enero 20, 2025

Mens sana in corpore sano

Mens sana in corpore sano

Por Fernando Protto*

Cuando Delfo Cabrera cruzaba la meta en la maratón de los Juegos Olímpicos de Helsinski 1952 y llegaba en el 6to lugar, estaba cumpliendo la meta que el deporte se había propuesto en los años del peronismo. ¿Cuál era ésta meta? Era llevar el deporte de alta competencia a los sectores populares, al igual que lo harían los rusos y chinos durante los años de la Guerra Fría o los países tercermundistas después, el gobierno de Perón se propuso generar en el deporte, no solo una nueva forma de propaganda política, sino una nueva manera de ascenso social en el espíritu del deportista y la comunidad. Influido por su formación militar, donde la preparación deportiva es esencial para la preparación bélica, en sus años en la Italia Fascista, vio como el desarrollo del deporte no solo moldeaba orden, sino el desarrollo mental y comunitario de la práctica deportiva. El mismo Musollini (que se había formado y participado en el Socialismo Italiano de comienzos del siglo XX) le dio al deporte de alta competencia y al desarrollo del deporte popular un valor fundamental en su nueva sociedad italiana, preparada para el futuro. Perón no solo tomo ese modelo y sino que lo adapto a la realidad argentina, dándole al nacimiento de los clubes, la formación de Ateneos Deportivos Femeninos y a los Campeonatos Evita, no solo el lugar de formadores de actividad deportiva, sino de solidaridad, educación, cuidado personal y comunidad. Entonces el deporte ayudaba a sacar a los jóvenes de la calle, generaba la solidaridad hacia la comunidad, generaba nuevos lazos sociales y se desarrollaba tanto en hombres como mujeres (sin perder el costado machista de separar deportes para hombres y deportes para mujeres). En este contexto, instituciones deportivas grandes e instituciones deportivas pequeñas o barriales no solo podían competir por igual, sino que permitían el surgimiento de nuevos deportistas que llegaban desde los sectores populares. No solo el boxeo o el fútbol, ahora el atletismo, la natación, el ciclismo, el automovilismo o el basquet tuvieron un lugar en los sectores populares, no por la masividad de espectadores, sino por la aparición del deporte y deportistas en los sectores populares. Con el paso del tiempo, lo que fue una política de estado entro en decadencia, porque el deporte no solo es salud, sino también comunidad y cuando lo que importa es el color político del deportista (las listas negras post Revolución Libetadora fueron terribles), la posibilidad de la foto o el negocio del deporte, ya no hay comunidad activa y solidaria posible.

Hoy en día, nos debatimos si el fútbol debe ser de los socios del club o de los socios de una multinacional, si nuestros deportistas ganan por ayuda del estado o de su abnegado esfuerzo o si el modelo de Liga fue el pensado por Nadjnudel para el Basquet o el de Tinelli para el Voley. Acá es dónde la historia nos pega una bofeteada en la cara y nos dice que miremos al pasado, no con nostalgia, sino como caja de herramientas para encontrar soluciones. Un Germán Charaviglio, una Peque Pareto o Braian Toledo son producto de una política de estado que recién se estaba implementando pero que quedaba a mitad de camino con el apoyo y desarrollo de los clubes de barrio, que hoy no podrían sacar a ningún deportista para el alto rendimiento o para la comunidad, con la serie de aumentos recibidos que les impiden sostener al club. Cuando nuestro director ganador del Oscar, Juan José Campanella, pensó en su Luna de Avellaneda como una película nostálgica de un pasado, se olvido que ese pasado tuvo un estado atrás que pensó el deporte como una función social y comunitaria. El debate real no está puesta en si como el teatro Opera, la cancha de Boca va a tener el nombre de un banco chino, sino en si un Piraña, Pampero, Estrella de Oro, un Tiro Federal de Yavi o el Club Sarmiento de Villaguay, va a tener la chance de generar actividades deportivas que no solo sean masivas en público, sino populares en deportistas que, como Delfo Cabrera, veamos llegar a la meta, no por una medalla, sino por llegar a estar entre los mejores gracias al esfuerzo de la voluntad y el estado.

(*) Columnista de Historia de Desde el Barrio / Radio Gráfica

Comentarios

comentarios

Artículos ralacionados