Por Lucas Molinari (*)
Pasaron dos meses de gestión macrista. La destrucción es la anunciada. Y será más profunda, más dañina, si la fuerza popular organizada no logra detener el proyecto en curso. La trágica repetición de recetas que hundieron a la nación. El cinismo de la clase gerencial que gobierna. En la oposición, una mezcla. Hay quienes plantean una defensa firme de lo conquistado, mientras que otros sólo miran su calculadora electoral.
Los despidos se multiplican por miles. Ya aparecen los estudios de consultoras explicando que un miedo reapareció en Argentina, el de perder el trabajo. A la vez los sindicatos con señales dispares analizar de manera cotidiana el shock del ajuste. Por lo bajo muchos dirigentes comentan que de esta manera se camina al estallido.
La revancha es sincera, como siempre la expresó la oligarquía, aunque lo hiciera con títeres. Así como dijo Lonardi “ni vencedores ni vencidos”, hoy reeditan un anhelo de “cerrar la grieta”. Imposible, la bronca popular se siente. Porque el mango no alcanza. Alquileres por las nubes, suba de tarifas, el changuito cada vez más vacío.
La exclusión será mayor, la marginación y el delito crecerán. La patria se va a endeudar. Esto lo vivimos. ¿Son ciclos históricos? Puede ser, de la dependencia. Sin embargo, la tarea de todo argentino bien nacido es reflexionar ¿qué pasó para estar en este precipicio social?
Cabe la “autocrítica”. Es fundamental el debate político. Porque si hubo una conquista la última década, fue la politización de nuestra sociedad. Aunque falta más en los barrios, y es fundamental que las comisiones de base se expresen y proyecten, impulsado a las organizaciones sindicales.
Un elemento del kirchnerismo cabe criticar con dureza. El sindicalismo fue concebido como una corporación y no como el ámbito de organización de los trabajadores. Vale aclarar, por la conducción. Pero que tuvo un correlato en las bases. Por eso las fuerzas políticas que acompañaron al gobierno anterior no empujaron para exigir por los derechos laborales de los estatales. Por eso, los despidos masivos se realizan en mayor medida planteando la precarización laboral como excusa.
Ahora bien. Ante el escenario presente la pregunta es ¿alegres o indignados? Porque pareciera que convocar a las plazas bajo la consigna de la “Alegría” es la línea política de algunos dirigentes ¿No será parte de un discurso direccionado a la clase media, como si allí estuviera la base de un proyecto nacional? No es el sentido de este artículo desprestigiar debates y definiciones de espacios políticos sino provocar la discusión.
Porque en los barrios cuando pegue la crisis, en las fábricas donde ya hay despidos, en los ministerios que rajan laburantes todos los días… ahí se vive la tristeza. Por más festivales donde toque Fito Paez, los “tristes” van a crecer. Porque una persona sin trabajo, y sin perspectiva de encontrar uno, tiene muchas posibilidades de deprimirse. Allí radica lo fundamental de la organización. Del debate hacia delante. El famoso ¿Qué hacer?
Como expresó hace unas semanas un dirigente sindical: “Cuando un gobierno traspasa los límites de la democracia para beneficiar a una minoría oligárquica y perjudicar a las mayorías, en ese momento pierde el respeto del pueblo y tenemos derecho a rebelarnos”. Claramente se contrapone esta definición con la de ser una “oposición inteligente”, planteo que pareciera aislar a la clase política de las fuerzas sociales que están siendo empujadas al conflicto.
Finalmente, vale decir: hacer política sin perder la alegría, pero sabiendo que nuestro pueblo se va a indignar. Y esa bronca tiene que tener política. Debe tener conducción. Las elecciones son importantes, pero no lo único. Mientras dirigentes que dicen ser “nacional populares” demuestren que sólo les interesa la calculadora electoral, quedarán atrapados en el juego de las consultoras. Y allí las fuerzas liberales, destructoras de lo nacional, ampliarán sus posibilidades de lograr hegemonizar un proceso que por su propia naturaleza tiene fecha de vencimiento.
(*) Periodista de Radio Gráfica, Punto de Partida, lunes a viernes de 8 a 10hs.