Por Úrsula Asta*
La publicidad de TyC Sports sobre el Mundial Rusia 2018, aunque aspira a otra cosa, es profundamente machista y tilinga. Aparenta apertura, cuando es lo contrario. Ostenta un discurso mutilado de política, cuando ni el deporte ni la copa mundial de fútbol están por fuera del mapa que dirime lo geopolítico.
Casi dejando de lado el hecho de que sostiene la premisa: «El fútbol es cosa de hombres», porque construye un relato de sólo la «masculinidad» ligada a ese deporte, debemos decir que entroniza una identidad masculina hegemónica. Y eso no es ingenuo. El eje esta allí, asociado al varón macho, al cual se dirige, que ríe ante el relato que de él hacen tan humorísticamente.
La masculinidad hegemónica es el rechazo a lo femenino pero, a su vez, es fundamentalmente homofóbica. Sí: PUT IN, cierra la pieza desde el recurso humorístico.
«Las manifestaciones de amor entre hombres» a las que hace referencia, muy diferentes a la sexualidad entre hombres, a la cual por supuesto no refiere, son relatadas desde la construcción del grupo de hombres llenos de hombría que, entre otros valores, simboliza el estereotipo ya conocido: los hombres son amigos fieles entre ellos, compañeros aguerridos. Te habla «de hombre a hombre».
Las mujeres, por el contrario, somos competitivas y malas amigas…
«Un hombre se rompe todo por otros hombres»; «un hombre llora… por otros hombres», claro. Más obsceno resulta el «acto de amor» (que el presidente ruso no entiende), que es retratado exaltando lo que es al mismo tiempo una suerte de simbología de argentinidad viril irracional, que asocia a su concepción del «hincha», que con las manos dice algo así como «te vamos a coger», «te voy a romper el orto» o cualquiera de las opciones que a quien lee se le ocurra.
De más está decir que eso no tiene nada de amor, sino que es más bien una amenaza de «te voy a ganar» o «si no gano, te cago a piñas» metaforizada en un acto de violación.
Ahora bien, a esta ensalada que mezcla amor con violencia, que refuerza al «hombre hombre» -en sustantivo primero y adjetivo después-, se suma un ingrediente: lo tilingo. Por concepción. Y en derredor del posicionamiento del enunciador. Quien, por ignorancia o convicción, emana una mirada -profundamente política- sobre Rusia, y pretende despojar de contenido el ajedréz geopolítico, en el cual la Argentina también está inmersa.
No lo pedimos tanto a las usinas del poder corporativo, ojo, no le pedimos nada. Esto es lo que son.
Al mundial de fútbol, lo seguimos por otra vía.
(*) Conductora de Feas, Sucias y Malas / Radio Gráfica