poder Ejecutivo.
Las organizaciones feministas tienen la virtud de una prédica persistente, pero si ahora se alza con una victoria política es porque supo movilizar las energías sensibles de amplias zonas de la población que reivindican el derecho de las mujeres a disponer de su propio cuerpo.
La votación en Diputados mostró que a veces una sensibilidad, un tipo de energía que aparece al transitar las calles, puede cambiar un destino.
(*) Conductor de Panorama Federal / Radio Gráfica