Una pizca de cuidado, 100 mm de short más largo, 50 grs de responsabilidad, 150 cm de tela para que la remera ceda y no apriete, 80 CC. De NO provocación.
Estos son algunos de los ingredientes que al parecer debiéramos mezclar en un gran bowl societal para evitar que nos maten. Suena un poco ligero, pero así parece tomárselo lxs periodistas de La Nación (http://www.lanacion.com.ar/1786855-recomendaciones-para-evi…)
Siguiendo los lineamientos de “Recetas para evitar ser abusada” según consultoras estadounidenses y europeas, las mujeres debemos seguir ciertos pasos y cumplir con ciertas especificaciones que, al parecer, evitarían que cada 30 o 35 horas se cometa un nuevo femicidio, violación o cualquier forma de violencia que tenga al sujeto: mujer como víctima
Señora, mamá, abuela, hermana, amiga, compañera… sepa que para que esta receta funcione, deberá utilizar un poco de orientación ( “ser consciente de la zona en la que estas”, menciona la nota), otro poco de cordura (“Debes ponerte solo un auricular, ya que de esa manera podrás estar alerta en caso que “el agresor” quiera atacarte”, esboza) y una pizca de fuerza ( “ ya que no deberás enfrentar a tu agresor a menos que tengas una preparación física previa”, menciona entre otras recomendaciones para enfrentar al tipo que te quiere violar).
¡Atención! En caso de no contar con un agresor que quiera abusar de usted, ¡NO TIENTE A LA FIERA! Trate de reemplazar los ingredientes por remeras más largas, por cabeza más gacha, por pantalones que marquen menos sus glúteos, pero nunca, nunca, se le ocurra reemplazar todo esto por culpabilidad a los hombres y a la sociedad que nos condena. No levará su reclamo. No ligará más que culpas, y responsabilidades. Y no acabará agradando a los comensales.
Presentación. Le recomendamos que a la hora de servir, reparta las porciones de estigmatización y responsabilidad social de manera equitativa. Sepa que no es recomendable que USTED se sirva de la misma porción que los comensales.
Usted no tiene la culpa : de haber sido abusada, de haber tenido que cambiar el recorrido porque hay un tipo que “se zarpa” cada vez que la ve pasar, de ser joven y querer salir con sus amigos, de querer tener novio, de haber ido al colegio y haber terminado en una bolsa en el Ceamse, de haberse ido de vacaciones y “salir a caminar” , de haberse negado a trabajar de lo que no le gustaba, de haber sido secuestrada por las redes de trata. No, usted no es la culpable. ¡NO SE SIRVA DE ESA FUENTE! No le va a caer bien. Usted no tiene la culpa de haber nacido en una sociedad que no nos respeta. Una sociedad que piensa que con nosotras pueden hacer lo que quieran. Una sociedad que en vez de solidarse con las víctimas, las enjuician, las niegan, las suprimen, las ningunean y las dan vuelta. Son culpables, sentencian. Y vuelven la vista.
No importa de dónde seas, aunque si sos de “allá” puede que te la hayas buscado, o ¿acaso Melina no era una “fiestera”? Acá una es cualquiera y también, somos todas. No existen recetas que enseñen a “no violar ni matar a las mujeres” ni tampoco existen recetas que enseñen a “cómo evitar ser violada o matada” – aunque a juzgar por los periodistas de La Nación, existen “recomendaciones” para no tentar al diablo (?).
No. No son recetas, es educación. Es respeto. Es enseñar, desde donde podamos y desde donde sepamos, que mi vida no es tuya. Que me tenés que preguntar si quiero que me toques. Si quiero que me grites y si quiero que me mates. No te debo nada. Ni siquiera te conozco.
Para el final. Antes de servirte de este banquete y desabrocharte el pantalón y tocarte la panza con saciedad, acordaste que el postre lo hizo tu vieja, que es mujer como yo.
* Sin Zonceras / Radio Gráfica