Por Fernando Protto *
El querido John William Cooke, el gordo Cooke, nos dejó una frase para la historia: El peronismo es el hecho maldito del país burgués. Esta caracterización del peronismo, junto a tantas otras que tuvo, no deja en claro, quienes ganan con la derrota del peronismo y por qué los peronistas somos tan obstinados. Porque el gran escritor y gran antiperonista, Jorge Luis Borges, nos supo definir muy bien: A los peronistas no los une el amor, sino el espanto. Es más que obvio que nos une el espanto, porque ser perseguidos, torturados, proscriptos, negados y otras etc, nos genera unidad ante el espanto, ver destruir la Ciudad de los Niños de la ciudad de Buenos Aires, cerrar asilos de ancianos, , quitar derechos a los trabajadores y sostener medidas entreguistas, nos obliga a unirnos. Aunque esto nos hizo comernos algunos sapos que todavía duelen en el corazón peronista, es parte de por qué somos peronistas y por qué soy peronista.
Me fui haciendo peronista, porque me maravillaba su capacidad de movilización, porque veía vida aún en la tristeza, porque ante el odio ajeno (en especial de ciertas clases medias) se imponía la idea de lucha y porque ante la derrota se planteaba la resistencia, porque en ser el peronista (el popular, del de base, el del hecho maldito) la vocación de poder no es por el poder mismo, sino por cumplir con un mandato social y moral, para la construcción de un país más justo. Pero el espanto ante el odio, el dolor y el horror, no llevo por el mal camino de no saber elegir alianzas y/o candidatos y sentir que esa única opción ante la realidad era necesaria pero que después significo un dolor muy fuerte en ellos, porque fueron traicionados. Para mi viejo, que era Vandorista, López Rega y Menem fueron un dolor en su corazón peronista, porque el peronista cree en construir con todos y para el pueblo, no podía entender como habían traicionado la esencia del peronismo. Hasta un tío mío (que fue delegado textil), que no creía en los grupos armados y sigue creyendo que hubo entrismo en el peronismo, nunca defendió a Menem porque vio como lo cago a él y a su familia, pero tal vez ahora voto a Macri por no votar a Scioli y ahora debe estar arrepentido porque en su corazón peronista no existe la traición a los compañeros y al pueblo, pero a veces se cree que puede haber opciones mejores que no lo son.
Pero este hecho maldito pervive ante el avance de la derecha o la crítica del falso progresismo, porque les duele vernos trabajar, les duele que reclamemos estar mejor, les molesta vernos mejor, porque para unos somos sus sirvientes y para otros no estamos preparados, entonces nos niegan y decretan nuestras muertes políticas, negocian con traidores o buscan medidas que contengan nuestra ira, nuestra necesidad de pelear, nuestra búsqueda de justicia.
Hoy soy un profesional, vivo en una barrio de clase media y tengo un nivel de vida tal vez superior al que tuvieron mis viejos a mi edad, pero no puedo perder el peronismo aprendido, no puedo perder la esencia popular, el hablar barrial, el sentir la calle y el buscar la igualdad social. Porque esa esencia no se pierde, aún más allá de los errores y claudicaciones del movimiento, y es lo que todavía me mantiene peronista…
(*) Columnista de Historia en Desde el Barrio