abril 16, 2025

CGT | Hacia la confrontación

CGT | Hacia la confrontación

Por Lucas Molinari (*)

Radio Gráfica junto al Foro Argentino de Radios Comunitarias estuvo hoy con su estudio de exteriores en Avenida de Mayo y Perú desde el mediodía. Se vio marchar a miles de trabajadores del Sindicato de Camioneros por esa entrada a la Plaza del Pueblo. Allí pudimos dialogar entre otros con Armando, delegado de Luján de la seccional General Rodríguez. Consultado sobre la propuesta de reforma laboral que impulsa el macrismo, si bien no oficializó ningún proyecto aún, el gremialista afirmó: «Para nosotros, con el respeto que nos merecen nuestros hermanos brasileros, esto no es Brasil. Acá cuando se para el pueblo saca un gobierno por la terraza con una cucharita y una olla».

Dos épocas, un mismo modelo

En el año 2000, un 26 de abril, había dos CGT. La que conducía Rodolfo Daer que apoyó la ley de reforma laboral o ley «Banelco» a través de los senadores del Partido Justicialista. Y, al contrario, la CGT Moyano junto a la CTA y la CCC se concentró ese día frente al Congreso para expresar su repudio. Se aprobó la ley y se convocó a una huelga para el 5 de mayo. La gestión de De la Rua planteó que no permitiría que se bloquearan rutas al tiempo que Hugo Moyano declaraba “el paro no es contra el gobierno, sino contra el modelo económico, contra el que venimos luchando desde hace 10 años y que el gobierno profundiza”. Fue un cese de tareas sin movilización aunque se realizaron piquetes de huelga en la ciudad de Buenos Aires, Mar del Plata, Mendoza, Neuquén, Ushuaia, Bahía Blanca, Necochea y Córdoba.

Luego el plan de lucha continuó: La CGT de Daer el 11 de mayo criticó el proyecto oficial para desregular las obras sociales, uno de los puntos que exigía el Fondo Monetario Internacional. Y reclamó la urgente convocatoria al Consejo del Salario y el Empleo y a las paritarias. El 9 de junio del 2000 se realizó una huelga general convocada en unidad por la CGT de Moyano, la CGT de Daer y la CTA contra el ajuste. El 20 de julio de ese año se realizó la Marcha Grande por el Trabajo. El 23 y 24 de noviembre se desarrolló otra huelga general con marchas, cortes de ruta y protestas en todo el país. Casi a un año del estallido.

Con este racconto podemos dar cuenta de cómo a 17 años, hay ciertas similitudes en cuanto a distintas concepciones de cómo pararse ante el modelo neoliberal. Claro que hay muchas diferencias, la principal es que en ese entonces se venía de una década de destrucción sistemática del entramado industrial argentino. La Unión Obrera Metalúrgica, explica Victorio Paulón, histórico dirigente de la seccional de Villa Constitución “estaba por desaparecer”. Sin embargo hubo reflejos en el movimiento obrero, que incluye a los piqueteros que por esos días eran determinantes en el plan de lucha, para plantar oposición. Luego ocurrió el desborde inorgánico en diciembre de 2001.

¿Ruptura?

En la movilización de este 22 de agosto se vio un activo sindical que mira al futuro. ¿Se volverá a la ruptura? No es lo que buscan los trabajadores. En las provincias desde las CGT Regionales se exige un plan de lucha.

El moyanismo como en los 2000 busca el protagonismo que perdió con el triunvirato hace un año. ¿Logrará Juan Carlos Schmid sintetizar al conjunto? Por lo pronto hoy su discurso retomó lo mejor del MTA – Movimiento de Trabajadores Argentinos. Dejando en claro que el problema está en el modelo de saqueo y de fuga empresarial. A diferencia del titubeo de los oradores del 7 de marzo remarcó: «Venimos por la palabra empeñada ante los trabajadores, por el futuro de nuestros jóvenes, por nuestros jubilados, que apenas alcanzan a cubrir la mitad de la canasta básica y representan una yaga en la sociedad. Por eso venimos a esta plaza». Exigió la aparición con vida de Santiago Maldonado, cuya figura de reprodujo por miles y rechazó cualquier tipo de intervención en América Latina, en respaldo a Venezuela.

«Somos hijos del peronismo (…) cuando el pueblo vivió sus años más felices» repuso el titular del sindicato de Dragado y Balizamiento, dando cuenta que nuestro país se modernizó en aquellos nueve años (1946-1955). Y luego planteó que con las dictaduras y los «grupos empresarios que siempre vivieron al calor del gasto público, de la especulación, del contrabando» se atrasó al país. Es decir explicando que la barbarie siempre fueron «ellos», y hoy su máxima expresión es la Ceo-cracia. A la vez aclaró que si no hay «Tierra, techo y trabajo» para el conjunto del pueblo «siempre habrá conflicto».

Con la ayuda de la cobertura mediática fuertemente anti-sindical desde La Nación a C5N, es claro que el gobierno busca la ruptura, la fragmentación. Esperemos que la presión desde abajo le marque el paso a la dirigencia que va a un Congreso Confederal que se realizará el 25 de septiembre, cuando se cumplan 44 años del asesinato de José Ignacio Rucci.

¿Por qué la unidad?

En un artículo del año pasado escribí una crónica del Confederal realizado en el salón Felipe Vallese del que participaron 147 secretarios generales. Fue el 5 de agosto de 2016, a cuatro días del fallecimiento de Raimundo Ongaro. Se hizo un minuto de silencio en su honor, que unió a dirigentes de diferentes tradiciones sindicales. Luego al tomar la palabra Héctor Amichetti, del sindicato gráfico, agradeció el gesto y contó la anécdota del abrazo entre Raimundo Ongaro y Lorenzo Miguel para expresar la necesidad histórica de la unidad. Recordó: “Estábamos en una movilización en la 9 de julio, ¿y qué se dijeron estos dos grandes dirigentes? Plantearon, `te diste cuenta, estuvimos distanciados, estuvimos enfrentados y vino una dictadura y nos demostró por qué los trabajadores no tenemos que estar divididos´. Unos terminamos exiliados, otros presos, muchos compañeros desaparecidos. Ese es un símbolo, y lo traigo acá porque el esfuerzo que se viene realizando demuestra que el camino es positivo porque estamos discutiendo cómo nos unimos”.

La necesidad de un acuerdo programático

Otra de las diferencias con el 2000 es que existe la Corriente Federal de Trabajadores. Que no rompe, plantea la necesidad de un programa que marque coherencia en las acciones dirigenciales. Un espacio de organizaciones sindicales que no es determinante en «la rosca» respecto a los «gordos» e «independientes» o al MASA. Pero junto al moyanismo parece poder traccionar un «unicato» que sea confrontativo.

Una unidad que impida la reforma laboral y previsional que busca este gobierno, pero que en realidad es parte de un plan continental que baja de los círculos del poder financiero internacional.

Claro que hay contradicciones secundarias como el anti-kirchnerismo del moyanismo y cierto anti-sindicalismo de sectores kirchneristas. Sobre esa discusión vale repasar un artículo de Gabriel Fernández de enero de este año que no pierde vigencia: «El moyanismo en su laberinto».

Finalmente, la elección de octubre va a tener mucha relevancia pero el eje de la defensa nacional va a radicar en cómo pueda el sindicalismo lograr una síntesis a favor del pueblo trabajador. Por eso, frenar al macrismo implica confrontar y poner en riesgo su gobernabilidad, que no es sino la condición de posibilidad de determinar a la Argentina a ser una colonia.

(*) Periodista de Radio Gráfica.

Foto: Sergio Ariel Chávez, del sindicato de Dragado y Balizamiento y co-conductor de «Puerto Base» que se transmite por Radio Gráfica.

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