Por Héctor Amichetti *
Lo opuesto a una vaca viva es una vaca muerta.
Quien ha vivido en un pueblo de provincia rodeado de campo, conoce lo apreciadas que son las vacas lecheras, algunas de ellas pueden llegar a producir hasta 20.000 litros de leche por año.
También se sabe que si esa misma vaca muere pierde su valor y si además queda tirada en el campo, es muy probable que la devoren los buitres.
De Vaca Muerta se trata en este caso, y no precisamente de un animal sino del mentado yacimiento que tanto se viene hablando por estos días.
Con sus 30.000 kilómeros cuadrados de extensión, es mundialmente calificado como una de las «supercuencas» más prometedoras del planeta tierra.
Bien explotada puede alcanzar un potencial diario de 560.000 barriles de petróleo y 6.000 millones de pies cúbicos de gas.
Tiempo y plata es lo que hace falta.
Hace algo más de dos años el economista norteamericano Bernard Weinstein, asesor de los fondos buitres y acérrimo defensor de la desregulación del mercado energético, escribía de manera alarmante y especulativa: «Argentina está al borde del default», sugiriendo que una forma de salir de la quiebra era pagando a los usureros con Vaca Muerta, «una de las reservas todavía no desarrolladas de petróleo y gas más grande del planeta, valuada en 250.000 millones de dólares».
Por entonces los buitres sobrevolaban Vaca Muerta.
Hoy las cosas han cambiado, hace una año ya que las Corporaciones tomaron el gobierno en Argentina y Macri hace de presidente cuando no está de vacaciones. Se le ha pagado religiosamente todo lo que los buitres reclamaban y en la semana que culmina acaban de ceder al reclamo de Weinsten y de las grandes multinacionales petroleras.
En la división internacional del control y distribución de los recursos hidrocarburíferos, la Royal Dutch Shell, que el año pasado compró British Gas por 70.000 millones de dólares, tiene asignado el dominio del Cono Sur.
Malvinas y Vaca Muerta son sitios estratégicos.
Las inversiones estaban cantadas, sólo especulaban con una evolución favorable del precio internacional de los hidrocarburos y con el desplazamiento de un gobierno soberano que trabajaba para fortalecer una empresa bajo control estatal.
Despejado el obstáculo y con un ministro de la propia empresa en el gabinete, acaban de avanzar con mejores condiciones que las que pretendían. Su gobierno les eliminó las retenciones a la exportación y el Banco Central les aseguró libre disponibilidad para girar sus divisas al exterior.
Si a esto le sumamos la garantía del escaso control estatal sobre los recursos que extraigan, podrán manejar las cifras de un fabuloso negocio a su antojo.
Como bien dijo un amigo, el sindicato petrolero que conduce Pereyra le dio una yapa que no esperaban, flexibilizó las condiciones de trabajo para hacer más barata la mano de obra argentina y alentar la «revolución del empleo» precarizado que Macri quiere ofrecerle a las Corporaciones en todo el país.
Se llevarán todo el gas y petróleo que les dé la gana, harán un enorme negocio en dólares y le pagarán a los trabajadores petroleros argentinos en pesos devaluados por un convenio a la baja.
La excusa del autoabastecimiento se verá satisfecha prontamente en un país donde se ha decidido relegar el desarrollo de la industria nacional en aras de la apertura de fronteras al «libre comercio».
¡El negocio salió redondo!
La Vaca no está Muerta, es lechera y la entregaron.
(*) Secretario General Federación Gráfica Bonaerense / Corriente Federal de Trabajadores – CGT / La Señal Medios.