Nuestra querida Evita decía: Soy peronista, entonces, por conciencia nacional, por procedencia popular, por convicción personal y por apasionada solidaridad y gratitud a mi pueblo… Es en esta histórica frase que se resumen las esencias del ser peronista.
Aunque siempre se nos criticó por ser nacionalistas a lo nazi o fascista, nunca tuvieron en cuenta que nuestro nacionalismo no era imperialista o expansionista, sino que buscaba entender el país en su contexto latinoamericano, buscando la manera de manera de generar lazos de unidad no con los gobiernos, sino con los sectores populares. En la búsqueda de generar unión, Perón apostó a la creación de ATLAS (Asociación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas), como un organismo que no representara a los trabajadores por afuera de los gobiernos y ahí está el otro concepto planteado por Evita, la procedencia popular.
Cuando hablamos de conciencia nacional está íntimamente relacionado a la procedencia popular, porque cuando le dijeron a Marechal que había que representar Antígona Velez, con actores de cine y cantantes de tango, en las escalinatas de la facultad de Derecho, era unir la creación de un autor popular, de una adaptación nacional y con clara participación popular, pensada en que si el pueblo no generaba lugar en la cultura, no había cultura nacional y popular posible. Por eso Perón no se apoyó en el revisionismo, sino en revisionar a los personajes y momentos históricos, con un claro carácter popular. Así fue la formación en folklore en las escuelas, en trasmitir radio teatros criollos en la vieja Radio del Estado, en fomentar festivales con ritmos musicales de nivel pero populares, era la manera de entender que la construcción de la nacionalidad era con el pueblo si o si.
Cuando el peronismo fue derrocado, surgieron las convicciones populares para lograr la vuelta de Perón, por eso, un grupo de militantes jóvenes y viejos, en la provincia de Santiago del Estero, formaron el primer grupo guerrillero en la Argentina y qué nombre eligieron, Uturuncos. El nombre no fue elegido al azar, porque el runa uturunco, era una vieja leyenda indígena, de la época de los incas y que se reforzó durante la conquista. Los uturuncos eran los hombres tigre, que ante la injusticia sufrida por la explotación española primero y la de las oligarquías provinciales después, aparecían del medio del monte para defender a los desposeídos. Era una leyenda popular, que se representaba por radio y que fue película, por eso eligieron el nombre, no fue casualidad, pero tenía un claro componente social, político y sentimental, porque estos muchachos, surgían del monte para defender a aquellos que se quedaron sin defensa y solos ante el atropello de la libertadora. La procedencia popular, la conciencia nacional y la convicción personal motivaron a cada hombre y mujer peronista para sostener una persecución constante durante 18 años.
De la solidaridad y gratitud ya vengo hablando hace rato, pero un buen ejemplo es el que surge del libro La Voluntad de Anguita Caparrós, donde se plantea la historia de una compañera abogada de Mendoza, que trabajaba para la UOM local y que los trabajadores y trabajadoras la invitaban a asados o fiestas familiares, entonces ella no quería ir bien vestida para hacer sentir mal a la gente, hasta que se dio cuenta que todos trataban de ir bien vestidos y mostrarse con lo mejor para una fiesta, entonces ella comprendió que la idea no era vestirse de pobre, sino aprender a disfrutar lo que le daban esas familias que habían confiado en su defensa gremial, porque cuando construís solidaridad te devuelven gratitud.
Mi camino fue marcando cada vez más, por la historia y la familia, por qué soy peronista…
(*) Columnista de Historia en Desde el Barrio