junio 12, 2025

El Legado

El Legado

emiliano interiorCorría el invierno del año 2001. La crisis económica y política que azotaba desde hacia tiempo a la Argentina comenzaba a cobrase más renuncias de ministros del entonces gobierno nacional de la Alianza, UCR/Frepaso, mucho más tras la renuncia del vicepresidente de la Nación, Carlos “Chacho” Alvarez. El panorama político era preocupante y relativamente lejos estaba la remota idea de que el peronismo opositor, aún recomponiéndose de la derrota electora de a penas un año y medio atrás, se tuviera que hacer cargo de la situación institucional del país.

Las torres gemelas del “allá”, los Estados Unidos aún no serían víctimas de uno de los peores atentados mundiales. Y “acá”, los políticos hacían malabares para no ganarse la bronca de una sociedad traicionada por sus representantes y adormecida a las grandes tapas de los diarios dominantes. De todos modos, el gran vencedor de las elecciones legislativas del 24 de octubre de ese año, fue el “voto bronca”, con sobres en las urnas con imágenes de Bart Simpson, Mafalda, Patoruzú o incluso fetas de jamón.

En ese invierno, muy pocos apoyaban el proyecto del entonces gobernador de la provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner, un desconocido mayormente por la ciudad de Buenos Aires y de la provincia homónima, los dos grandes componentes históricos y más desde que el país se transformó en un único distrito electoral tras la reforma constitucional de 1994 y la eliminación hereda de su antecesora de 1853, el colegio de electores.

El hombre patagónico pensaba su turno en el año 2007 aún cuando su esposa, la senadora Cristina Fernández, ya era un miembro díscola del peronismo versión menemista gobernante. Así como Menem traicionó el mandato peronista, su sucesor en el cargo, Fernando de la Rúa, contrariaba los postulados del partido de Alem, de su sobrino Yrigoyen y de Raúl Alfonsín.

Los tiempos de la crisis aceleraron la entrada en la historia. Humanizar una gestión de Gobierno después de padecer durante demasiado tiempo lo contrario, pudo haber sido una consigna de campaña pero no lo fue. Néstor Kirchner quiso que lo vieron y fue comenzando a ser solo Néstor cuando asumió el 25 de mayo de 2003 la presidencia de la Nación.

El derrotado candidato a presidente del peronismo de 1999, el saliente gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, a instancias de la Asamblea Legislativa y la Ley de Acefalía, se hacia cargo del gobierno tras la frustración de la Alianza y el certificado de defunción de la Unión Cívica Radical a la hora de gobernar.

Duhalde no supo, no quiso o no pudo terminar el mandato hasta el 10 de diciembre de ese 2003, de su vencedor en las urnas y saliente jefe de Estado, en helicóptero desde los techos de la casa de Gobierno, dejando un centenar de muertos por represión y a la Argentina que prometió ayudar, sumergida en la peor crisis política y económica de su corta historia.
Kirchner asumió aquel día de festejo del 193 aniversario de la Revolución de Mayo y tres décadas de la “primavera camporista” que lo tuvo a él entre los manifestantes.

Era el nuevo Presidente de lo que es un país rico que había sido muy mal gobernado, sujeto a los directivas del Consejo de Washington, los postulados del FMI, la presión de los medios de comunicación, elementos que de implosión en la indignación que fue el 20 de diciembre de 2001.

«Me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a los que no pienso dejar en las puertas de la Casa Rosada. Vengo a proponerles -definió- un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos. Que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales”…fueron sus palabras ante la Asamblea Legislativa al momento de asumir como primer mandatario.

Llegar con poco más del 22 por ciento de los votos por deserción de su oponente, el dos veces presidente de la Nación, quien rehusó afrontar la categórica derrota que le aguardaba en la segunda vuelta. Su última trastada cómplice a los intereses del “allá”, en desmedro de “acá”.

No lo azuzó el pliego de condiciones que le imponía el diario La Nación, de José Escribano quien escribía que “con Kirchner, la Argentina se regaló tener gobierno solo un año”.. La gestión y la recuperación de la figura del Presidente, en un país de fuerte sistema presidencialista, derruida por el propio De la Rúa, lo empujaba a ganar credibilidad y, al mismo tiempo, construir poder.

La tarea

Desde el gobierno democrático, Kirchner tomó el Estado Nacional como herramienta reparadora de las desigualdades de clases, primero en la recuperación del trabajo y el pleno empleo. Luego, con el apoyo político a la recuperación de los derechos humanos tras la derogación de las leyes de la impunidad, Obediencia Debida y Punto Final que dictaminó la Corte Suprema tres años atrás. Se derogó la ley laboral de los sobornos en el Senado, esa que sentenció de muerte al mal gobierno de la Alianza UCR/Frepaso. Se recuperó al Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil; se generaron planes de vivienda.

El gabinete de gobierno salía a recorrer el país con el Jefe de Estado flamante a la cabeza. Se terminó con la Corte Suprema adicta al menemismo. Se reorientó a las Fuerzas Armadas, se transparentó el PAMI, se abrió las puertas del Gobierno nacional a las Madres de Plaza de Mayo. Le dijo a los sindicalistas, en especial al titular de la CGT, Hugo Moyano que recuperen las calles apoyando a los trabajadores.

«No nos van a patotear», le dijo en la cara George Bush en Mar del Plata cuando Washington intentó imponer el ALCA. Una definición coherente con la ayuda a la Cuba de Fidel Castro, al acuerdo con Lula en Brasil, al impulso al triunfo de Tabaré Vázquez en el Uruguay y después con el Pepe Mujica; y así más adelante se organizó la solidaridad con Ecuador frente a intento golpista contra Rafael Correa y también la de paz en Colombia y promotor de la defensa de Evo Morales contra la derecha racista boliviana…y siempre con el apoyo del recordado Hugo Chávez quien tanto ayudó a la Argentina en su peor momento.

«Sabemos a dónde vamos y sabemos a dónde no queremos ir o volver», dijo también en su discurso inaugural de gestión 2003 al 10 de diciembre de 2007 cuando le traspasó al mando a su esposa, la actual mandataria Cristina Fernández. Fue el único presidente en la recuperación de la democracia en 1983 que dejó el cargo en medio de aplausos de todo el arco político.

¿Qué legado dejó este fanático de Racing Club Néstor Kirchner? En lo formal, un estilo diferente desde los actos políticos a la “Bic” con la que solía firmar. Sus mocasines, su traje cruzado están inmortalizados en el Museo del Bicentenario. Su recordado modo de romper “protocolos” para estar en contacto con la gente.

El pensador y escritor rioplatense Eduardo Galeano dice que hay fuegos humanos que son difíciles de apagar porque arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien los mira, también se enciende. Ese fuego, que se apagó en sus jóvenes 60 años cumplidos, y tanto para aprender y corregir errores, ilumina hoy el camino de miles de jóvenes que sueñan con un mejor país, acá, el nuestro.

* por Emiliano Vidal, Abogado y Periodista – De Acá Para Allá / Radio Gráfica

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