Por Gabriel Fernández*
La meritocracia avanza en la Argentina. El funcionario que, junto a Juan José Aranguren, denota más irregularidades en el seno de un gabinete con una ética en verdad preocupante, ha sido promovido hacia una región que lo equipara a un primer ministro. Sus defecciones no fueron pasadas por alto debido a problemas de información: se transmutaron en las causas de fondo para su designación.
El hasta ahora ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, será el responsable de la coordinación de nueve ministerios económicos. Lo abarcativo de su incidencia queda reflejado en las áreas a controlar. Se trata de los cuatro pilares centrales de la economía: la política fiscal, la estrategia de “crecimiento”, la ejecución presupuestaria y el “control” de la inflación. El último ítem, en coordinación con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, otra buena piedra para la honda.
La primera reunión de coordinación del “nuevo” gabinete económico será este martes. Estarán los ministros Jorge Triaca (Trabajo), Juan José Aranguren (Energía), Luis Miguel Etchevehere (Agroindustria), Luis Caputo (Finanzas), Rogelio Frigerio (Interior), Guillermo Dietrich (Transporte), Francisco Cabrera (Producción), Gustavo Santos (Turismo) y Andrés Ibarra (Modernización). De conjunto, se observa el mismo criterio: ninguno de los mencionados puede mostrar éxitos vinculados con el intereses económico social, pero todos presentan carpetas ligadas al beneficio empresarial concentrado.
¿Porqué arrancamos hablando de meritocracia? El superministro ostenta varios méritos: El 76 por ciento de su dinero, unos 74 millones de pesos, están radicados fuera de la Argentina. Además declaró tener 20 millones de pesos invertidos en la firma Florentine Global, y participaciones en las sociedades extranjeras Jilym Company S.A. y Para Bien S.A.. Florentine Global aparece vinculado a dos registros, uno en los Panamá Papers y otro en el portal Open Corporates.
Las otras virtudes están en la misma acción económica desplegada desde su asunción. Caída en el PBI industrial –apertura económica, baja del consumo, alza de tarifas-, dilapidación de reservas sin éxito sobre el dólar, fuerte inflación en los precios de primera necesidad, recortes en todas las áreas del Estado y un profundo endeudamiento.
La decisión fue adoptada por el presidente Mauricio Macri de común acuerdo con empresarios muy cercanos al gobierno. Muchos sectores monopólicos reclamaban un ministro a cargo de la conducción centralizada de la economía, con claro poder para tomar decisiones, en lugar de nueve ministerios a los que consideraban «descoordinados entre sí y que adoptaban decisiones a veces contradictorias».
Otras versiones señalan que, además, el mandatario liberal recibió la sugerencia desde el mismo Fondo Monetario Internacional, que aspira a tener garantías para la emisión del crédito stand by. ¿Garantías de que? Básicamente, de un ajustador nato que logre canalizar recursos sociales hacia el espectro financiero sin dilemas temporales ni éticos. Es decir, no estamos ante los tradicionales cambios “fusible” en el área económica, sino ante una ratificación enfática del rumbo.
(*) Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal