Por Emiliano Vidal*
Los párrafos siguientes proponen ser una mirada de las elecciones del domingo pasado, vistas y analizadas, cronológicamente con relación a los vencedores de la contienda y generacionalmente por quienes conforman el mayor peso de los derrotados.
Horacio Rodríguez Larreta se perfila para suceder a su jefe político, Mauricio Macri, en el timón del gobierno porteño. La parada no es tan fácil. Desde que la reforma constitucional del 94 parió la carta magna de la Ciudad Autónoma, ningún candidato llegó a la mitad más uno de los sufragios en la primera vuelta. El radical Fernando de la Rúa logró alzarse como el primer jefe comunal de la historia previamente a la carga magna capitalina y su sucesor, Aníbal Ibarra en sus dos triunfos concurrió a segunda vuelta. Había alcanzado el 49% en el año 2000 y su rival de ocasión, Domingo Cavallo, previa ataque de ira ante la mirada desorbitante de su compañero de fórmula, Gustavo Béliz, se bajó de la contienda. En 2003, con el apoyo del flamante primer mandatario, Néstor Kirchner, el ex fiscal venció a Macri, quien en 2007 y 2011, y en segunda parte, derrotó a Daniel Filmus en igual tendencia.
Se avecina en los primeros días de julio la etapa dos del gran comicio porteño. El ex ministro de Economía de Cristina Fernández en el primer tramo de su gobierno, Martín Lousteau agotará todos los medios por atrapar los votos de la ninguneada por su jefe, Gabriela Michetti.
El que la tiene más difícil es el camporista Mariano Recalde. No solo alcanzó menor caudal de peldaños que Filmus en las dos elecciones anteriores. La Campora no seduce al difícil electorado porteño, siempre tan reacio a lo que huela a peronismo.
La táctica del titular de Aerolíneas Argentinas es batallar directamente con el discurso del PRO. Hacer hincapié en la diferencia de proyectos. Un poco la línea de su competidor interno en las recientes PASO, Carlos Heller. ¿Alcanzará esa táctica para seducir a los votantes?…parece difícil.
El PRO al igual que el kirchnerismo nació en diciembre de 2001. El caldo de cultivo fue el fracaso rotundo con tendal de muertos de ese día veinte de caluroso último mes de ese año, de un modelo impuesto a sangre y fuego por la dictadura cívico/militar tras el golpe de 24 de marzo de 1976 y perfeccionado por otro “ismo” dentro del movimiento político mayoritario por excelencia: el menemismo y el radicalismo cipayo a contramano de los postulados de Leandro Alem y Raúl Alfonsín en la piel de Fernando de la Rúa.
En medio del que “se vayan todos” las agrupaciones de izquierda independiente en las universidades, los nuevos movimientos sociales, los organismos de derechos humanos a través de diversas agrupaciones como HIJOS, el peronismo resistente al menemismo, fueron la génesis del kirchnerismo incipiente tras las elecciones presidenciales de 2003, en el peor momento político y económico de la historia nacional.
Aníbal Ibarra supo dejar una gestión ordenada y desendeudada. La pifió tras la tragedia de Cromañon. No solo por priorizar llamados a los empresarios dueños de boliches una vez enterado de la noche de muerte. Tampoco por no construir espadas políticas que resistan su destitución del cargo en la Legislatura. Ibarra no estuvo presente en la noche de muerte del 30 de diciembre de ese año 2004. Falló su honor más luego su muñeca política. La masacre de Cromañon viró a quien se había derrotado un año y medio antes y olía al neo liberalismo y más mercado: el macrismo.
Jorge Telerman aportó lo suyo en empujar al abismo a su ex compañero de fórmula. Con el ex cafierista y embajador menemista, comenzó el endeudamiento de la Ciudad que se agravó en todos estos años con el macrismo.
El PRO supo ser una fuerza local, con peso hasta los primeros límites del área metropolitana. A partir de 2013 supo crecer. Y ahora está peleando codo a codo la gobernación santafesina con el cómico Miguel del Sel quien arrebatársela a los socialistas, enchastrados en errores que encallan en el narcotráfico.
Comprender al electorado porteño debe ser una tarea primordial para el kirchernismo con la carga que implica estar perfumado de peronismo en una Ciudad esquiva con las excepciones del riojano Erman González en las legislativas de 1993 y de la propia presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner en su reelección de 2011.
El gurú macrista Duran Barba viene acertando. Pero no toda la ciudad de Buenos es de derecha. El electorado porteño es progresista, es novedoso, el adelantado de la vanguardia. En esa faceta construyó Martín Lousteau. De extirpe bohemia, de pasado en el peor momento del kirchnerismo –que no fue en las derrotas electorales de 2009 y 2013, sino entre marzo y julio 2008 en la crisis del campo-, bien preparado intelectualmente, mezcla de barrio Recoleta con “tengo amigos” en Barracas, La Boca y San Telmo, con pasado escandaloso en amores mediáticos hasta el padre de familia actual junto a la actriz Carla Peterson. Y un lema…“evolución” que endulza más que términos como revolución, imperio, librecambio…
Las cartas están en juego. El PRO oficialista, el kirchnernismo opositor y la novedad de ECO, en el distrito que oficia de capital de la República, son conscientes que los resultados del domingo son un potencia espejo de las elecciones nacionales de las PASO en agosto. Y también los distintos posicionamientos que lo dejen bien parados para los próximos años después del 10 de diciembre.
* Conductor de De Acá para Allá / Radio Gráfica