La connivencia entre sectores empresarios y militares durante la última dictadura es cada vez más evidente.
En una decisión que puede marcar un precedente, la Sala V de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo aceptó la denuncia de María Gimena Ingegnieros, hija de un obrero desaparecido en la fábrica Dálmine-Siderca de Campana, y condenó a Techint (actual propietaria de esta planta) a indemnizarla por este hecho.
Enrique Arias Gibert, presidente de la Sala que dictó esta determinación, habló en Punto de Partida acerca de este caso.
El 5 de Mayo de 1977 el obrero mecánico Enrique Roberto Ingegnieros «fue llamado por recursos humanos y no volvió a aparecer». El camarista indicó que «queda clara la responsabilidad de grupos que actuaban aparentemente como recursos humanos y tenían el objetivo de marcar» a los trabajadores para después secuestrarlos.
«Es obvio que la empresa permitió esto y tienen que hacerse responsables de estos actos» en los que se desaparecieron «principalmente a activistas sindicales».
«Si alguien cree que falta otra prueba es porque no vivió en Argentina, no tiene la menor idea de la historia o cree en fenómenos supranaturales», ratificó.
Entrevistado por Lucas Molinari, Arias Gibert señaló que «los militares eran depravados con una determinada utilidad social al servicio de las grandes corporaciones». En esa línea, analizó que «la política del genocidio no se entiende sin el programa del 2 de Abril de 1976 realizado por Martínez de Hoz (Ministro de Economía durante la dictadura) que tuvo por objeto expropiar a la clase trabajadora de sus organizaciones, arrancar convenios colectivos, destruir con terror todos los lazos de la idea social que hacían que la Argentina fuera el país con mejor distribución en América».
El juez comparó este proyecto con el que implementó el Tercer Reich de Adolph Hitler «para destruir el movimiento obrero en Alemania y favorecer a los grandes grupos concentrados».
En relación a la participación activa de actores empresariales para pergeñar la última dictadura cívico-militar, expresó que «si no recuperamos la memoria y permitimos que el capital siga intacto y eterno, lo que vamos a conseguir es que el enemigo esté siempre acechando».
Por último, aseguró que «esto lo hicimos entre todos» ya que «no hay forma de que existan fallos de memoria, verdad y justicia sin que exista un movimiento impulsado por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo» que apoye estas medidas.
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