A 43 años del Día del Militante
Por Emiliano Vidal *
En 1972, el ex presidente de la Nación, Juan Domingo Perón retornaba al país tras 17 años de un exilio forzado. Regresaba para impulsar un frente político hacia los comicios del 11 de marzo de 1973 con la candidatura de su leal colaborador Héctor Cámpora. El viejo líder estaba impedido por una irracional proscripción al no cumplir la cláusula de estar antes en el país como le exigía la dictadura pergeñada por Agustín Lanusse.
Pasaron 43 años y ese día fue inmortalizado para la historia como el Día del Militante.
Desempleo, default, recesión económica, pobreza, marginalidad, fueron algunos de los términos más utilizados en una sociedad que detonó el 20 de diciembre de 2001. Una crisis política y económica que un año atrás había asomado cuando el entonces vicepresidente de la Nación, Carlos “Chacho ”Álvarez, de la Alianza UCR/Frepaso, presentaba su renuncia a la vicepresidencia de la Nación con motivo de los sobornos en el Senado por la aprobación de otra ley de flexibilización laboral que involucraba al propio presidente, el radical Fernando de la Rúa.
En abril de 2003, Carlos Menem huyó de la que quería sería la segunda vuelta presidencial –balotaje- tras su introducción institucional en la reforma constitucional de 1994. En ese escenario de un país quebrado, sin espadas propias en el Parlamento, con piquetes en las calles y las asociaciones sindicales sin ellas, empantanado en la mayoría automática de la Corte Suprema de Justicia que no habían modificado los mandatarios y ex contrincantes de las presidenciales de 1999, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde, asumió Néstor Kirchner, con un largo discurso que para algunos, por circunstancias y lugar, recordaba al que había pronunciado Héctor Cámpora tres décadas atrás.
Con una firme política en derechos humanos, una decisión de recuperar el empleoy la economía, el ex gobernador de Santa Cruz apuntó a recuperar la utopía a los jóvenes que poco antes, muchos de ellos, tiñeron con sangre las calles y escalinatas del Congreso de la Nación, y muchos otros, escoltaron el cortejo fúnebre tras su muerte inesperada, aquel día coincidente con el Censo Nacional 2010.
El 17 de noviembre es una fecha que acompaña el corazón de cualquier militante genuino y que nadie podrá arrebatarle al peronismo esa comunión con los jóvenes y la clase obrera.
En aquel día del año 72, Perón volvió al país para cerrar heridas y armonizar proyectos. El avión, el Giuseppe Verdi, de la empresa Alitalia partió desde la ciudad de Roma.
La violencia de los profetas del odio, cuyos vértices van desde las bombas del 55 y los fusilamientos del 56, profundizaron su derrotero, de manera directa tras los fusilamientos en la que sería la Masacre de Trelew del 22 de agosto de ese año del retorno y lo harían, indirectamente, el 20 de junio siguiente cuando en medio de una impresionante multitud, irrumpió la Masacre de Ezeiza.
Perón volvió y durante esos días la militancia gestó una verbena en las calles, y en los alrededores de la residencia de la calle Gaspar Campos. A esa altura del acontecimiento, el radical Ricardo Balbín era más su amigo que el contendiente del pasado.
Perón no había venido al país para pelear. Había venido a acercarse a todos aquellos que lo habían enfrentado.
Ernesto Jauretche, sobrino de Don Arturo, dice que “militante es aquel que intenta transformar el mundo con su ejemplo; sabe que decir lo que se piensa y hacer lo que dice es el arte mayor de una noble práctica política. Su enorme tarea se inscribe en un paradigma fraterno: ningún ciudadano se realiza en una Nación que no se realiza”.
El otro punto a tomar en cuenta respecto de la militancia política es el involucramiento de las personas con capacidad de información, niveles de participación, compromiso con su realidad, con solidaridad.
El voto del 22 de noviembre próximo provendrá del fondo de la historia. Estarán en juego las convicciones en defender los derechos políticos organizados por el primer radicalismo de Hipólito Yrigoyen y los derechos sociales establecidos por Juan Domingo Perón durante su primer gobierno. La militancia salió a la calle. Comprende, que la política debe dirigir a la economía y no al revés.
Estarán en juego la redistribución del ingreso, la presencia del Estado, la administración de los recursos públicos, el pago de la deuda externa, el control de la política fiscal, la liberación de la presión del FMI, la recuperación del trabajo con el desempleo más bajo de los últimos 28 años, las subas jubilatorias, la asignación universal por hijo, los proyectos de desarrollo de la industria nacional el aumento del presupuesto para los científicos, la educación, la salud y la batalla que cubre todas las demás, la aplicación de ley de medios.
La militancia lleva a preguntar parafraseando la música del Indio Solari: … ¿de qué lado de la mecha te encontrás?
Hoy es el Día de la Militancia y en breve, se recuerda la gesta de la Vuelta de Obligado, en el Día de la Soberanía Nacional. Después de la crisis del 2001, en los últimos años, a contramano del relato mitrista de la historia, cuya máxima expresión son los recordados festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo de hace cinco años, fue impulsado un armado de recuperación de identidad y de la autoestima nacional.
La militancia late en la revolución de los orilleros en la noche del sábado 5 de abril de 1811, con el abogado Joaquín Campana como referente en apoyo a Cornelio Saavedra. Enfrente están los Rivadavia. Los que conspiraban en tiempos de Juan Manuel de Rosas al servicio de los enemigos de su país con tal de derrocar a un gobierno del que no forman parte. Urquiza que se vende a Inglaterra y al Brasil imperial en Caseros de aquel caluroso febrero de 1852. Mitre que se suma a destruir al Paraguay.
En 1845 abordaron los barcos ingleses y franceses contra el rosismo; un silo después, en 1945, desfilaron de la mano del embajador yanqui Spruille Braden; diez años más tarde las bombas del 55 y dos décadas posteriores la peor dictadura cívico/militar.
Se cumplen 32 años de democracia ininterrumpida. La neutralidad pocas veces es una buena opción. Y menos aún cuando ese alguien que se dice neutral ocupa un lugar de cierto prestigio en la escena pública: Los medios dominantes que hacen su juego. El neutral parece no tener espíritu porque se niega a ser partícipe de una disputa. En estos tiempos de definición, la neutralidad puede ser cobardía y en este sábado 22, la militancia por cuidar la identidad nacional debe ser el antídoto contra la destrucción de esas conquistas históricas… ¿de qué lado de la mecha te encontrás?
(*) De Acá para Allá / Radio Gráfica