Por Emiliano Vidal*
El mismo escenario, las mismas calles porteñas y las graderías del Congreso Nacional, que serán testigos y albergaran el paso de mando entre la actual presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner al mandatario electo, Mauricio Macri, fueron, hace catorce años, el foco de una jornada teñida de muerte y sangre de argentinos hartos del modelo de país que gestó a fuego la dictadura cívico/militar tras el golpe de marzo de 1976 y que tornaron alevosamente, el peronismo del mandatario Carlos Menem y el radicalismo de su sucesor, Fernando de la Rúa.
Este 20 de diciembre ya es diferente a aquel del año 2001 de la crisis que despeñó a la Alianza UCR/Frepaso y obligó a asumir al peronista Ramón Puerta, en su entonces carácter de titular provisional del Senado Nacional, tras adolecer de vicepresidente durante más de un año y medio con la renuncia de Carlos “Chacho” Álvarez.
Pasaron 14 años y mucha agua bajo el puente. En el aniversario 32 de su retorno, la democracia argentina se prepara a recibir al nuevo presidente. ¿Es Mauricio Macri la parábola final de aquel fatídico diciembre 2001?
Otra vez se presenta en la historia la dicotomía entre ser un país insubordinado o subordinado, mientras otros tantos pueblos son un triste espejo de esa Argentina demolida de hace catorce años, que había sido gestada en la noche negra del 24 de marzo de 1976 y que venía a terminar para siempre con el Estado “cerrado, ineficiente, inflacionario y artificial”, en palabras de su ministro de Economía, José Martínez de Hoz, y que había nacido durante los tiempos del primer peronismo.
El país del desarrollo industrial, del movimiento obrero organizado en sus sindicatos, la del Estado Nacional presente, era la Argentina a aniquilar en ese otoño gris del 76.
Algo que cambió, después de la crisis de 2001-2002, es que el grueso de los ciudadanos argentinos no pedía menos Estado como creían algunos que interpretaron muy mal la crisis sino más presencia estatal. Lo comprendió el presidente elegido en Asamblea Legislativa, Eduardo Duhalde, designado tras la renuncia por fax de su antecesor, el puntano Adolfo Rodríguez Saá en los plazos del artículo 88 de la Constitución Nacional y lo dispuesto por la ley de Acefalía número 20.972 y el protocolo del entonces titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Eduardo Camaño.
¿Es Macri, elegido en democracia, la gran elaboración y producto final que esperaron por décadas las clases dominantes, oligarcas, funcionales a los intereses extranjeros, generadoras de matanzas, fugas de capitales y crisis, jamás identificadas con la población?… o el ingeniero ex titular del club Boca Junior es laalegoría final de ese 20 de diciembre de 2001, del que “se vayan todos”, ahora obligado a tejer política con un Congreso de la Nación adverso y con más de la mitad que no lo eligió en el ballotage histórico del pasado 22 de noviembre?.
En el camino hacia el Bicentenario de la Independencia este 09 de julio del año próximo 2016, volver y sostener que la eliminación de las retenciones, liberar el dólar, retirar subsidios, desabastecer el mercado interno y abrir las importaciones en desmedro de la industria nacional, será mejor para los argentinos, sería otro embuste de los economistas de la neo Alianza próxima a asumir la conducción del país. Esas medidas no bajarán la inflación ni mejoraran el nivel de empleo.
¿Quedaran el pueblo enjaretado en las puertas de la Casa de Gobierno a contramano de las convicciones de aquel Presidente Kirchner en 2003? o ¿será Macri una remake de Roque Sáenz Peña con el liderazgo popular que soñó desde aquel lejano diciembre de 1995, cuando en la previa del partido que Racing goleaba al Boca de Maradona se coronaba presidente del club xeneize?…
Preguntas que tendrán respuestas en la dinámica del Bicentenario de la Independencia del inminente año 2016. Porque más que nunca, hoy y siempre…Patria o colonia.
* De Acá para Allá / Radio Gráfica
