* Por Emiliano Vidal
El periodista Víctor Hugo Morales fue despedido de Radio Continental tras casi tres décadas de trabajo y contacto con una enorme audiencia. Las preguntas continúan reflotando: ¿por qué los medios hegemónicos desatan terrible mortificación contra un periodista?; ¿cuáles son los temores de los grupos periodísticos más poderosos de la Argentina hacia un solo hombre, en una batalla desigual?; el propio Mauricio Macri dice lamentar, que el además relator de fútbol, crea que el Gobierno tiene algo ver en su situación. ¿Tontera política o se trata de un autoritarismo encubierto de censura extrema para entregar la Argentina a las corporaciones y el capitalismo salvaje mundial?
El rioplatense Víctor Hugo Morales es lejos el más importante referente en la lucha contra el diario Clarín desde el regreso de la democracia hace 32 años.
Pero también es un concerniente de la argumentación a la hora de informar una verdad honesta, aun equivocada. Es un referente en la búsqueda del buen decir, en el rastreo tenaz de las palabras justas y medidas, del compromiso y el estudio constante, siempre en el camino por un periodismo más creíble, no generador de odios sin sentido. La puerta de entrada fue y es el fútbol, desde una voz y dicción incomparable, inmortalizadas en el “barrilete cósmico”
“Hola Paulino, perdón por la intromisión: me están echando de la radio.” Esas fueron las palabras que se le alcanzaron escuchar al aire de Radio Continental a Víctor Hugo minutos previos a las 9, hora en la que comienza su programa radial “La Mañana con Víctor Hugo”. El modus operandi: un apriete con matones en la puerta de la emisora y un intento de acallar mediante el uso de la filarmonía perteneciente a la tanda comercial encima.
“No tengo dudas de que se trata de un despido político”, señaló el periodista uruguayo de eterno respeto en el trato a todos y de añeja pelea judicial con su principal enemigo declarado: el CEO de la empresa Clarín, Héctor Magnetto.
Quien esto escribe es un seguidor de Víctor Hugo. En el día a día se construye un puente entre el oyente y el periodista. Morales suele decir desde años en sus distintos espacios que él no es amigo de las empresas en las que trabaja. Debería ser así, una desemejanza que deriva en la honestidad de ambas partes y respeto.
La pelea del periodista por lograr un mejor periodismo viene de antaño. Casi el mismo tiempo de su prolongado vínculo laboral con Radio Continental. Autodefinido como un “hijo del Estado”, a quien revindica, Víctor Hugo en más de una oportunidad desde esos micrófonos, sentenció: “cuando el Estado está presente, es la Nación misma con mayúscula”.
Quizá porque proviene de la tierra de uno de los líderes más importantes de América latina -José Gervasio Artigas-, Víctor Hugo es un reivindicador de las grandes gestas americanas que el día 8 de agosto del 2013, previo a la audiencia frente a Magnetto, -quien lo demandó o por daños y perjuicios-, tuvo uno de los encuentros más notables con su público de años. Ayer, en la Plaza de Mayo fue otro.
Son los hombres y sus circunstancias. Allí va Víctor Hugo, “con su cuchillo de madera”, como suele decir, frente a los voceros de los grandes corporaciones mediáticas y ahora desde los bombardeos del Gobierno.
Allí va el autor de una especie de antesala del infierno, su libro “Un grito en el desierto” (1998), imperdible para conocer a su escritor, y de los recientes “Audiencia con el Diablo” (2014) y el “El rebenque del diablo. Cablevisión y yo. La guerra del fútbol y la justicia para pocos”(2015), en los cuales el periodista encara la pelea con los Ceos de Clarín.
“Magnetto sostiene que la sociedad es igual. Se divide entre los que fácilmente creen que alguien se puede vender, porque es lo que ellos harían, y aquellos otros que no lo conciben y dejan de lado la sospecha”, escribió Morales en uno de esas obras.
Víctor Hugo fue despedido. Sabe, aunque no quiera exponer a otras personas a la falta de trabajo, que no es un hombre que está solo. Y no espera.
No es dejando sin trabajo a miles de personas, censurando a periodistas, ninguneando al Congreso Nacional, la casa de la democracia, abriendo las exportaciones por doquier, incumpliendo leyes, que el Gobierno a un mes desgastante de asumir el poder, logrará amigar a los argentinos. ¿Cuántas más se podrá reprimir desde los Poderes Ejecutivos sin que se generen enfrentamientos fuertes? ¿Hay que esperar a las muertes innecesarias?.. o acaso ¿no está aún latente el recuerdo magro del 20 de diciembre de 2001?. Preguntas y preocupaciones en el año del Bicentenario de la Independencia. Encontrar sus respuestas es la tarea que ha comenzado hace rato.
* Periodista; conductor de «De acá para allá»