mayo 14, 2025

Las sonrisas de los Malos. EEUU. Esquema cerrado, ajuste prolongado.

Las sonrisas de los Malos. EEUU. Esquema cerrado, ajuste prolongado.

eeuu interiorMucho más allá del nivel de comprensión del norteamericano promedio, el impulso indetenible de la crisis económica sobre su bolsillo ha determinado la derrota demócrata en los comicios legislativos y por añadidura –ya que el esquema cerrado ha eliminado la perspectiva de una tercera opción- el crecimiento del Partido Republicano sobre ambas cámaras.

Con un nivel de participación popular bajo y con un descrédito agudo de las esperanzas suscitadas por Obama entre las franjas progresistas, se ha corroborado la existencia de un solo programa económico y político con rasgos comiciales bifrontes. Demócratas y Republicanos apenas si difieren en detalles cívicos y tonos de sensibilidad, pero se orientan en una misma dirección.

Ese sentido fue gestado a lo largo de varias décadas, desde el macartismo hasta la gestión de Ronald Reagan, y se plasmó con furia durante la administración de George Bush padre. Ajuste neoliberal hacia dentro y ataques militares hacia fuera. Hubo intentos de morigerar la situación social por parte de Bill Clinton y Barack Obama, pero el Departamento de Estado pone la música.

El Departamento de Estado es una organización privatizada de hecho, controlada por las grandes corporaciones que fabrican armamentos y proveen soldados para la guerra, por los bancos de bancos y sus ramificaciones hacia el delito en general y el narcotráfico en particular. De democracia ni hablar en los Estados Unidos. De producción, tampoco.

Obama lo entendió y buscó atenuar las dificultades internas por tres vías: una ampliación del servicio de salud, un mejoramiento de la educación pública y el impulso a inversiones productivas en el centro del país. Rápidamente fue acusado de marxista y muchos de los votantes pensaron, anoche, que sus problemas están suscitados por la “mano abierta” de los demócratas.

Las agencias de inteligencia estadounidenses y los medios de comunicación más importantes parten de premisas básicas para operar sobre la cultura política promedio: toda acción gubernamental que no implique transferencia de recursos hacia las corporaciones concentradas, debe ser combatida sin margen de debate.

Para operar en ese perfil fue necesario, tanto tiempo antes, el macartismo. Fue preciso anular la vida sindical –otrora potente y diversa-, las variables políticas ajenas al bipartidismo, pero sobre todo la perspectiva de análisis y comprensión del presente. A través de una labor psicológica firma se arrinconó persistentemente a todo ser pensante para que “demuestre” su vocación patriótica.

La vocación patriótica norteamericana implica evidenciar no ser comunista, tercermundista, islámico. Pero en ese cuadro caben todos aquellos que, desde el raciocinio keynesiano indican que para seguir adelante una potencia capitalista debe incentivar la producción de bienes de producción y consumo. Más claro: las propuestas capitalistas son caracterizadas como marxistas en los Estados Unidos.

Esto ha llevado a un candado económico y político del cual es difícil escapar. Cuando el ajuste lo llevan adelante los republicanos, ganan los demócratas; y viceversa, como ahora. En tanto, nadie se pregunta por un plan económico alternativo que ponga de pie a un gigante que se derrumba desde dentro, sin necesidad de aviones conducidos por barbudos ni atentados promovidos por personas de tez aceitunada.

Esta semana modificaron su color los estados de Arkansas, Colorado, Iowa, Montana, Carolina del Norte, Dakota del Sur y Virginia Occidental. No es tanto, pero ha resultado suficiente para revocar el poderío demócrata en el Congreso.

Los protagonistas de la triste política norteamericana no dudan sobre los vínculos externos: obtener a toda costa materias primas y control geoeconómico. Las masacres en distintos puntos del planeta persistirán y algunos de sus logros servirán para prolongar la agonía. Esa debacle puede durar mucho tiempo, pues la enormidad de la economía norteamericana es indudable.

Este potencial, vale la aclaración, se disparó con las políticas públicas roosveltianas que facilitaron, junto al saqueo externo, una acumulación y una dinámica apreciable del mercado interno. Hoy, Roosvelt es ridiculizado por la narración historiográfica promedio y las propuestas de brindar empleo al desocupado son evaluadas como “regalar dinero a los perdedores”.

Mientras, China, Rusia, Irán, el Unasur, apuestan a la inversión interna, a la presencia estatal en la economía, al desarrollo científico y técnico. Son populistas en distinto tono. Resultan connotados como “El Mal” por los medios afines al Norte.

Sonríen, hacia dentro.

* Por Gabriel FernándezÁrea Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios

Comentarios

comentarios

Artículos ralacionados