Por Fernando Protto *
Dicen los que saben que Carlos Marx para llegar a su teoría materialista, primero le imprimió un toque filosófico a su pensamiento, que lo alejaba de lo racional y lo acercaba a lo sentimental, el peronismo siguió el mismo camino pero nunca termino de acercarse a lo racional al 100%. Muchos trataron de teorizarlo, pero hasta el día de hoy sigue siendo un tema pendiente para los intelectuales. Pero este debate que se tiene en otros ámbitos, es ajeno para quienes conocieron al primer peronismo y supieron, desde el primer momento, qué era el peronismo para ellos y por qué eran peronistas. A partir de la pregunta que me hice, me fui dando cuenta, por qué iba siguiendo el camino del peronismo.
Mis viejos me dejaron enseñanzas muy prácticas y me fueron demostrando que un valor fundamental, era la solidaridad, pero esa estructura de solidaridad no estaba pensada en la valoración moral de la persona, sino en el ideario de construir una sociedad más justa. Ellos habían vivido los campeonatos Evita, la sidra y el pan dulce, la escuela pública, la salud pública y los derechos que el peronismo le dejo. Es más que obvio que había una política de estado dirigida a los sectores populares para generar adhesión al movimiento, lo que no se pensó era cómo los sectores populares iban a hacer uso de esa política. No es que todo tiempo pasado fue mejor, pero el peronismo había resignificado los viejos lazos sociales de hermandad y solidaridad de los sectores populares y lo llevo a la política de estado. En ese contexto, tener una jubilación, pedir mejoras salariales, mejorar las condiciones de vida y de trabajo, eran obligaciones del estado, no por ser un estado benefactor, sino porque el pueblo había llegado al estado y estado no podía dejar a nadie afuera.
Cuando el peronismo fue derrocado, esos mismos lazos se trasladaron a los sectores populares, quienes reforzaron el cómo ayudar y acompañar a aquellos compañeros y compañeras que habían caído en desgracia por la persecución política. Pero esto se traslado a todos los compañeros y compañeras que no necesariamente eran peronistas y después a los vecinos y vecinas que no podían sostener el hogar. Cuando llego la oleada menemista con su 1 a 1 y desocupación, a mi viejo le toco armar (como lo había hecho en la hiper) las cajas de productos que la fábrica pagaba para sostener el nivel vida de los trabajadores que todavía quedaban, entonces fue a un mayorista (hoy famoso por su red de productos de bajo costo) y le armaron una caja de productos que fue entregada a cada compañero, cuando llevo la caja a casa mi vieja se quejo de la calidad de algunos productos y que la caja tenía un costo de productos de primera línea, entonces mi viejo consulto a los compañeros y resulto que había quejas con algunos productos, entonces llego a casa y le dijo a mi mamá que ella armara la lista de productos, así mi armo esa caja que venía a cada compañero de la fábrica, no dijo no, todo lo contrario, lo hizo activamente, porque entendía que era una manera de ayudar, así, durante varios meses, esas cajas de productos, eran un mix de marcas de primera calidad y de segunda a un costo razonable. Muchos podrán decirme que eso es un lujo pequeño burgués, desde la concepción materialista, pero yo les planteo, por qué el producto tiene que ser de mala calidad, por qué el pobre no puede consumir cosas de primera marca, no lo hace mejor y peor pero lo hace más digno y porque sabe que hay un compañero pensando en ellos. Cuando llegaban la sidra y el pan dulce durante las navidades y años nuevos de 1946 a 1954, sabían que era productos de buena calidad, porque no solo se dignifica a la persona, sino también al alma, eso mi mamá y papá lo sabían y ahí iba entendiendo por qué me fui haciendo peronista…
(*) Columnista de Historia en Desde el Barrio