Por Gabriel Fernández *
Para brindar una interesante celebración de Reyes, el gobierno de Mauricio Macri dispuso miles de despidos en el Estado. Esto se complementa con otros tantos en firmas privadas que prevén una baja en la producción debido a un descenso en la demanda.
En simultáneo, se empezaron a conocer los aumentos de tarifas, que encabalgarán con los de aquellos productos de primera necesidad que alzaron su costo en las últimas semanas. Todo enmarcado por una devaluación que licuó la mitad de los ahorros en pesos argentinos a lo largo y a lo ancho del país.
Con ese panorama, las autoridades económicas han brindado especial atención a los llamados productores agropecuarios, a las inmobiliarias, y han embarcado a la Argentina en un megacanje que no es otra cosa que una nueva privatización de beneficios, enlazada por una nueva socialización de ese mismo adeudo.
Todo en un mes de gestión. Las observaciones de los funcionarios no permiten la esperanza de haber asistido a excepciones circunstanciales. Seguiremos gobernando por decreto, han indicado, y no se relevarán los empleados despedidos, han asegurado.
No lo había logrado, con tal celeridad, José Alfredo Martinez de Hoz; y eso que en aquél 1976 procedía con el amparo de las tres fuerzas armadas. Le costó un tiempito al menemismo trazar objetivos semejantes. Y la Alianza, en un par de años, voló por los aires.
Como bien señalaron en nuestro programa varios economistas, no puede indicarse que no lo hayan anunciado. Es ostensible que los avisos en Fútbol para Todos, la Cadena Nacional y las andanzas de Lazaro Baez resultaron tan graves que la mitad de la población estimó que esto era mejor.
Entre denuncias sobre zapatos, carteras y dólares, la figura del desocupado retorna a la economía argentina con una energía inusitada. Y con él, su peso en la búsqueda laboral sobre los salarios de los empleados; resultará interesante observar cómo se desarrollan paritarias con eje transfigurado: de la recuperación del ingreso a la conservación del puesto.
Y como derivación necesaria, la famosísima Seguridad. Será también atractivo observar cómo resuelven su situación familiar, andando los meses, aquellas personas que van quedando fuera del circuito económico. Ya no habrá quejas sobre planeros ni sobre jubilados.
Vale recordar que en toda América latina los políticos conservadores y las empresas concentradas son los grandes responsables del desarrollo del narcotráfico tan denunciado. Mexico y Colombia resultan el cuerpo del delito de la hegemonía antipopular. Eso sí, con gestos adustos, funcionarios rodeados de uniformes y promesas de mano dura para el delito.
Ahora, en nuestra nación, el control del dinero generado por el narcotráfico ha quedado en manos del HSBC, aquél Banco Roberts que orientó la mano de la dictadura para contraer esa deuda que obnubiló a todos hasta que llegó Néstor Kirchner. El HSBC es la entidad líder a nivel planetario en el lavado de divisas obtenidas en operaciones ilegales.
El macrismo logrará enfriar la economía. Eso intentaron en el ayer Alvaro Alsogaray, Adalbert Krieger Vasena, Celestino Rodrigo, Joe, Domingo Cavallo, López Murphy, entre tantos. El enfriamiento es un ajuste destinado a morigerar la capacidad de consumo masivo, limar la producción nacional, satisfacer la especulación y la transferencia de ingresos hacia franjas rentísticas.
Es preciso indicar: llama la atención que la mitad de la población haya sufragado en esa dirección. Por un lado, porque está involucrada en sus consecuencias. Por otro, porque ya lo había vivido. Junto a la otra mitad, consciente de los riesgos, padeció la catástrofe del 2001, hacia adonde habían conducido programas similares.
Ahora resta saber qué hará el pueblo argentino. Cómo procederán sus organizaciones sindicales, sociales, políticas. Veremos, y apuntalaremos, el rumor que se va despertando de abajo hacia arriba con intensidad y furor. Muchos dirigentes no son de fiar, pero la realidad es terca y opera.
Sin embargo, no vamos a dejar de señalar que estamos atravesando un presente innecesario. Por diez años, con las dificultades conocidas, la Argentina creció, desplegó su industria, su ciencia y su técnica, alcanzó altos índices de empleo y de consumo, obtuvo una mejora sustancial en la seguridad pública, alzó la calidad de vida promedio.
Todos esos indicadores se van derrumbando. No hay Indec para medir la hecatombe ni medios para informar la situación. Eso sí; gracias a las empresas y los trabajadores de prensa de La Nación, Infobae, Clarín y otros, ya lo sabemos: las víctimas del ajuste son todos amigos del ex vicepresidente Amado Boudou. Ñoquis, que lo merecían.
El votante macrista es un ser vulgar, soez e inculto. Básicamente. Hay que soportarlo día a día en un fatigoso decir cotidiano. Carece de valores esenciales como la honradez, la patria, la solidaridad. Este gobierno es representativo. Encarna cabalmente a sus votantes. Y en base a su filosofía, ha diseñado el presente plan de gobierno.
* Director La Señal Medios / Área Periodística Radio Gráfica.