Por Héctor Amichetti *
«Odio y combato, no a los individuos capitalistas, sino al sistema que les otorga privilegio…», decía George Engel, tipógrafo e impresor, poco antes de convertirse en uno de los «Mártires de Chicago».
Engel había nacido en Alemania en abril de 1836. Hijo de un albañil, se crió en la pobreza. Quedó huerfano de niño. Fue aprendíz de zapatero y pintor, hasta que un día decidió marchar a Estados Unidos, tierra prometedora de justicia y libertad.
John Pierpont Morgan había nacido en esa nación americana tan solo un año después que Engel, en abril de 1837. Hijo de un acaudalado empresario, se crió en la abundancia.
Cuando en 1873 Engel arribó a Filadelfia con la intención de mejorar su destino, JP Morgan ya había hecho suculentos negocios con el Estado. Durante la Guerra Civil, compró viejos rifles del ejército a 3,50 dólares, para venderlos luego reparados a 22 dólares.
Engel trabajó en una fábrica de azúcar y en otra de vagones, comprobando rápidamente que la tierra soñada no escapaba a la lógica del injusto capitalismo mundial basado en la semiesclavitud, que imponía a los obreros agotadoras jornadas laborales de hasta 14 horas, de la que no escapaban ni los niños ni las mujeres.
«8 horas de trabajo, 8 horas de descanso, 8 horas para lo que nos de la gana» fue la consigna de los obreros norteamericanos que convocaron a la huelga general del 1º de Mayo de 1886.
Cuando Engel, junto a Parsons, Fischer, Lingg y Spies fueron ahorcados, JP Morgan fundaba el Banco de Inversión Drexel, Morgan and Company, convirtiéndose en uno de los banqueros y financistas más ricos del planeta.
130 AÑOS…
Es la distancia que nos separa de aquella trágica revuelta de Haymarket.
JP Morgan Chase es hoy uno de los bancos más poderosos del mundo, activo operador financiero especializado en el arte de someter a los pueblos al yugo de la deuda externa, hábil articulador de mecanismos «legales» orientados a enriquecer a las corporaciones en base a la evasión de impuestos y la fuga de capitales.
El perverso sistema que manejan los organismos financieros y bancos internacionales, entre los que se destaca el Morgan, con la complicidad de muchos gobiernos, condena a millones y millones de trabajadores y trabajadoras a los bajos salarios, la desocupación y la pobreza.
«¿Puede alguien sentir respeto por los gobernantes que otorgan derechos únicamente a las clases privilegiadas y ninguno a los trabajadores?».
«… no puedo sentir respeto por un gobierno como este, y lo combatiré, a pesar de su poder, a pesar de su policía, a pesar de sus espías».
Las palabras que Engel pronunciara poco antes de aquel «viernes negro» de noviembre del ’87 en el que injustamente acabaron con su vida, han sonado una y otra vez desde entonces como latigazos asestados a los gobiernos oligarcas a lo largo de la historia, al igual que hoy se instalan en lo más profundo del sentimiento de los trabajadores/as argentinos hacia un gobierno que desprecia sus intereses.
Primero de Mayo. Día de los Trabajadores y la Trabajadoras.
El Peronismo no está en el gobierno.
Muy poco para festejar en Argentina.
(*) Secretario general del Sindicato Federación Gráfica Bonaerense