Por Camila Hernández Benítez *
Cuatro palabras que resumen como se siente esta inmigrante que hace 16 años vive y trabaja en esta tierra como cualquier argentino y ahora va a tener cárcel exclusiva.
Ya no les alcanza con que no podamos votar. Ya no les alcanza con que no podamos acceder a planes o ayudas estatales. Ya no les alcanza con limitarnos el campo laboral. ¿Será suficiente esta cárcel para inmigrantes? ¿O no pararán hasta ver a todos los extranjeros fuera de esta tierra?
Pareciera que el nativo se olvidó de dónde vino. Que nunca existieron esos barcos que venían del viejo continente en busca de un mejor destino en estos suelos. Se olvidaron de la clase obrera de principios del siglo XX, se olvidaron de aquellos que trabajaron las tierras por toda la Mesopotamia, se olvidaron de esos que les dieron a sus ancestros el apellido tano que les habilita el pasaporte europeo. No creo que el argentino tenga mala memoria. Tiene memoria selectiva, y sabe muy bien cómo utilizarla.
El preámbulo de la Constitución Nacional, entre otras cosas, se propone “asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”. Más claro échele agua, doña. ¿Desde cuándo una persona puede determinar o no si alguien puede vivir en el mismo suelo que ella? ¿De verdad cree que tiene más derechos y obligaciones civiles que otro que no nació acá?
Paradójicamente, la Argentina es uno de los países de Latinoamérica más abierto y flexible en cuanto a sus políticas migratorias. No es ese el problema, el problema es que al de acá eso no le gusta ni un poco. Me canso de escuchar a las Doñas Rosas quejarse porque el hijo del verdulero tiene la misma educación que su nietito bien de ojos celestes. Pero ahora estará mucho más tranquila y segura, porque nosotros, los inmigrantes, los raros, vamos a tener una cárcel aparte. No sea cosa que también se nos ocurra compartir la misma cárcel que los criminales de acá.
Ya me sé de memoria las muletillas de manual: que si vienen a estudiar y no aportan al país, que le sacan el trabajo a los que nacieron acá, que cómo vamos a votar a los que nos van a gobernar, que somos criminales y cruzamos la frontera como si nada, etc etc etc.
Le recuerdo una sola cosa, doña: el que nos roba es de aquí y rico, no inmigrante y pobre.
(*) Operadora técnica de Radio Gráfica