Por Fernando Protto *
En ésta semana santa peronista, llegamos al día de la flagelación y comienzo del vía crucis, con una movilización multitudinaria a la plaza San Martín, militantes de la Unión Cívica Radical, el Parido Socialista, de los Conservadores y gente sin partido, se reúnen frente al Círculo Militar, porque allí estaban dirigentes de los partidos mencionados, los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, parte del Estado Mayor Conjunto y el nuevo líder fuerte, el general Avalos (quien había integrado el GOU junto a Perón y era parte de los debate políticos), quien había logrado la renuncia de Perón, del coronel Mercante e imponer a sus hombres en un futuro gobierno de transición. Por eso, en esa reunión se debatían cosas muy importantes.
Además de hablar de elecciones, de constituir un gobierno democrático y alineado a las potencias occidentales que triunfaron en la Segunda Guerra Mundial, el punto central tenía que ver en qué se hacía con el Coronel Perón y su apoyo a los trabajadores. Mientras que Avalos, algunos sectores del ejército y de los Partidos Radical y Socialista sostenía en continuar con las medidas sociales y no darle entidad a la figura del particular coronel, por el otro lado, la marina, junto a los conservadores y los grupos económicos sostenían que había que eliminar cualquier derecho y eliminar la figura de Perón del escenario político. En ese contexto, Perón pensaba más en dejar el ruedo político y por cuestiones de seguridad (sabía que algunos preferían verlo bajo tierra) estaba recluido en una isla del Tigre, pero (por suerte) las indecisiones que tuvieron en la reunión, determinaron solo detener a Perón y trasladarlo a la Isla Martín García. Fue ahí, donde desde el llano, muchas comisiones obreras, delegados y trabajadores sueltos, más algunos sindicatos empezaron a generar reuniones y contactos con Mercante y otros delegados de Perón, hay que rescatar al Coronel, pero ¿cómo hacerlo? Era la pregunta! Entonces, empieza a surgir la idea de movilizarse para pedir por su libertad, porque era la única manera que, un aterrado presidente Farrel, diera marcha atrás con las medidas que había tomado.
Acá no fue necesario que Perón fuera flagelado por los romanos, que le hicieran cargar la cruz y que lo crucificaran, porque el pueblo trabajador había entendido el credo y estaban hartos de la martirización de los líderes, sus líderes; ahora había que estar y organizarse, entonces se llamo a cada provincia, a cada local gremial, se fue movilizando desde abajo, no había que dejarle lugar a la oligarquía, este era el momento de pasar al frente. Durante la Década Infame habían aguantado la persecución y la muerte, pero ahora tenían a alguien con quien dialogar, con quien construir y con quien pensar un futuro mucho mejor y así se fue gestando lo que sería el 17 de octubre, pero todavía falta! Lo que les voy diciendo, que no hay mejor organización que cuando surge desde abajo y eso me fue haciendo peronista…
(*) Columnista de Historia en Desde el Barrio