junio 29, 2025

El nuevo panorama, un giro en la política

Por Eliana Cabezas*

A pesar que Mauricio Macri todavía no asumió como presidente, el camino que tomará la política argentina a partir del 10 de diciembre se va delimitando. El mercado se posiciona como uno de los grandes beneficiarios. El capital extranjero se coloca la servilleta y prepara los cubiertos que tuvo guardados durante los 12 años de gobierno kirchnerista. Pero esto no debe sorprender a nadie. El candidato de Cambiemos ya lo había anunciado en el 2007, cuando presentó su oferta electoral ante la embajada de Estados Unidos según lo revela un cable de Wikileaks: “Somos el primer partido pro mercado y pro negocios en cerca de ochenta años de historia argentina que está listo para asumir el poder”.

Tan pronto como se conoció el resultado del Balotaje, los inversionistas extranjeros se pusieron manos a la obra. Las acciones de Cencosud subieron un 6 % en la Bolsa de Santiago y la agencia de noticias Bloomberg tituló “La fiebre argentina ha vuelto para inversores que han esperado 14 años”. Pero nada de ello fue casual. Porque si bien Macri, durante la campaña, se disfrazó de cordero, no colocó filtros al momento de tocar el aspecto económico. Prometió la eliminación de las retenciones y el fin al cepo cambiario. Dos medidas que dan cuenta en dónde estará puesto el foco: en el sector financiero. Pues tales decisiones traen aparejada la devaluación, que se traduce en caída del salario real o, mejor dicho, ajuste. ¿El perjudicado? El pueblo. En este sentido, no se puede pasar por alto que para paliar la liberación de la compra – venta de dólares se buscará atraer una “catarata” de acciones. Nuevamente el endeudamiento y las aves carroñeras al acecho.

El gabinete, el giro al mercado

Los ministros que acompañarán la gestión de Macri dan un indicio del giro que cobrará la política. La economía no estará al servicio del bienestar social, sino más bien del mercado. El término inversión será suplido por gasto. El recorte, a la orden del día. No es futurología. Es observar cómo se van moviendo las piezas dentro del tablero. Gran parte del gabinete está compuesto por personas que han dirigido compañías: Pablo Avelluto, Esteban Bullrich, Juan José Aranguren, Guillermo Dietrich, Francisco Cabrera, Andres Ibarra, Gustavo Santos, Susana Malcorra.

Sin embargo, no se parte de una única base para construir el edificio. También están los antecedentes. Ricardo Buryaile, quien estará a cargo del Ministerio de Agricultura, es poseedor de extensos campos en Formosa. Ha recibido denuncias por tener trabajadores en negro y en condiciones de esclavitud. Un ferviente opositor de la 125. El campo sonríe. Todo parece indicarles que no se verán obligados a tirar litros de leche en la ruta como ocurrió en el 2008. Esteban Bullrich, que presidirá el Ministerio de Educación, arrasó con la escuela pública de la Ciudad. Achicó el presupuesto educativo. Puso en funcionamiento las aulas containers e impulsó un sistema de inscripción que dejó a miles de chicos sin vacantes. Oscar Aguad, que se hallará al mando del Ministerio de Comunicaciones, fue denunciado por presunta administración fraudulenta cuando fue interventor de la municipalidad de Corrientes. Susana Malcorra, quien será la Canciller, despidió a 400 trabajadores cuando fue CEO de Telecom. Y el camino sigue. La cola de la serpiente está a unos cuantos kilómetros de distancia. Los nombres polémicos no cesan: Patricia Bullrich, Alfonso Prat Gay, Rogelio Frigerio, Carlos Melconian, Federico Sturzenegger.

¿Y la batalla cultural?

El triunfo de Mauricio Macri puso sobre el tapete el discurso de la “no política”. Un discurso que se presentó durante toda su campaña y que tuvo como principal protagonista al sentido común. Connotaciones negativas. La política, la piedra que molesta en el zapato. Pero no ha de extrañar, más cuando los cañones apuntan al mercado. Entonces, es en esa dirección que debe entenderse su convocatoria al Congreso de la Nación y las distintas plazas del país: “Si tenés un momento te pido que salgas a las calles de tu ciudad con la bandera celeste y blanca para festejar este nuevo comienzo”. No. No es casual que no mencione a las distinciones partidarias. Pues busca ir hacia una despolitización que no podrá alcanzar porque la conciencia adquirida es más fuerte. Lejos está de ser el mismo contexto que los ‘90.

“A una derrota siempre sigue otra más grave”, dijo Raúl Scalabrini Ortiz. Y tenía razón. Porque las cuentas pendientes, después se vienen en contra. Fallar en lo comunicacional. No haber aplicado en su totalidad la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual hace al panorama mediático que se avecina. El nuevo gobierno no sólo contará con el apoyo de las grandes corporaciones, sino también poseerá a su favor los medios estatales. Una sola mirada de los hechos, que no será la Nacional y Popular y que tendrá como hilo conductor la banalización. En este sentido, no debería sorprender que aparezcan notas como “La nueva primera Dama, educada para sonreír” o que se generen debates en torno al uso de la corbata.

Los indicios, varios. El gabinete, las declaraciones, el accionar del mercado. Las inversiones extranjeras que se van asomando. Todo pareciera conducir a un mismo camino: el capital al servicio de la economía. No obstante, los sucesos históricos son únicos e irrepetibles. Los hechos del pasado no retornarán, el pueblo no se dejará doblegar. Si un derecho llegará a ser vulnerado, la calle se hará sentir. Evita lo decía: “no hay nada que sea más fuerte que un pueblo”.

(*) Abramos la Boca / Radio Gráfica

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