
Por Samanta Alonso *
En las últimas tres semanas salieron a la luz varios casos de mujeres que denunciaron a sus ex parejas u a hombres de ámbitos donde frecuentaban, por violencia machista. Fue el caso de Julieta Petracca y Silvina Camino, que denunciaron a su ex pareja Dante Palma, ex panelista de 678. Se sumó el caso de Mailén Frías, con el front man de la banda under de rock “La ola que Quería ser Chau”. También hubo otras por abuso en el colegio Carlos Pelegrini, donde se organizaron alumnxs para tomarlo y visibilizar esta situación.
Pero ¿por qué si ganamos millones de conquistas en relación a nuestros derechos, cada vez más y más denuncias?
Hay algo que llamó mucho mi atención y que persistía en los tres casos –e incluso en otros que se dieron a conocer en los medios, como Ángeles Rawson, Melina Romero, Noelia Akrap – y es el hecho que, ante una denuncia, a la mujer se le pone en cuestionamiento si será o no verdad lo que pasó. Si no es que empiezan a buscar alguna razón: “la cara de puta” “seguro es una despechada” “mirá como se viste”. De esta forma, se justifica al hombre violento. Es increíble como todavía se sigue reproduciendo el lenguaje machista ante semejantes aberraciones. Hace años que hay información y se viene problematizando en lo social las cuestiones de género, pero las víctimas aún tienen que pasar por esto.
Por otra parte, si nos preguntamos por qué tenemos que enfrentar con situación de opresión y exclusión, mi respuesta es “por ser mujer”. Sí, exactamente, es por nuestra condición de mujer. Es de cotidiano escuchar o ver por las redes sociales que “la violencia no se justifica nunca” o “la violencia no se ejerce a nadie, ni a hombres ni a mujeres.” Ahora bien ¿porque el colectivo feminista hace la diferencia? Y es exactamente por lo que mencioné: no es lo mismo un asesinato que un femicidio: nos matan por nuestra condición de mujer. Y aceptar eso implica reconocer el patriarcado como sistema de cosificación.
El sistema patriarcal es un sistema que todavía persiste, en dónde se cree que la mujer es inferior y es objeto de dominación por parte del hombre. Esto implica generar simbología y estereotipos que se imponen en el ámbito de la sociedad y se van reproduciendo en generación en generación. Cualquier sistema ideológico autoritario –y el sistema patriarcal lo es- necesita transmitir sus postulados de manera incuestionable con el fin de que se pueda sostener como verdades absolutas el conjunto de principios y valores en los que se inspira. Desde el origen de los tiempos, el hombre su caracterizado y reconocido socialmente como superior, dejando a la mujer en un segundo plano, como la encargada de dedicarse a cuidar a sus hijos y al trabajo doméstico. Cuando el hombre contrae matrimonio, la mujer comienza a ser propiedad privada de los hombres, primero del padre, que la dará en matrimonio, a quién él crea conveniente (cosificación de la mujer), siguiendo criterios, generalmente económicos para la elección. Y luego de su cónyuge. De esta forma, la mujer queda reducida a ser Madre y Esposa, sin posibilidad de crecimiento laboral (están subordinadas a cargar con el trabajo no remunerado) y dependencia económica por parte de su marido. Todo esto va de la mano de los típicos adjetivos calificativos hacia las mujeres como «buenas, tiernas, tranquilas, atractivas, son mejores para ser Madres». Esto se traduce a generar culturalmente una imagen social de una mujer sumisa y esclava de su realidad y también, entendidas como un objeto sexual, reducida a un mundo que le impuesto desde pequeñas (porque claro está que desde niñas nos enseñan a ser cocineras, planchar, lavar, arreglarnos y ser madres). Por otra parte, hay algo que no deja de ser menor: el Patriarcado impone a la mujer una forma de llevar su sexualidad: la heterosexual. Éste es un patrón importante ya que es necesaria para la reproducción y continuidad del Sistema Patriarcal.
La lucha se construye día a día. Reconocer que nos oprimen, excluyen y matan por ser mujer, es hacerle frente a este sistema que se reproduce e invisibiliza todo el tiempo. Porque nos quieren sumisas, esposas, madres. Tienen una vida guionada para nosotras. Pero no lo van a lograr. Somos mujeres libres y juntas podemos. Porque cada denuncia, empuja un poco más. Porque Julieta, Silvina, Mailén somos todas nosotras. Su lucha es nuestra también. Y ahí es cuando nosotras le tocamos el culo al patriarcado.
* Conductora de La verdad o la verdad / Radio Gráfica