Por Lucas Molinari
La foto de la CGT en Olivos muestra una dirigencia acabada. Que concilió con el gobierno de la ceocracia. Un año con miles de despidos. Con cierre de industrias. Con gigantes exenciones a los ricos y poderosos. El revanchismo gorila de Macri tuvo su resistencia. Movilizaciones todo el año en todo el país. Muchas invisibilizadas. Otras que lograron acumular, como la toma del CONICET. ¿Qué se espera para el 2017? Año electoral, en el cual lo qué pase en las calles será determinante.
Acuerdismo
¿Se puede hablar de triunfo al lograr una emergencia social? Claro que no, porque eso significa que el movimiento popular volvió a discutir las migajas. En 2008 la militancia debatía los “planes” y la oligarquía frenó el país en defensa de la renta extraordinaria de la tierra. A partir de allí el proceso histórico pegó un salto. El kirchnerismo, sin un programa político en la mano, profundizó el proyecto nacional. Sin embargo faltó un campo popular pujante para exigir la reforma de la constitución, entre otros ejes, para trasformar el país.
Al llegar Macri al gobierno, con decretos y acuerdos parlamentarios demostró que la “crisis de representación” no se resolvió aún. A 15 años del “que se vayan todos”, la politiquería está al orden del día. El Frente para la Victoria se desgranó, algo previsible por la derrota. Y el “pragmatismo” parece justificar las tácticas de sectores como el Movimiento Evita, que expresan respetar la gobernabilidad.
Un macrismo que ha tenido un año realmente exitoso logró que la CGT no haga paro. La foto en Olivos es el colmo de acumulación de un gobierno de empresarios que avanza con la flexibilización. Logró sancionar la ley de ART que fulmina el derecho de los trabajadores a hacer juicio cuando sufren un “accidente laboral” (que no son accidentes, sino que siempre es falta de inversión patronal).
Si en 2017 no se rompe el techo de las paritarias, si no se logra volver a exigir tarifas justas, si el conflicto en las calles no desborda a las dirigencias acuerdistas, nuestro país retrocede a un modelo colonial. Los logros de Néstor y Cristina son un acumulado, pero el revanchismo es más veloz que la lenta recuperación nacional y popular.
2017
Las elecciones claro que son importantes, pero van a estar muy influenciadas por cómo se dé pelea desde el bloque popular.
Los movimientos sociales han logrado una interlocución de primer nivel con el estado nacional. Pero lo que lograron no es sino un paliativo. El desafío es cómo se articula ese sector con el sindicalismo que da pelea. Porque el triunvirato de la CGT está dando sobradas muestras de que negocia parcialidades como Ganacias, que el margen de negociación es cada vez más amplio y que no se para de manos ante la reprimarización de la economía.
¿Qué pasa en la Unión Obrera Metalúrgica? Uno de los sindicatos que más ganó en la última década. Violentamente afectado este año. Miles de despidos. Estuvo marchando todas las semanas como gremio. Sin embargo los cierres continúan. En Tierra del Fuego están desestructurando el proyecto industrial.
“La vuelta de las vacaciones va a ser muy dura”, planteaba un dirigente de Curtidores. Desde octubre están en Espósito, curtiembre de Sarandí, haciendo un acampe por los 58 despidos. El 30 de diciembre van a un paro nacional exigiendo su reincorporación. Un sindicato que demuestra ser combativo y a la vez proyecta la herramienta de construcción política desde la Corriente Federal de Trabajadores.
Será un 2017 de mucha pelea. Ahora bien ¿se logrará un bloque?, ¿se llegará al paro nacional? Ahí está la preocupación. Porque la capacidad de daño es enorme. El nivel de entrega y endeudamiento de este año posterga por mucho un avance nacional. Estamos volviendo al infierno, como diría Kirchner.
Y en lo electoral cabe destacar que arrancamos un año con el impulso de dirigentes justicialistas que hablaban de las “internas” que nunca llegaron. Y cerramos con la foto en José C Paz con Duhalde, Ishii, y Rico abrazando a María Eugenia Vidal.
Mientras la línea del “macrismo puro” parece ganar en las filas del gobierno de los ceos (la de Marcos Peña), Vidal muestra otro juego. En su objetivo de lograr una provincia con gobernabilidad se mete en la disputa del pejotismo.
Porque el enemigo proyecta hacia delante. El acuerdo de DAVOS posicionó a Sergio Massa en la idea de “recambio”. El macrismo también va sumando figuras para construir un punto de inflexión en la historia argentina.
Se pone en juego este 2017 cuánto más pueden domesticar a la vieja dirigencia y cuánto se va a parar de manos la clase trabajadora argentina.
Democracia y política
De allí que es fundamental debatir sobre qué democracia tenemos. Sobre qué implica respetar la gobernabilidad en un contexto de avance revanchista y neoliberal. Porque los muertos silenciosos del modelo de exclusión no son contabilizados. Y no hay emergencia social que pueda contener el cierre de fábricas y la reprimarización.
La oligarquía diversificada de nuestro país hoy es gobierno. Paolo Rocca brinda este fin de año con mucho gusto porque su programa político de disciplinar al movimiento obrero argentino, uno de los más poderosos y organizados a nivel mundial, ha tenido un avance.
Quienes militamos en el campo nacional y popular tenemos esperanza en el recambio. En que un bloque pueda frenar, hacer trastabillar al macrismo. Que lo electoral no quede desligado de la realidad cruda que miles de familias trabajadoras viven hoy. Que no gane el marketing, sino la política.